Cuando pasen los siglos, el suceso histórico top a rescatar de esta semana habrá sido el saludo que la Presidenta le allegó a Macri por ganar la elección capitalina. Tan ásperos andamos entre nos, que esta nadería social impactó tanto como los votos. "¿Qué hizo el país con su vida?" solía preguntarse Roberto Arlt.
De hacerlo hoy se diría lo mismo que quizás se dijo entonces. Esto es: lo que hace el país es joderse por lo que hacemos con su vida. Otra respuesta no hay. Nuestra historia discurre crispada. Violencia fatal en las calles. Inseguridad fatal en las frases. Hay más insultos que saludos. Abunda el político bocón. El mandamás en serie. La copia se come al original. El artista a granel al artista creador. Hay avispados que aún venden la fórmula del engrudo. Lo falsario, lo airado y lo trucho impiden haya vida normal en el país de Roberto Arlt. El reciente derrape cerebral de Fito Páez no fue una mosca blanca. Lo que hizo "al joderle al país su vida" fue sincerar el ideario conservador que subyace en más de un intelectual que pasa hoy por jakobino. Los hay, y son fáciles de reconocer. Por la sintaxis soberbia, por no saber traducir sus abstracciones al lenguaje común, por caer en irritación y no en reflexión, cuando, por ejemplo, deben deglutir el triunfo municipal de Macri. Hubo quienes tragando sapos intentaron desfitar a Fito. Imposible: el "asco" ya había salido de su boca. Lo que sorprende es que un líder menor, como Macri, descompensara testas que según la solapa de sus libros son relevantes. ¿Tanto peligro ven en Macri? A mi me parece "del montón". Ni lo voté ni me quita el sueño ni le veo futuro. Sin embargo, alguien (y no fue el único) disparató más allá de lo que permite el uso de la razón. Compruebesé: "Fito Páez ha expresado una opinión con una "considerable" valentía. El porcentaje de votos que recibió el señor Macri habla de una nación o de una ciudad-nación atravesada por el fascismo en su mayoría y creo que eso es muy riesgoso. Basta remontarnos en la historia. Adolf Hitler no ascendió al poder por un golpe de Estado, sino que ganó elecciones". Esta "considerable" estupidez pertenece al escritor Marcos Ribak, quien firma con el seudónimo de Andrés Rivera, in-te-lec-tual que durante décadas simpatizó con el stalinismo, del cual, como se sabe, el fascismo (al que refiere) es su antesala. Rivera no es el único alterado. Otros tonantes, ilustrados progres (González, Jozami, entre ellos) reaccionen como señoras gordas de un Gorilaje Nacional de Izquierda. ¿Qué diría mi preclaro amigo Juan Carlos Portantiero si los viera danto estos tumbos? ¿Tantas lecturas, luchas y diplomas para acabar en el corset de Carta Abierta? ¿Acabar el curriculum fogoso como solistas del oxímoron llamado "pensamiento único"? ¿Qué temas tratan allí? ¿La corrupción? ¿Schoklender? ¿La inflación? ¿Llamaron a reunión urgente para apoyar a Alderete en Jujuy?
También en las bajuras del Poder la irritación impone estilo. Soberbia presidencial. Prepotencia de Fdez. Tropelías de Moreno. Incontinencias de Mariotto. Gansadas de Braga Mdez. En las honduras de la O-po-si-ción se da menos. Parte porque mantienen la compostura y controlan mejor la hipocresía, y parte porque el matonismo oficial les permite sacar ventaja social de un abelismo que la sociedad agradece. Así la cosa, camino de Octubre y con estos personajes en escena. Mucho mejor que sufrir es soñar. O imaginar. "Todo lo que existe fue imaginado alguna vez" decía Blake. ¿Por qué no? Bien que nos vendría que en vez de replicar carotas, slogans y promesas en las que nadie cree, se nos diera como fuese una millonaria pegatina de afiches renovables de Confucio y de Sarmiento a ser leídos de La Quiaca a Lapataia. Y luego, esperar a que empollen. En uno, en dos, en tres, en cuarenta millones. Puede que se produzca un contagio por iluminación, y que de a poco pasemos del fétido confusionismo que nos embarga a un flamante confucianismo liberador. La gimnasia es sencillísima y consta de dos pasos. 1/se toma envión en lo más hondo del yo y se salta de la pavada a la conciencia 2/ se abandonan las casillas de Kirchner o Macri o Duhalde o el que sea y se pasa a ocupar las de Confucio o Sarmiento. ¿Quien se atreve al cambio? ¿Usted señor? ¿Señora usted? ¿Quién de nosotros empieza primero?
(*) Especial para Perfil.com.