Un estudio de la Agencia de Protección Ambiental del gobierno porteño determinó que la Ciudad de Buenos Aires ocupa el cuarto lugar en el ranking de las más ruidosas del mundo (después de Nueva York, Tokio y Nagasaki), según informó el Diario Libre. El transporte público se encuentra entre las principales causas de contaminación sonora.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dictaminó que los niveles de ruido no tendrían que exceder los 55 decibeles durante el día y los 45 durante la noche. Sin embargo, en Buenos Aires promedian 70 u 80 decibeles. Según el organismo, cuando los decibeles superan los 70, causan molestia física. Por encima de los 90 decibeles, las emisiones sonoras ocasionan daño al organismo.
Tras la sanción de la Ley 1540 de Control de Contaminación Acústica –que multa a quienes superen los límites permitidos en la Ciudad- se avanza con la instalación de 41 torres de monitoreo inteligente que servirán para elaborar un mapa de ruidos y así poder tomar medidas que mejoren la situación.
Los sonómetros que están instalados arrojaron sus primeros y decisivos datos: en el cruce de las avenidas porteñas Santa Fe y Callao se registra un promedio de 77,7 decibeles de día y 73,8 de noche ; en José María Moreno y Rosario (en el barrio de Caballito) el rango es de 76,6 a 72,7 ; en Rivadavia y Medrano (Almagro), 76,2 y 72,2 ; y en Viamonte y Suipacha (microcentro), de 75,3 a 70,7.
Las zonas con mayor contaminación acústica halladas por el gobierno porteño en sus mediciones fueron Microcentro, Retiro, Monserrat, Barracas y Constitución. En Aeroparque se registra el mayor nivel de ruido de la ciudad. Al despegar los aviones los decibeles llegan a 146.
El subte es otro de los lugares característicos de contaminación acústica. Un estudio realizado por la Universidad de Tres de Febrero demostró que en la línea C de subte hay picos de ruido de entre 106 y 114,5 dB.
A nivel salud, el ruido constituye una fuente de contaminación pocas veces tenida en cuenta. Afecta seriamente a la capacidad auditiva y provoca el envejecimiento prematuro del oído, sordera y daños irreversibles en el sistema auditivo. Además ocasiona otros trastornos en el organismo, como alteraciones cardiovasculares, falta de concentración, aumento del estrés, síndromes de depresión, problemas en el sueño y disminución del apetito sexual.