El partido del martes contra Nigeria “atraviesa” el horario de salida de muchos chicos del colegio. Por eso, varias escuelas decidieron extender el horario hasta las 17 para que docentes y alumnos lo vean todos juntos hasta el final.
Uno de ellos es el Instituto Federico Dominick, de Palermo, un colegio para chicos con discapacidades auditivas y trastornos en el desarrollo de la comunicación y el lenguaje. “Para el Mundial alquilamos una pantalla gigante, nos pintamos y pusimos banderas para alentar a la Selección desde nuestra escuela”, explica la vicedirectora Sandra Casalini. Y agrega que, además de vivirlo como una fiesta, el Mundial sirve como “material de enseñanza” y les permite sumar mucho vocabulario. Estas semanas aprendieron “la geografía de cada país que participa del Mundial, su cultura, y los edificios más importantes de Rusia”.
En el Instituto Comunicaciones, un colegio deportivo, el Mundial atraviesa cada una de sus materias. Julieta Ibarra, docente de Literatura, lee con sus estudiantes la novela Cualquiera puede jugar el Mundial, de Leandro Katz. Además, las coordinadoras de nivel inicial y primario propusieron que cada familia creara su propia camiseta argentina, con la que adornaron el patio principal.