Las paredes y estructuras edilicias de los viejos caserones de San Telmo fueron testigos únicos del desarrollo y crecimiento de la Ciudad a mediados del siglo XIX. Bajo el techo de esas mansiones se albergaron familias de la alta sociedad porteña. Muchos de estos edificios tenían pisos superiores y dos o tres patios centrales rodeados de varias habitaciones. Con los años, y de la mano de situaciones particulares como la epidemia de fiebre amarilla en 1871, muchas de estas casas quedaron abandonadas, y fueron ocupadas por las primeras oleadas de inmigrantes. Nacían así los primeros complejos habitacionales que se denominaron conventillos.
Hoy, después de casi 150 años varios de estos inmuebles recuperaron esa vieja tradición porteña reconvertidos en exclusivos hoteles boutique. La tipología de estos caserones, se adapta perfectamente a este nuevo formato hotelero que a la preservación de la arquitectura original le suma la exclusividad y trato personalizado. El público al que apuntan son turistas de alto poder adquisitivo que buscan alejarse de la impersonalidad que ofrecen las grandes cadenas hoteleras.
En el último año se inauguraron dos de ellos, Patios de San Telmo, y San Telmo Luxury. En la actualidad, unos diez hoteles boutiques de este tipo en total se encuentran distribuidos en San Telmo y Montserrat. Los precios parten de los U$S 130 la noche en una habitación doble y cuentan con una ocupación que oscila entre el 60% y 80% según la época del año.
“La reconversión de un viejo conventillo en un hotel boutique es muy interesante porque además de darle vitalidad a la zona se recupera el patrimonio arquitectónico de la Ciudad”, señaló Andrea Cerletti, del Casco Histórico porteño. “Fue un gran desafío volver el edificio a su estado original, sobre todo por la falta de planos”, aseguró Miguel Angel García, uno de los dueños de Patios de San Telmo. “Recuperamos pisos, mármoles y dinteles. No tiramos una sola pared, los ladrillos del patio central son originales”, añadió.
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