El oficial de la sindicatura de Justicia se las vio difíciles con Roberto Giordano. Desde fines de agosto del 2008 intentaba presentarle la notificación de un pedido de quiebra y su citación a declarar, pero el glamoroso peluquero, de alguna u otra manera,
lograba escabullirse. En una oportunidad se escurrió por un subsuelo que comunica con el edificio vecino y en otra se camufló como cliente con bata y revista de moda. Finalmente, al oficial no le quedó otro remedio que pedir un turno para cortarse el pelo.
Así, con la Policía presente en la puerta, y las tijeras en mano, Giordano se vio obligado a aceptar lo último que hubiera querido: la Justicia venía otra vez por él.
El 5 de agosto, la jueza Julia Villanueva decretó su quiebra por $ 130.000 debido a una serie de sentencias laborales impagas en su contra, en juicios que fueron iniciados por ex empleados. En el edicto, publicado en la prensa el 19 de agosto, Giordano es aludido como “el fallido”.
Y es la primera vez que la Justicia cae sobre su persona y no sobre sus empresas. Le exigió que entregue sus libros de contabilidad, le prohibió la salida del país e intentó inhibir todos sus bienes. Con esta medida, la imagen exitosa de Giordano sufre uno de sus golpes más duros.