El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina realizó un estudio titulado “Nuevo escenario político económico: estrés y bienestar en una Argentina de transición”, coordinado como es habitual en sus mediciones por Agustín Salvia, donde se analizan "los logros y las fallas" de la gestión de Javier Milei desde que asumió la presidencia a fines de 2023.
El informe comienza explicando que el agotamiento que provocó el régimen político-económico de la postconvertibilidad permitió que surgiera un un nuevo escenario político-económico libertario, cuyos objetivos son la inversión privada, la apertura comercial, el equilibrio fiscal y la exportación, remarcando que “lo viejo está en retirada, pero lo nuevo aún no logra consolidarse económica, institucional ni socialmente”.
Según el reporte, este nuevo modelo aplicó una serie de medidas (ajuste fiscal, desregulación, liberalización de mercados, recorte de subsidios y apertura externa) que tuvieron un impacto directo en todos los sectores laborales y productivos que dependen del mercado interno, lo que se tradujo en una baja del consumo y tensiones en el ámbito industrial donde, remarcan, el principal problema es su limitada capacidad para crear “empleo de baja-media calificación”.
El 40% de las industrias tuvieron que bajar su producción según una encuesta de la UIA
En ese punto, el informe reconoce que “el nuevo régimen libertario exhibe logros macroeconómicos relevantes que ordenan el frente fiscal y monetario: (1) reducción sustantiva de la inflación mensual, tras la corrección inicial del shock de precios relativos; (2) equilibrio fiscal primario por primera vez en más de una década; (3) recomposición de reservas, menor incertidumbre cambiaria y mayor previsibilidad macro; (4) mejora en la inserción internacional, con señales favorables en cadenas de energía, minería y agroindustria; (5) reapertura de oportunidades de inversión, especialmente en sectores transables orientados a exportación”.
Sin embargo, el reporte remarca que estos avances, por si solos, no son la solución para el deterioro social, aunque representan una base estable que podría ser el origen de un nuevo ciclo de crecimiento, si se traduce en empleo formal, inversión y mejoras de los ingresos.
Modo ahorro negativo: el 91% de los hogares está endeudado
Según el reporte, los jubilados que cobran la mínima alcanzaron su mayor nivel en el periodo 2012-2013, pero desde entonces fueron perdiendo gradualmente su poder adquisitivo. El bono dado por el Gobierno trato de compensar ese problema, pero no logró sus objetivos, haciendo que el sector se encuentre, en la actualidad, en un nivel similar al del año 2005. De acuerdo al informe, “en 2024-2025, las jubilaciones mínimas se deterioran lentamente por el congelamiento del bono, mientras que las superiores se han estancado en valores bajos luego de una fuerte recuperación inicial”.

Con respecto a la sociedad en general, el informe señala que hay tres Argentinas diferentes, separadas por su nivel socioeconómico, cultural y laboral. Treinta años atrás, dominaba una matriz donde el 50% era clase media y 20% sectores pobres; en la actualidad, hay 40% de clase media y más de 30% de sectores pobres. Actualmente, en nuestro país existe una pirámide social que se divide de la siguiente manera, de acuerdo a sus ingresos: 3% ricos, 7% altos, 20% integrados, 20% aspiracionales, 20% bajos vulnerables, 20% bajos no indigentes, 10% pobres extremos.

El reporte luego remarca que "la economía argentina, con ciclos cortos de crecimiento y recesión, no logró crecer incluso decreciendo en términos de PBI per cápita desde 2011 hasta 2024. Esto implicó un estancamiento crónico en la riqueza generada las capacidades productivas del país, que debe repartirse frente a una población mayor. Luego del pico de la caída del ciclo en 2023-2024, tuvo lugar el inicio de un nuevo ciclo de recuperación económica".
A continuación, el informe señala que el modelo anterior aumentó el gasto público, "consolidado a niveles cercanos al 40% del PBI" para financiar el consumo, lo que impactó en el déficit fiscal, y reconoce que el superávit logrado por el actual gobierno se debió a "una reducción drástica del gasto".

Con respecto a la inflación interanual de bienes y servicios, el reporte explica que pueden verse "dos dinámicas claras": "hasta el primer trimestre del 2024, el crecimiento inflacionario presenta un aumento mayor en los bienes, y luego un descenso en ambos indicadores, pero especialmente en los bienes. Tanto el descenso de la inflación como el cambio en los precios relativos son logros decisivos de la actual gestión".
El capítulo salarial
En referencia a los salarios, el informe señala que el ingreso promedio de los trabajadores registrados todavía está por debajo de lo conseguido en 2023, y explica que, además de los jubilados, los "grandes perdedores han sido los trabajadores públicos".

A continuación, el reporte explica que las medidas monetarias mostraron mejoras más marcadas que los indicadores perceptuales, lo que sugiere que la baja reducción de la pobreza podría estar sobreestimada mientras la caída de la indigencia puede confirmarse desde otros indicadores. El informe, sin embargo, señala que las desigualdades estructurales continúan, con los estratos socioeducativos más bajos siendo los más golpeados por la crisis, aunque también hay un deterioro importante en los sectores medios.
El reporte remarca un hecho importante: algunos hogares lograron sumar más ingresos, pero eso no les permitió aumentar su capacidad de consumo ni disminuir la tensión financiera que sufren.
En este contexto, el informe explica que la baja reciente de la pobreza se logró por la desaceleración inflacionaria y la recuperación parcial de ingresos, mientras que la caída de la indigencia se debe al éxito de programas como AUH, Tarjeta Alimentar y otros. Según el informe, si no existieran estas políticas estatales la tasa de indigencia “prácticamente se duplicaría, incluso en el escenario actual… Los resultados presentados contribuyen a sostener que los programas son necesarios pero insuficientes para revertir los déficits estructurales”.

Sobre las expectativas a futuro, los sectores más bajos son quienes más ven el deterioro intergeneracional, al considerar que están peor que sus progenitores, pero, al mismo tiempo, tienen grandes expectativas positivas sobre el futuro de sus hijos. Con respecto al nivel coyuntural, el pesimismo sobre la economía crece cuanto más bajo es el estrato social. Consultados sobre el año que viene, “poco más del 40% espera una situación económica peor para el país, mientras que solo un 24% anticipa un empeoramiento para sí mismo/a o su familia”.
Estratos más bajos, los que más retroceden
El reporte explica que durante “la crisis/ajuste, los estratos más bajos son los que más retroceden. En la fase posterior, mejoran sobre todo los estratos medio bajo y bajo. Durante la fase de estabilización, en el estrato muy bajo persiste e incluso se profundiza la cronicidad en condiciones de estrés económico. Asimismo, el estrato medio alto no manifiesta mejoras muy pronunciadas a través de este indicador, como sí sucede con la medida tradicional de pobreza por ingresos”.

Con respecto a la capacidad de ahorro, el informe señala que se mantiene estructuralmente baja: entre 8% y 16% de la población confesó poder ahorrar, “con una tendencia descendente persistente entre 2010 y 2025”, sin embargo, remarcan “el repunte reciente de 2024-2025 es acotado: alcanza apenas para regresar a niveles comparables a 2022-2023 o a los de 2018, sin revertir el deterioro acumulado. Las brechas por estrato socioeconómico son marcadas: el segmento medio-alto concentra la mayor capacidad de ahorro”.
HM/HB