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Hace 45 años, las Madres de Plaza de Mayo comenzaron a caminar

Sin pañuelos, sin lemas y sin apoyo internacional, las “locas de Plaza de Mayo” comenzaron a caminar un sábado, hace casi medio siglo. Querían saber dónde estaban sus hijos y nadie se los decía. Lo que empezó de casualidad, por tomar al pie de la letra la orden policial de “circular”, se convirtió en un gesto simbólico del derecho a la vida y la identidad. Galería de fotos

Abuelas de Plaza de Mayo
Abuelas de Plaza de Mayo | Cedoc

El 30 de mayo de 1977, Plaza de Mayo cambió. Ese día,14 mujeres serían las Madres de Plaza de Mayo. Estaban paradas en la calle Rivadavia, delante de la Curia Metropolitana de Buenos Aires, esperando que el obispo Victorio Manuel Bonamín las recibiera. Querían preguntarle dónde estaban sus hijos.

El tiempo pasaba y nadie las recibía. Era difícil, muy difícil. Catorce meses antes, el propio sobrino nieto de Bonamín había sido secuestrado por una patrulla parapolicial y el prelado, a pesar de sus fluidos contactos con la cúpula militar, sólo había hecho un tibio llamado telefónico.

“Individualmente no vamos a conseguir nada”, dijo Azucena Villaflor para romper el silencio. Las otras se quedaron mirándola y ladearon la cabeza.

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¿Por qué no vamos todas a la Plaza de Mayo? Cuando vea que somos muchas, Videla tendrá que recibirnos”, agregó para convencerlas.

Ilusas, todas consintieron. Fue entonces cuando las cuatro hermanas Gard, Berta Baverman, Mirta Baravalle, Antonia Cisneros, Elida de Caimi, Haydée García Buelas, Delicia González, Pepa García, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin y Ada de Senar cruzaron hacia la Plaza simbólica de los argentinos esperando que el presidente de facto, Jorge Rafael Videla, les hiciera un gesto con la mano detrás de alguna ventana, indicándoles que bueno, que las recibiría en una audiencia extraordinaria. 

Y atravesaron la Plaza y se quedaron paraditas entre las palomas, mirando hacia la Casa Rosada, para que el dictador que había ordenado la represión y desaparición de sus hijos, las recibiera. También habían peregrinado por comisarías, juzgados, iglesias y ministerios. Todos simulaban saber nada. 

 

Madres de Plaza de Mayo: 30 de abril de 1977

Desde el 24 de marzo de 1976, el golpe militar que había destituido y encarcelado a la presidenta María Estela Martínez de Perón impuso el estado de sitio. En la calle no podían verse grupos de más de tres personas. 

Inmediatamente, entonces, se les acercó un policía que les dijo que estaba prohibido “estar de pie inmóvil en la vía pública”. Les pidió que “circularan”.

Madres de Plaza de Mayo
Las primeras luchas de las Madres de Plaza de Mayo.

Ingeniosamente, tomaron al pie de la letra sus palabras y de a pares, se tomaron del brazo y comenzaron a circular alrededor de la Pirámide de la Plaza de Mayo.

Caminaban muy despacio y nadie las sacó: no estaban alterando el orden público, sólo caminaban.

 

Madres y caminatas en Plaza de Mayo

La anécdota corrió de boca en boca y el siguiente viernes aparecieron más madres que, como ellas, buscaban a sus hijos desaparecidos, que compartían sus pasos y sus historias trágicas.

Así de simple fue como aprendieron a enjugar sus lágrimas y caminar. Sólo caminar. Caminar las llevaría a algún lado, aunque se piense que caminar en círculos lleva a ninguna parte. 

Muy pronto se les sumó Hebe Pastor de Bonafini, un ama de casa de La Plata que quería saber dónde estaban sus hijos Jorge y Raúl, y la esposa del primero, María Elena.

Con el tiempo, la cita peregrina cambiaría los jueves a las 15:30 horas, siempre para marchar alrededor de la Pirámide de Plaza de Mayo. 

Abuelas de Plaza de Mayo
Abuelas de Plaza de Mayo, lideradas por Estela de Carloto; perdieron hijas y nueras embarazadas. Buscan a sus nietos.

A la par que se multiplicaban las Madres peripatéticas, el 22 de octubre de 1977 surgieron las Abuelas de Plaza de Mayo. Ellas también eran madres que buscaban a sus hijos desaparecidos. Sus hijas o nueras habían sido secuestradas cuando estaban embarazadas y nunca más habían sabido de ellas y, desde luego, de los bebés que deberían haber nacido en cautiverio. 

Las malas noticias corrían como regueros y se decía que los bebés nacidos en centros clandestinos de detención habían sido entregados a las familias de los civiles y militares represores. Situación que llegó magistralmente a la “ficción” en La historia oficial (Luis Puenzo, 1985), que acumuló varios premios internacionales y un Oscar de Hollywood.

 

Las "Locas de Plaza de Mayo"

En 1979, Habe de Bonafini sería elegida Presidenta de la agrupación. Pero todavía faltaba mucho para eso. 

En octubre de 1977 planearon una caminata más larga y transversal: peregrinar a la Basílica de Nuestra Señora de Luján. 

Para identificarse como grupo, las Madres se cubrieron la cabeza con un pañuelo blanco. Poco después, sus pasos en círculo estaban escoltados por carteles que rezaban: “aparición con vida”.

Madres de Plaza de Mayo
Los pañuelos comenzaron a usarse para identificarlas cuando peregrinaron a Luján.

La Curia nunca las recibió. Un mes más tarde, el obispo Victorio Manuel Bonamín, que gustaba llevar un diario personal con anotaciones, escribió: “Si pudiera hablar con el gobierno le diría que debemos permanecer firmes en las posiciones que estamos tomando: hay que desestimar las denuncias extranjeras sobre desapariciones”. 

Eran los días en los que el estado argentino recrudecía los secuestros de ciudadanos y extranjeros;  las torturas y apremios ilegales; la desaparición de personas; la apropiación de niños nacidos en cárceles y campos de detención; el robo de identidades. 

El proceso de reorganización nacional estaba en marcha. Las Madres comenzaron a tener voz y, cuando pudieron hablar, cuestionaron las medidas tomadas por el Gobierno. “Las locas de Plaza de Mayo”, también eran perseguidas, desprestigiadas, e incluso asesinadas como había sucedido con Azucena Villaflor, Esther Ballestrino, María Ponce de Bianco.

En 1979, la temperatura social, la mala prensa y la represión las espantó de la Plaza, como a las palomas. Sin embargo, ese espacio quedaría como el escenario de la memoria en el país de la amnesia obligatoria. Aunque ya no estaban allí, la Plaza recordaba silenciosa el derecho a la identidad.

 

Madres y reconocimiento internacional

Sin caminatas, las Madres aprovecharon para viajar y contar su historia al mundo. Amnesty International les pagó un viaje por nueve países para que, de primera fuente, se conociera lo que sucedía en este país.  

Entrega del premio Oscar por
La historia oficial (Luis Puenzo) mereció el primer Oscar para Argentina; mostró la desaparición de hijos nacidos en cautiverio.

En septiembre de 1979, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (Organización de los Estados Americanos) estuvo en Argentina. Las Madres de Plaza de Mayo les presentaron formalmente sus denuncias sobre la desaparición de sus hijos. 

A partir de esa formalidad, los crímenes contra la humanidad que el gobierno militar cometía, pero negaba, fueron públicos en todo el mundo. A la vergüenza nacional se sumó la internacional. En nuestro país, el estado cometía “crímenes de lesa humanidad”. 

La lucha de las Madres comenzó así a tener contundente respaldo internacional.

Recién en 1980 las Madres de Plaza de Mayor retomaron sus caminatas públicas.  Su petición histórica, “aparición con vida”, se completó con “juicio y castigo a los culpables”, ya sus lemas. Sobre el piso de la Gran Plaza argentina, se dibujaron contornos de personas no identificadas. 

Y volvieron a caminar. En diciembre de 1980, las Madres de Plaza de Mayo caminaron alrededor de la Pirámide durante 24 horas. Fue la primera Marcha de la Resistencia, que se replicaría cada año. Recién entonces tuvieron una sede –antes se reunían en sus casas-, donada por la Asociación Neerlandesa de Mujeres.

 

Madres en la democracia

La democracia llegó en 1983, con el presidente Raúl Alfonsín, pero las Madres siguieron con sus actos y caminatas. Seguían pidiendo, entonces más que nunca, el “juicio y castigo a los culpables". Y ese día llegó, aunque para lograrlo, el 24 de junio de 1984 hicieron un acampe en la Casa de Gobierno, para que Raúl Alfonsín las recibiera.

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El escritor Ernesto Sábato entregó al presidente Raúl Alfonsín el informe de la CONADEP.

Se formó la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) y se recibieron las denuncias de 8961 personas que quedaron compendiadas en el histórico volumen Nunca más. Las Madres de Plaza de Mayo, lideradas por Hebe de Bonafini,  dijeron que los desaparecidos eran 30 000, una cifra redonda y simbólica. Sólo con 10 estaba justificada su lucha.

En 1986, la agrupación dejó de ser un grupo compacto y diferentes miradas y criterios de lucha las dividieron en dos grupos, que subsisten hasta hoy: Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora (liderado por Nora Cortiñas) y Asociación Madres de Plaza de Mayo (representado por Hebe de Bonafini). 

En 1987, los comandantes del gobierno de facto ya estaban presos, pero se habían aprobado las cuestionadas Leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que querían poner un corte en la cadena de responsabilidades y litigios judiciales: el punto de corte era el rango de coronel. 

 

Madres e HIJOS

En 1995, siguiendo “la escuela” de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo surgieron los HIJOS (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio). La agrupación juvenil nucleaba a hijos de desaparecidos, de exiliados, de presos políticos y de personas secuestradas y asesinados durante la dictadura militar de 1976-1983. 

Con la sangre joven, el reclamo por la identidad de los argentinos nacidos en cautiverio se volvió más internacional que nunca, con filiales en México, Venezuela, Uruguay, Noruega, Francia y Suiza. Respetuosos de sus ancestros biológicos, HIJOS quiere mantener vivo el recuerdo de la vida normal que les negaron la dictadura militar y los crímenes de estado.

En la Marcha de la Resistencia de 2002, las Madres entregaron sus pañuelos blancos a los HIJOS, para que la lucha por la memoria continúe y para que la identidad siga siendo un derecho para cada argentino.