Antes de que lo fusilaran en un pasillo oscuro y húmedo, Meteoro se mostraba sonriente, con una cicatriz profunda que le surcaba la mitad de la cara. De su cuello, como si fuese una guitarra, colgaba una ametralladora.
Su hermano Ruti, el hábil reclutador de sicarios obsesionado con recuperar el liderazgo, sigue en prisión y lejos de su ejército de encapuchados. A diferencia de sus ex amigos, el jefe Marcos disfruta de su vida y de su libertad. Fuera de la ciudad.
Ahora, ninguno de los poderosos narcos peruanos se pasea triunfante por la villa 1-11-14. Pero la ola de homicidios no cesa: este mes hubo cuatro. El más resonante fue descubierto en la villa del Bajo Flores: u n travesti apareció sin sus órganos. Los investigadores creen que la víctima, cuya identidad aún se desconoce, era una “mula” y por eso le sacaron sus vísceras para rescatar la droga que, se presume, llevaba en el cuerpo.
“Los peruanos reinan y los demás tenemos dos opciones: obecederlos o enfrentarlos. Pero nadie se anima a hacerlo”, le dice a PERFIL Mario, un formoseño que llegó a la villa hace 15 años. Sergio, otro habitante de nacionalidad boliviana, agrega: “Ellos te dan trabajo. Podés manejarles los autos, construirles las casas o ser sus mulas a cambio de pocos pesos”.
En la 1-11-14, la lucha por el control del narcotráfico acumuló más de 50 homicidios en diez años. “¿Vino por el último asesinato?, ¿cuál de todos? Porque el último crimen ocurrió hace media hora y cuando usted se vaya pueden estar matando a otra persona”, le dijo a PERFIL uno de los investigadores. Desde que fue creada hace unos tres años, la fiscalía descentralizada de Nueva Pompeya y Parque de los Patricios, a cargo de los fiscales Adrián Giménez y Marcelo Munilla Lacasa, investiga 114 crímenes ocurridos en las dos villas más peligrosas de la Ciudad de Buenos Aires: la 1-11-14, ubicada en el Bajo Flores, frente al estadio de San Lorenzo, y la 21, que está detrás de la cancha de Huracán, en Parque Patricios.
Este mes, en la 1-11-14 hubo más crímenes. Un hombre apareció con un balazo en la cabeza y nadie reclamó por su cuerpo. Una mujer se interpuso en una pelea en la que participaba su hijo y una bala la calló para siempre. El jueves 12, dos linyeras se batieron a duelo y uno de ellos no sobrevivió a un cuchillazo que le perforó el corazón.
Pero el hecho más misterioso se conoció el lunes 9 en la esquina de Chilavert y Vedia. Al lado de un contenedor, un basurero encontró un cadáver envuelto en bolsas de consorcio. Era un travesti al que le habían sacado el estómago y el intestino. Su cuerpo estaba abierto en forma de cruz. “La víctima, que sería extranjera, pudo haber muerto después de que le estallaran los envoltorios con cocaína y por eso los narcos le sacaron los órganos para llevarse la droga. O quizá lo mataron”, afirmó una fuente con acceso a la causa.
Según cuentan algunos habitantes, los bolivianos suelen ser empleados como “mulas” por los narcos peruanos. “A una chica que iba al comedor la detuvieron en Salta con droga en la panza. A los chicos les venden paco y a los grandes la cocaína ‘alita de mosca’, la más pura de Capital. Marcos controla todo desde afuera de la ciudad”, contó una mujer que realiza tareas sociales en la villa.
Los peruanos llegaron a la villa en 1996. “Se adueñaron de las casas a los tiros”, declaró una testigo. Entraban por la noche, encapuchados, y ganaban espacio a los balazos. Se cree que varios cuerpos fueron enterrados en un potrero.
Matanzas. Marcos, Ruti y Meteoro ganaron poder sembrando muerte. El 17 de septiembre de 1996, se cree que mataron a balazos a tres personas. Poco más de tres años después, asesinaron a tres personas que descansaban tras haber jugado un partido de fútbol. Interpol los investigó por su presunto pasado en Sendero Luminoso. “Tenían esos antecedentes, pero la Justicia no lo entendió así”, le dijo a PERFIL una fuente de Interpol Argentina.
La guerra de las bandas por el poder tuvo su batalla más sangrienta el 29 de octubre de 2005. Durante la procesión peruana del Señor de los Milagros, en la avenida Bonorino, un grupo de sicarios con chalecos antibalas, armas y ametralladoras mató a cinco personas, entre ellas un bebé de ocho meses, e hirió a otras diez. Hubo más de 30 disparos de calibre 8 milímetros, 380 y 22. El ideológo del ataque habría sido Ruti, cuyo objetivo era destronar a Marcos. Días más tarde, intentaron matarlo de tres balazos. Pero sobrevivió, escapó del hospital y hace siete meses fue detenido. El jefe narco, Marcos, mantuvo el poder absoluto y festejó la caída de su enemigo con una ruidosa fiesta en la villa. Desde ese día, no volvieron a verlo.
El rápido final de Meteoro
“No quiero fotos. No es que tenga miedo, pero no soy fotogénico”, pidió Esidio Teobaldo Ramos Mariño, alias Meteoro, con un tono de voz apagado. Tenía 45 años, varias cicatrices, era bajo y de ojos achinados. Durante la entrevista que le concedió a PERFIL hace siete meses, defendió a su hermano Rutillo Ramos Mariño, Ruti.
“Llegué a la Argentina hace ocho años, en condición de refugiado. En Perú militaba en el Partido Comunista. En 2001 me detuvieron porque creían que era parte de Sendero Luminoso. Eso es mentira”, afirmó.
—Su hermano fue acusado por la masacre en la villa 1-11-14...
—El estaba con su hijo en el shopping Abasto. Nuestros únicos antecedentes tienen que ver por una causa inventada por asociación ilícita y tráfico de drogas.
—¿Estuvo preso con Ruti y con Marcos?
—Sí, en Devoto. Pasamos tres años y medio. Allí estudiamos la secundaria.
—¿Por qué se pelearon?
—Nunca nos enemistamos con Marcos. Pero nos fuimos a la villa de Retiro.
—¿Tiene miedo de que lo maten?
—No. Soy un simple vendedor de la feria La Salada. ¿Por qué habrían de matarme?
Un mes después de la entrevista, Esidio Ramos Mariñó murió asesinado a balazos en la villa 31 bis de Retiro.