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Francisco modificó el Catecismo para calificar "inadmisible" la pena de muerte

Hasta ahora, la Iglesia católica enseñaba que la pena era aceptable cuando "fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas".

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El Papa Francisco pronunciando el Angelus en El Vaticano. | DPA

El papa Francisco declaró "inadmisible" bajo cualquier circunstancia a la pena de muerte porque "atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona". Lo hizo a través de una "reescritura" del artículo 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica que lleva la firma del cardenal español Luis Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

La nueva versión del Catecismo, enviada a los obispos en una carta del antiguo Santo Oficio, establece que "la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la "pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona" y se compromete "con determinación por su abolición en todo el mundo".

La "reescritura" fue publicada en el diario vaticano, "L'Osservatore Romano", y establece que el nuevo artículo 2.267 del Catecismo de la Iglesia Católica recita: "Por mucho tiempo el recurso de la pena de muerte por parte de la legítima autoridad, después de un proceso regular, fue considerado una respuesta adecuada a la gravedad de algunos delitos y un medio aceptable, aunque extremo, para la tutela del bien común".

De acuerdo con Amnistía Internacional, actualmente hay aún 56 países con pena de muerte, entre ellos Estados Unidos. El presidente estadounidense, Donald Trump, es considerado un defensor de la pena de muerte.

"Hoy está siempre más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no está perdida ni después de haber cometido crímenes gravísimos", continúa. "Además, se difundió una nueva comprensión del sentido de las sanciones penales de parte del Estado. En fin, fueron puestos a punto sistemas de detención más eficaces, que garantizan la defensa de los ciudadanos, pero al mismo tiempo no quitan al reo en modo significativo la posibilidad de redimirse. Por tanto, la Iglesia enseña, a la luz de Evangelio, que la "pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona" y se compromete "con determinación por su abolición en todo el mundo".

De esta forma, el pontífice romano erradicó del catecismo la defensa de la pena de muerte que en el pasado hacía la Iglesia católica en algunos casos. En la redacción anterior, el catecismo justificaba su implementación cuando "fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas". "La enseñanza tradicional de la Iglesia -proseguía- no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte".

China es el país con la mayor cantidad de ejecuciones. El año pasado fueron ejecutadas 993 personas en todo el mundo, de acuerdo con Amistía Internacional.

Expertos en la Iglesia católica explican que los cambios en el Catecismo, aunque no son habituales, sí son posibles porque sus formulaciones están "sujetas" a las "circunstancias" de cada momento histórico y creen que detrás de la modificación que autorizó Francisco sobre la pena de muerte se encuentran el "deseo de que se defienda la vida siempre", la "gran sensibilidad social" de Francisco y las actuales posibilidades de reinserción. "No es que sea habitual cambiar las formulaciones concretas pero las formulaciones del catecismo evolucionan", puntualizó en declaraciones a la agencia dpa el profesor de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca Emilio José Justo Domínguez.

La decisión del pontífice llega tras décadas de batalla de varios pontífices contra la pena de capital, comenzando por Pablo VI a mediados del siglo XX. Basado en el principio de que la condena a muerte es una ofensa a la vida, el papa Juan Pablo II hizo un fuerte llamado a favor de la abolición en Estados Unidos en 1999, país donde aún es vigente, tras tildarla de "cruel e inútil". A través de un "motu proprio", una ley papal, emanada en  febrero del 2001, el papa polaco decidió suprimirla de forma definitiva como ley vaticana.