México – Una gran familia se acomoda para ver Los otros –una película de terror con la
blonda
Nicole Kidman como protagonista– mientras una pareja busca un lugar para
darse algunos arrumacos; nada especial para una función de cine salvo porque la exhibición se
desarrolla
en un cementerio en lugar de una típica sala con pantalla grande y donde los rezagados
deben acomodarse sobre las tumbas en lugar de las últimas butacas.
“Lidia Derats, 3 VIII 1933-9 XII 1997 Tu sonrisa y tu bondad estará siempre en
nuestro recuerdo. Tu esposo e hijos”, reza la leyenda en una de las lápidas del
cementerio de Tlalpan, al sur de la capital azteca, donde una pareja que llegó demorada a la
función debe acomodarse con su recipiente de café y una enorme bolsa de pororó.
Sin embargo, la pareja disfruta de la función como el resto de los
300 asistentes del público, que llegaron a tiempo y lograron ubicarse en las
sillas colocadas bajo un toldo improvisado sobre el camino central, a cuyos costados se encuentran
bóvedas familiares y tumbas,
con la pantalla instalada frente a la pared del crematorio.
Ni la noche cerrada y fría, ni los gritos y el suspenso de la película
amilanaron a padres con niños, ancianos y adolescentes en el comienzo de un ciclo de filmes
de terror que se exhiben en el cementerio de Tlalpan, y en homenaje al 2 de noviembre, el Día de
los Muertos. De hecho, a unos metros, una pareja perdió todo interés en la película de
Alejandro Amenábar y está plenamente dedicada a las caricias y los besos en la puerta de entrada de
la bóveda de la familia García Giménez, mientras unos niños juegan con un perro acostado en otra
lápida.
“Quería ver algo que me asuste. No es algo natural, pero sí muy divertido.
Yo no tengo ningún familiar sepultado aquí, aunque no me molestaría si se hiciera un
espectáculo donde esté enterrado algún familiar, pero no iría”, remató Adriana
Cortéz, una joven de 25 años que no quiere perderse los detalles de la actuación de su actriz
preferida.
La particular relación de los mexicanos con sus muertos, que se reproduce todos los años con
masivas visitas a los cementerios para dejar ofrendas, comidas o enseres que fueron de su gusto en
vida, explica la idea del peculiar ciclo que continuará con filmes como
El santo versus las bestias del terror o el clásico
El fantasma de la ópera.
“Nos gusta este sincretismo entre las culturas precolombina e hispana. No es que nos
reímos de la muerte, más bien es hasta cierto punto una irreverencia. De algún modo, es
probar qué es lo que puede pasar con el miedo”, remató el responsable del ciclo,
Héctor Illanes. El creador también comentó que antes de anunciar la iniciativa los
organizadores le pidieron permiso a los familiares de los sepultados en el cementerio y “a
ellos la idea les pareció bastante divertida”.
La
original iniciativa tal vez sería impensada en cualquier otro país
latinoamericano, donde el culto a los muertos está básicamente asociado al hecho trágico de la
pérdida, aunque para el antropólogo y escritor
Claudio Lonmitz existieron “puntos en común” en la etapa precolombina.
“El concepto de que existe una peculiaridad mexicana en la muerte es relativamente nueva. La
diferencia es que en México el intento, sobre todo de la Iglesia, para modernizar esa celebración,
para eliminar la pompa, fue un fracaso total”, sostuvo Lonmitz, quien acaba de publicar su
libro
Idea de la muerte en México.
El especialista agregó también que “los intentos por quitar estas tradiciones, vistas
como arcaicas incluso por la Iglesia, fracasan estrepitosamente en México, pero sí tuvieron éxito
en (el resto de) América Latina”. De hecho, una adolescente, Andrea Noborrón, de 14 años,
concluyó:
“Yo le tengo más miedo a los vivos que a los muertos. Los vivos te roban, te
maltratan”.
Fuente: Oscar Laski (AFP)