La reciente tragedia en Villa Devoto, donde cinco personas, incluida una niña de cuatro años murieron por inhalar monóxido de carbono (CO), volvió a encender las alarmas sobre los riesgos de este gas imperceptible pero mortal. Conocido como el “asesino silencioso”, el CO se genera a partir de la combustión incompleta de materiales como gas, madera, carbón o petróleo y puede colarse en los hogares sin que nadie lo note.
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El monóxido de carbono ingresa al organismo a través de la respiración. Una vez en los pulmones, se fija a la hemoglobina —la proteína que transporta el oxígeno en la sangre— desplazándolo por completo. “Tiene 250 veces más afinidad por la hemoglobina que el oxígeno”, explicó Francisco Dadic, médico toxicólogo. Esto impide que órganos vitales como el cerebro, el corazón y los riñones reciban el oxígeno necesario, lo que genera una hipoxia progresiva que puede llevar al colapso orgánico.
Los efectos se agravan dependiendo del nivel de concentración del gas en el ambiente. En niveles altos, la muerte puede producirse en cuestión de minutos. En concentraciones más bajas, los síntomas pueden parecer benignos: dolor de cabeza, náuseas, mareos o debilidad.
Síntomas de intoxicación por monóxido de carbono
Los signos varían según la cantidad de gas inhalado y el tiempo de exposición. Entre los más comunes se encuentran:
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Dolor de cabeza
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Mareos
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Náuseas y vómitos
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Debilidad muscular
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Dolor en el pecho
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Confusión o desorientación
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Pérdida de conciencia
En casos graves, pueden producirse arritmias, convulsiones, coma y muerte.
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Qué hacer ante una posible intoxicación
Si se sospecha una intoxicación leve, lo primero es ventilar de inmediato y salir al aire libre. En situaciones más graves, se requiere atención médica urgente con suministro de oxígeno. En algunos casos, se indica tratamiento en cámara hiperbárica para favorecer la oxigenación celular.
Cómo prevenir la intoxicación
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Revisar las instalaciones de gas: las estufas y calefactores deben funcionar correctamente y tener salida al exterior. Si la llama es amarilla o anaranjada, puede ser señal de combustión incompleta.
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Ventilar a diario los ambientes: abrir puertas y ventanas, incluso en invierno, ayuda a evitar acumulaciones peligrosas.
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No dejar encendidos artefactos al dormir: especialmente si no tienen salida al exterior.
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Instalar detectores de monóxido de carbono: estos dispositivos son accesibles y alertan a tiempo en caso de presencia de gas.
En pleno invierno, el riesgo aumenta por el uso intensivo de calefacción. Estar informados y tomar medidas simples puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
LV/fl