Tenía 40 años y por un problema congético necesitaba un doble trasplante cardio-pulmonar. Los órganos nunca llegaron y falleció hace dos días en la Fundación Favaloro. Ahora, su familia donará sus córneas, luego de iniciar una campaña para promover la concientización sobre la importancia de la donación de órganos.
Pablo Martín "Mono" Rodríguez era oriundo de Gualeguaychú, Entre Ríos, y parte de su vida estuvo adentro de hospitales producto de un problema congénito. Sin embargo, tuvo sus largos períodos de vida normal, hasta que su corazón se deterioró casi del todo, por lo que en agosto pasado entró en lista de espera de un corazón y un pulmón en carácter de "urgencia".
Desde entonces, sus familiares y amigos iniciaron una campaña de concientización sobre la donación de órganos. Para Pablo nunca llegaron, pero alguien que está en espera de córneas, recibirá las suyas.
"Nunca pensamos que terminaría con la necesidad de un trasplante, él tenía una vida normal, con algunas restricciones, pero normal", aseguró a Perfil.com su mujer Viviana Fernández, en agosto pasado, cuando la esperanza de la llegada de los órganos que necesitaba su marido era todavía una esperanza.
La semana pasada, antes de morir, Pablo había viajado a su Gualeguaychú natal donde era reconocido por vecinos y amigos, y hasta dio una entrevista a una FM del lugar. En Radio Máxima, Pablo aseguró que era un hombre de mucha fe y dijo que había aprendido a darle valor a las cosas sencillas de la vida, como un mensaje aparentemente simple pero muy profundo. Y luego agradeció a todos los que se movilizaron por su salud, a los medios, a San Lucas, al hospital Centenario, a su cardiólogo "y a los que están orando por mí y a la gente que nos ayuda con plata".
"No es un tema que empieza y termina en Pablo. Uno a veces no se da cuenta hasta que le pasa a uno: donar órganos es devolver la vida y prolongar la vida en otro ser, mas allá del dolor personal", dijo Viviana antes de la muerte de su esposo.
Pablo había nacido con un problema congénito que le provocó una insuficiencia cardíaca. A los 22 meses de edad fue operado en una intervención inédita en el país, que le permitió continuar con una vida normal, hasta el primer desgaste que sufrió, a los 17 años.
"Era muy deportista, jugaba al básquet, al squash, pero a los 17 años su corazón sufrió un cansancio y le prohibieron continuar con el deporte competitivo", había contado Viviana a Perfil.com. A los 27 volvió a tener otra recaída grande, y fue cuando le prohibieron definitivamente todo tipo de deportes y esfuerzos. "Tuvo más de 12 entradas a terapia en su vida", señala Viviana.
Aún así, se repuso y continuó su vida normalmente hasta fines del año pasado. Desde entonces, fue y volvió de varios hospitales, hasta que los médicos le dijeron que debía ser trasplantado del corazón. Luego, supo que por el mismo problema el trasplante debía ser doble: corazón y pulmón. Pero los órganos nunca llegaron.
Pablo murió el sábado pasado. Su partida fue reproducida en varios medios de Gualeguaychú, donde era un hombre muy querido, y la noticia se desperdigó por las redes sociales, donde sus familiares y amigos habían empezado la campaña de concientización para donar órganos. Sus restos fueron velados ayer, en su ciudad natal.