La arquitectura es la voluntad de la época traducida al espacio” sentenció Ludwig Mies Van der Rohe, arquitecto y diseñador industrial. Pero, ¿cuál es esa voluntad hoy y cómo se traduce en ideas y conceptos, y luego en volúmenes y formas? ¿Cuál es el signo de los tiempos plasmado en diseños en los cuales se habita y vive? Una respuesta posible hoy será sustituida mañana por otra igualmente válida. Tiempos de definiciones líquidas, siempre se vuelve a las formas puras, a la simpleza, al racionalismo. La rectitud geométrica.
Esta casa de 250 metros cuadrados de dos plantas, obra del Estudio ParysowSchargrodsky Arquitectos y el Estudio Tarnofsky– Willhelm sobre proyecto de los arquitectos Emilio Schargrodsky y Tomas Tarnofsky conjuga, quizá, con ese ideario. Y no es casual que haya ganado un premio en un concurso de arquitectura. Se recorta limpia contra el cielo y su entorno de verdor y aire.
La característica de la vivienda individual se conjuga aquí con lo “suburbano” como otra variable más para establecer los límites entre lo público y lo privado. La dimensión del terreno y su orientación configuran a la vivienda con una determinada relación con el frente más público por un lado, y por el otro, con el lateral y el fondo, más privados y con óptima luminosidad.
Un patio frontal materializa un cerramiento de madera con tamices que mantienen la privacidad de la casa, permitiendo a su vez el acceso del sol del atardecer. Este espacio de acceso articula la planta inferior a través de una doble altura, con un espacio de trabajo en la parte superior. Los espacios inferiores se establecieron como ámbitos de uso compartido, de gran flexibilidad, luminosidad e integración con el jardín lateral y posterior. El sector superior, articula por un lado un espacio de trabajo, que resulta ser el único lugar que se relaciona directamente con la calle, y por otro lado con los dormitorios.
La geometría pura y la configuración recta de los volúmenes junto con la materialidad y la resolución arquitectónica de la estructura contrasta intencionalmente con la amplitud y la indeterminación del entorno natural que la rodea. El patio de acceso de madera encierra un pequeño árbol, poniendo así en evidencia el contraste entre naturaleza y la intervención del hombre. Los interiores fueron diseñados por Saban & Grin Arquitectas y pueden definirse como funcionalmente sobrios: madera, ladrillo, colores cálidos y una simbiosis con la luz que entra generosa por los grandes ventanales definen la ambientación. Y el espíritu abierto de la casa.