SOCIEDAD
8M, mujeres que abrieron caminos

"El patriarcado está un poquito estropeado pero no se deshilacha fácilmente"

Dora Barrancos, socióloga, historiadora y una de las dos mujeres que integran el directorio del Conicet, es una de las investigadoras argentinas que más han estudiado las cuestiones de género. “No nací feminista pero siempre tuve intuiciones”. Galería de fotos

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Dora Barrancos | Nestor Grassi

Prefiere hablar de feministas o de feminismos antes que usar el singular para dar cuenta de la pluralidad de manifestaciones por los derechos de las mujeres. Dora Barrancos, socióloga, historiadora y una de las dos mujeres que integran el directorio del Conicet, es una de las investigadoras argentinas que más han estudiado las cuestiones de género. “No nací feminista pero siempre tuve intuiciones”, le cuenta a PERFIL en su casa de Floresta. “Seguramente muchas mujeres de mi edad tuvieron intuiciones respecto de esa actitud de hacernos valer, de sostener ideas. El instrumento mayor que me ha caracterizado en cuanto a la habilitación de esas intuiciones de corte defensivo frente la hostilidad o el avasallamiento de los varones siempre fue el conocimiento”. 

Barrancos sostiene que del feminismo de los '70 –del que formó parte– al Ni Una Menos de hoy se ha transformado la composición de los feminismos. “Ha habido un reverbero extraordinario entre las nuevas generaciones. Me impacta muchísmo que hoy las jóvenes adolescentes se digan feministas. Entonces allí la noción toma esa vía de revulsivo social que era tan propia de las mujeres del siglo XIX y de nuestras congéneres anticipadoras de las luchas del '20. Había que tener un gran valor para decirse feministas en medios acérrimos, de conjunciones tan conservadoras. Yo creo que las transformaciones recientes son de altísimo impacto. Hay feminismos de todos los colores, de todas las caracteristicas pero unánimes en esa cuestión de la autonomía de las mujeres, en impedir más sometimientos, humillaciones y exterminar las fuentes de violencia patriarcal contra las mujeres”.

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—¿Y el patriarcado cambió en esos años?

—El patriarcado ha cambiado un poquito sus mañas, está un poquito estropeado pero no se deshilacha fácilmente. Hay un zócalo patriarcal que forma parte del poder simbólico, societal, que fortalece los imaginarios respecto de las funciones masculinas y las funciones femeninas. Se ve claramente en el mercado laboral cómo el patriarcado goza de buena salud todavía. Creo que el mercado laboral es el lugar donde más se infringen los derechos de las mujeres. El patriarcado ha sido muy retado, anda corcoveando pero goza todavía de buena salud. Ese es el reto que tenemos por delante, eliminar los valores patriarcales.

—¿Qué otros retos ve para lograr equidad de género?

—Los retos inmediatos que tenemos las mujeres –y esto es unánime en todos los feminismos– es que tenemos que conseguir el acceso libre y gratuito al aborto. Es nuestra lucha inmediata. Ahora felizmente se puede debatir, recogemos ese guante con extrema convicción. Hay que convencer a nuestros representantes. Tenemos que hacer mucho en relación al mercado laboral, es ominoso que todavía  haya actividades para mujeres y actividades para varones. Y que las actividdes de mayor productividad, de mayor nivel de ingresos recaiga sobre los varones. El techo de cristal aparece en todas las dimensiones de la vida laboral. En la carrera científica las mujeres somos mayoría, el Conicet tiene 53% de mujeres. Pero las mujeres están subrepresentadas en los niveles más altos de la pirámide. Hay que hacer muchísimo para disolver las fuentes de la inequidad.

—¿Cuáles son las trabas en la carrera científica? ¿Por qué pocas mujeres llegan a ser jefas de laboratorio?

—La ciencia es una de las fuentes patriarcales más excelsas. El siglo XIX es el siglo que justamente pregoniza el conocimiento racional y por lo tanto les da estatuto a las ciencias. Después ha habido desde luego un desarrollo muy acelerado de las ciencias pero su clave de nacimiento es el orden patriarcal. A menudo la ciencia ha contribuido a la segregación racial y de género. Efectivamente los laboratorios por lo general tienen una gran rigidez piramidal, hay un orden muy autorizante. En algunos lugares del mundo, las mujeres padecen bastante los laboratorios. Podría decir que en Argentina la vida en esos ámbitos suele ser menos dura que en otros lugares. Además, el 85% de la actividad doméstica, reproductiva, asistencial recae sobre las mujeres. Y las científicas no quedan al margen de esas obligaciones. Para las mujeres es más difícil hacer un número mayor de papers.