Primero fue la creación del Distrito Tecnológico en 2008, y a partir de ahí, el desembarco de diferentes empresas del sector techie; luego, en 2011, la inauguración de la estación Parque Patricios. Cuatro años después, en 2015, el gobierno porteño inauguró su Jefatura. Se trató, en definitiva, de cambios urbanísticos en el barrio de Oscar “Ringo” Bonavena y del Club Atlético Huracán, que transformaron su bucólica vida diaria en un permanente ir y venir de personas –en especial, jóvenes– y le modificaron para siempre la cara a la zona.
Ahora, y a partir de estos cambios, todo parece indicar que llegó la hora de la gastronomía. A los históricos bares, restaurantes y pizzerías de la zona se les sumaron locales de comidas de autor, los cuales posicionan al barrio como un verdadero polo gastronómico del sur porteño.
Entre estos figuran Il Ombú; el Bodegón El Globito y Sangiovese Mercato. También, Patio Funes, y la Pulpería del Cotorro, uno de los primeros bodegones en hacer pie en la zona.
El club del buen comer. En la calle Patagones 2976 se encuentra Il Ombú, una típica trattoria italiana en la que la calidad, conformación y presentación de sus platos nada tiene que envidiarles a los restós de Puerto Madero, y marcan su diferencia. En ellos se nota la mano de los excocineros de Marcelo Ristorante y de Piégari, junto a la profesionalidad de los mozos y sommeliers a la hora de atender a los clientes. Pastas, risotto, carnes en su punto justo, frutos de mar, pescados y postres forman parte del menú, el cual es acompañado por una completa carta de vinos provistos por las mejores bodegas del país.
“Abrimos en plena pandemia, hace un año y medio, vendiendo take away. Elegimos este barrio por el crecimiento que se viene dando a partir de la llegada del gobierno porteño y las empresas. Nos gustó el desafío, y no dudamos”, afirmó Daniel Pérez, uno de los socios del lugar.
“No había un restó de este nivel en el barrio, en el que podés degustar platos exquisitos y disfrutar, a la vez, de un ambiente familiar y descontracturado. Si bien tenemos un público corporativo durante los mediodías, el 95% de los clientes de la noche son familias del barrio y de otras zonas de la Ciudad”, agregó.
Un gran cuadro del abrazo entre Juan Domingo Perón y Ricardo Balbín domina la decoración del lugar y no pasa desapercibido. “Es nuestra carta de presentación. Es un símbolo para los argentinos. Acá vienen clientes de todas las ideologías, no hay grieta que valga”, concluyó Pérez.
Desde hace unos cuatro meses, en la propia sede del Club Huracán, en Caseros 3159, funciona el Bodegón El Globito. Descendiente directo de la clásica pizzería El Globito, que abrió sus puertas en los años 30 e hizo de la pizza al molde su especialidad.
La carta del bodegón se caracteriza por sus precios accesibles, platos abundantes, ideales para compartir, y una muy recomendable carta de postres bodegoneros. Los aplausos se los llevan las milanesas rellenas, las carnes a la parrilla y las tortillas de papas rellenas. Los sorrentinos rellenos de jamón y queso tampoco se quedan atrás. Entre los postres sobresalen el flan mixto, la chocorta y el clásico queso y dulce.
Tal como si fuera un rincón de Italia en pleno Parque Patricios, Sangiovese Mercato se erige como una alternativa valedera a la hora de degustar platos típicos de aquel país, maridados con vinos de pequeñas bodegas nacionales.
El sommelier Sebastián Carrizo y el cocinero Marcelo Moncalvo están al frente de este proyecto gastronómico que abrió sus puertas en febrero de 2019, casi de manera artesanal, y concitó la atención de vecinos y clientes frecuentes. “Nació como mercado de venta de pastas, embutidos, quesos y vinos, pero se transformó en un pequeño restaurante, con pocas mesas en la vereda, casi un emprendimiento de garaje”, explicó Carrizo, con pasado en restaurantes de la talla de Il Ballo del Mattone, Il Gran Caruso y La Strada.
Entre los platos del Mercato sobresalen los gnocchi tricolor; los ravioli di ossobuco; bruschettas de salmón rosado, burrata, nero di seppia, sorrentinos di prosciutto e formaggio; caramelle quattro formaggi. Entre los postres, el tiramisú se lleva los aplausos de quienes visitan el lugar.
Otra “especialidad de la casa”, que termina de darle esa impronta italiana es la ambientación del salón y la música especialmente elegida por Sebastián (intérpretes italianos y argentinos de los 60 y 70), que hacen aún más amena la permanencia en el local de la calle 24 de Noviembre 2183, casi esquina Rondeau.