Roger Waters abandonó el miércoles pasado Buenos Aires para disfrutar de la tranquilidad y quietud del sur patagónico. El músico inglés viajó a San Martín de Los Andes, donde pasó algunos días en la zona del lago Lolog y otras estancias aledañas que bordean otros lagos próximos a San Martín. Fueron dos días de pesca, parrilladas y puro relax.
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La semana comenzó con un reconocimiento especial en Buenos Aires. El lunes, previo al último show, el Club Atlético River Plate le realizó un homenaje al mítico líder de Pink Floyd por su exitosa serie de recitales en Buenos Aires. Allí le entregó una placa y una camiseta oficial de banda roja con la inscripción “9 ROGER” al dorso.
Por la noche, en el Library Lounge del hotel Faena, él organizó una cena despedida para no más de diez personas. Allí, también estuvo su enólogo personal, quien lo viene acompañando durante toda su gira por Latinoamérica. La velada fue animada por Pitingo, un cantante de flamenco español y soul latino que esa semana se presentaba en La Trastienda y que para Waters hizo un acústico. Y el martes finalmente Waters dio el último recital en River que además fue grabado para un futuro DVD.
El miércoles después del mediodía, el músico abandonó Buenos Aires y arribó en avión privado, primero, a Bariloche y desde allí en helicóptero voló hasta el aeropuerto de San Martín de los Andes. Una vez allí, se dirigió a un campo ubicado a las afueras de la ciudad con una sola consigna: descansar. Ya desde los primeros minutos, se mostró fascinado con su primera visita a la Patagonia, el lugar para realizar una actividad de la cual es fanático: la pesca.
