SOCIEDAD
el caso del encargado acusado por siete abusos

Habla una víctima del portero de Núñez: “Jamás me imaginé que les hacía lo mismo a otras chicas”

Noelia tiene 30 años. No es su verdadero nombre sino el que eligió para preservar su identidad y poder contar los abusos que sufrió desde que tenía 8 años. Ella es una de las siete víctimas de Isidro Álvarez, el encargado del edificio de la calle Cuba al 2900 que hace dos semanas fue detenido por la Policía de la Ciudad, acusado por los delitos de “abuso sexual” y “corrupción de menores”. En una entrevista con PERFIL, la joven cuenta que el acusado la invitaba a ver dibujitos a su cama y que la besaba de una manera poco común cuando la acompañaba en el ascensor.

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Isidro Alvarez, el portero acusado por siete abusos sexuales. | Cedoc Perfil

Los recuerdos del horror no desaparecen con el tiempo. Son cicatrices que no se van, que quedan para toda la vida. En el caso del portero de Núñez, detenido hace dos semanas por una serie de abusos sexuales en el mismo edificio donde vivía y trabajaba, las víctimas demoraron cerca de veinte años en contar los abusos que sufrieron en la infancia buscando sanar con la verdad y ahora esperan que se haga justicia.

Isidro Álvarez (63) está preso desde el viernes 27 de octubre, tras una investigación judicial que demandó más de dos años y en la que al menos siete de sus víctimas contaron los padecimientos que sufrieron cada vez que entraban a la portería del noveno piso del edificio de la calle Cuba al 2900, en el barrio porteño de Núñez.

El encargado, que está acusado por los delitos de “abuso sexual y corrupción de menores, nació en Paraguay pero hace 33 años que vive en Argentina y 43 que está en pareja con María Antonia Vega Méndez, concubina y testigo de muchos de los abusos ocurridos entre los años 1995 y 2019.

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La mayoría de sus víctimas tenían entre 7 y 11 años cuando fueron atacadas en el interior del departamento que ocupaba el portero, el cuartito donde el acusado guardaba los elementos de trabajo o el ascensor. Entre ellas hay hijas de sus familiares, amigas de su propia hija y hasta menores que cuidaba su mujer.

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Isidro Alvarez fue detenido el 27 de octubre pasado. 

“Nunca le pude decir nada, pero si me lo cruzara hoy, lo encararía”, cuenta a PERFIL Noelia, una de las siete víctimas. Noelia no es su verdadero nombre, sino el que eligió para preservar su identidad y poder contar los abusos que sufrió desde que tenía 8 años.  

La joven, que ahora tiene 30 años, era amiga de la hija más chica del portero. “Íbamos juntas al jardín y después fuimos a la primaria. Con otra amiguita siempre íbamos a su casa a la salida del colegio”, recuerda en la entrevista con este diario.  

“Varias veces me pasaba que me lo encontraba en la puerta. Al ser el encargado del edificio, muchas veces estaba abajo haciendo sus tareas, digamos. Y cuando me lo encontraba era una tortura, la verdad. Apenas lo veía en la puerta ya sabía lo que se venía”, asegura, y continúa: “Me hacía pasar a la salita de servicio, la de la sala de máquinas,  y me daba besos; pero no besos en el cachete sino que te ponía la boca en el cachete, me daba besos cerca de la boca. Me daba besos en el cuello y me abrazaba. Cuando no me metía en el cuartito me decía te acompaño hasta arriba. Entonces subíamos al ascensor y también me empezaba a tocar, a dar besos en el cuello”.

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Noelia no puede borrar de su cabeza el horror de lo que pasaba en el interior del departamento: “Cuando llegábamos del cole, él se despertaba de la siesta y muchas veces nos decía ‘vengan conmigo a la cama a ver los dibujitos’. Era una cama de dos plazas y él estaba en el medio. Su hija se ponía de un lado y yo del otro, y nos abrazaba a las dos. La verdad es que no sé lo que pasaba del otro lado. Lo que sí sé es lo que pasaba de mi lado, porque me tocaba por dentro de la ropa. Y eso pasaba siete de cada diez veces”.

Según el relato de la víctima, la mujer del portero no trabajaba y muchas veces los encontraba en el interior de la habitación. “Cuando estábamos en el dormitorio de él, y su mujer nos veía y enseguida decía ‘bueno, bueno, chicas, vamos a jugar a otro lado, vamos, vamos’. Hay algunas cosas que me hacen pensar que ella sabía, en algún punto, de que el tipo no era buena gente. Yo no quiero tampoco cargar contra ella. No quiero que quede como que sabía y era cómplice, pero hoy en día pensándolo y en retrospectiva es como que digo ‘bueno es raro la verdad que no supiese nada’”.

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Noelia dejó de ir a la casa de su amiga, pero seguía cruzándose con el portero en la calle porque vivía cerca de su casa. “Lo crucé muchas veces por el barrio ya siendo más grande. Siempre se mostraba como si no hubiese pasado nada. Me saludaba como si nada. Si me veía desde la vereda de enfrente se cruzaba directamente para saludarme. Para mí verlo era un calvario”, dice.

Nunca se animó a enfrentarlo. “No sé por qué. No me preguntes por qué, porque no lo sé”, responde a PERFIL. “Siendo más grande nunca le pude decir nada. Si me lo cruzara hoy, lo encararía. No me cuestiono no haberlo encarado en esa época porque entiendo en algún punto que era chica y medio que lo manejé también como pude. Yo nunca terminé de entender bien a este tipo y lo que hacía, ni la dimensión de lo que había hecho porque, además, yo siempre pensé que había sido solo conmigo. Nunca jamás me imaginé que hacía lo mismo con otras chicas”.

Isidro Álvarez no tenía denuncias previas de abuso sexual. Tampoco por violencia de género. En el expediente no surgen sospechas de complicidad o encubrimiento de su esposa. De hecho, ella sigue viviendo en el edificio de la calle Cuba donde su marido trabajó hasta el 27 de octubre. Esta semana, frente a la repercusión que tuvo el caso, no quiso hablar con ningún medio.

LN