Hacía dos años que la artista rosarina Nicola Costantino venía trabajando en un proyecto sobre Evita. Lo había presentado en varios lugares sin respuesta, hasta que fue elegido para el pabellón argentino en la 55º Bienal de Venecia. Su sueño comenzaba a transformarse en una realidad que, sin embargo, terminó en polémica. “El curador y la artista consideran este espacio innecesario y que puede confundir la interpretación de la obra”, dice el cartel que colocaron Nicola y el curador Fernando Farina para manifestar su descontento con el agregado que el Gobierno nacional hizo a su instalación “Eva-argentina, una metáfora contemporánea”.
“A la Presidenta le gustó mucho la instalación pero dijo que quería que la obra terminara de otra manera, para que el final no fuera la muerte de Eva. Hice bocetos y proyectos pero no les gustaron. Faltaban pocos días para viajar a Venecia y me dijeron que ellos prepararían algo para el cierre. Pensé que iban a hacer algo cuidadoso, criterioso y por eso les confié el armado del final. Mi obra no es para nada dogmática ni peronista, muestra una visión más poética”, explica la artista a PERFIL.
La instalación de Costantino está dividida en cuatro partes que reflejan distintos momentos de la vida de Evita. Las dos primeras son videoinstalaciones, en las que la artista representa ella misma a Eva Perón, en distintos matices. Luego, Evita desaparece y sólo queda un arnés motorizado, que representa el sostén que la sostuvo durante su enfermedad, que choca contra las paredes de una habitación. En la cuarta, se muestra su relación con el pueblo, a través de una mesa de acero con una montaña de lágrimas, que representan la tristeza de la gente ante su muerte.
En una quinta sala, el Gobierno montó un “espacio informativo institucional” con tres videos producidos por Tristán Bauer, titulados Vida, Muerte y Resurrección. El último de ellos contiene imágenes del ex presidente Néstor Kirchner, de la presidenta Cristina Kirchner y de La Cámpora.
“En el video se veían pancartas de La Cámpora, como si Eva hubiera resucitado y viviera en la juventud de La Cámpora. Recién lo vi en la inauguración. Me cayó mal cuando noté que afectaba mi obra. Ningún país pone un espacio para explicar un personaje político o para demostrar la actualidad política. El arte es atemporal, no tiene nada que ver que tengamos un gobierno peronista en este momento”, se lamenta Costantino.
La artista reconoce que ya en Venecia, le manifestó al vicepresidente Amado Boudou que los videos agregados eran innecesarios y que temía que fueran mal recibidos por los críticos de arte y los organizadores de la Bienal. Cosa que, según ella, sucedió. “Recibí muchos cuestionamientos por esto. Un periodista de la BBC me dijo enojado que ni el gobierno de China, que es comunista, pone cosas del país en un espacio de arte. Los salones tienen que ser apolíticos. Varios pensaron que estaba de acuerdo con eso y tuve que salir a aclarar que no tenía nada que ver. Me alteró totalmente la obra, que justamente se proponía desarmar el discurso político”.
A raíz de las repercusiones negativas, la autora decidió colocar un cartel de protesta y además desconectó los televisores de la polémica sala. “Es mi obra, pongo mi nombre y tengo derecho a cuidarla. No voy a permitir que lo vuelvan a encender. Creo que tengo el derecho a desactivar algo si compruebo que afecta a mi trabajo. No era mi intención de que se hablara de esto más que de la obra, no quiero que se hable más de esto” insiste.
Desde el Gobierno nacional se mostraron muy sorprendidos ante las declaraciones de la artista, y aclararon que no tuvieron contacto con ella tras sus dichos. “Todo esto me parece muy incorrecto. El cartel lo instalaron una vez que nosotros ya nos habíamos vuelto. Eso no se hace, el pabellón es del Estado nacional”, dijo a PERFIL la embajadora Magdalena Faillace, encargada de la Bienal.
Faillace asegura que durante la estadía de la representación argentina no recibieron ninguna queja, ni de la artista, ni del curador. Y admitió que, si bien Costantino sabía de la existencia de los videos, no conocía sus contenidos. “Nosotros respetamos absolutamente toda su obra, sin modificar nada. Los videos estaban en un espacio separado de la instalación de ella”, agrega la embajadora, que no quiso hacer más declaraciones para no confrontar con la artista “en los medios”.
Farina coincide en que él y la artista habían acordado el añadido de los videos siempre y cuando no contradijeran el espíritu de la obra. “Hablamos de la posibilidad de la existencia de una quinta obra que diera un cierre actual, enfatizando la vigencia de Eva. Siempre se habló de que jamás se haría algo propagandístico ni contradictorio con el resto de las obras, ya que nadie lo quería.”
Y si bien admite que la obra de Nicola es política, el problema es que este agregado sumaba confusión e incluso tenía algo de contradictorio con el planteo. “Entiendo que es un error, no un uso político. No creo que alguien pueda ser tan torpe como para imaginar que se debe hacer política partidaria en la Bienal de Venecia”.
Sus colegas la respaldan
Distintos artistas consultados por este diario coincidieron en la “originalidad” y la “excelencia” de la artista que representa al país en uno de los encuentros de arte más importantes del mundo.
Frente a los dichos de Costantino, la artista plástica Nora Iniesta sostiene que es importante que todo lo acordado quede por escrito, para evitar cualquier inconveniente. “Cuando uno no deja las cosas por escrito previamente, ahí es donde aparecen los abogados. Uno tiene que aprender, y lo digo con dolor, a dejar todo escrito. Los acuerdos ya no pueden ser de palabra, tienen que ser de partes. Estaría bien si ella lo hubiera aceptado, pero desconozco en qué terminos ella arregló con Cancillería”.
Y aclara que “siempre hay dos verdades y dos campanas. Debe haber otras cosas que no se saben. Es difícil opinar sobre lo que uno desconoce”.
Por su parte, la artista Dalila Puzzovio dice que “uno en las muestras siempre se siente un poco manipulado, es una insatisfaccción que le queda al artista. Pero algo tan violento que desvirtúe la obra nunca me pasó. Porque no es cuestión de estar a favor o en contra, es tergiversar el sentido de la obra. Si el artista fue invitado, hay que respetar su espacio. Si no va a ser así, mejor no invitarlo”.
Y exclamó: “Si a mí me pasara algo así, me sentiría muy frustrada”. La artista Marina de Caro concluyó: “El arte debería ser autónomo de todo. La política no debería intervenir en la obra de un artista”.