SOCIEDAD

Se complica el control del incendio en Traslasierra

Ya se perdieron miles de hectáreas y especies animales y vegetales. Los bomberos tienen recursos escasos y los vecinos colaboran en la lucha contra el fuego.

El incendio se inició el miércoles pasado.
| Inés María Correa

Hoy lunes, después de cinco días de fuego permanente y por momentos enfurecido, las sierras siguen encendidas y aún no se puede controlar la situación. El Valle de Traslasierra se encuentra ante una de las peores catástrofes naturales de los últimos años.

Ya se quemaron casi íntegros los bosques nativos de tabaquillos. Algunos hablan de 3.000 hectáreas de bosque incendiadas, aunque aún no se pueden estimar con precisión los daños reales.

Se perdieron los bosques de tabaquillo y maitén, que sirven para atraer las nubes y, dentro del ecosistema, alimentar los ríos y arroyos de alta montaña. También fueron consumidas por el fuego todas las especies animales y vegetales que viven en ese hábitat: los cóndores, el águila blanca, el zorro, colorado, el puma entre otras especies.

Pablo Friedländer, presidente de la Fundación de Actividades Bioesféricas, viene trabajando con voluntarios en la reforestación del tabaquillo, especie fundamental para colaborar con todas las especies vivientes de las sierras, por lo que se lo conoce como “ordeñador de nubes”. Friedländer, preocupado, afirma que “la desaparición de estos bosques va a producir un daño incalculable”.

Los Molles es un pueblo al pie del Cerro Champaquí, el más alto de la Cadena de los Comechingones. Desde allí se puede divisar los daños que hasta ahora ya ha provocado este incendio. Los vecinos de este paraje, entrevistados por PERFIL, informaron que el fuego se inició el miércoles por la noche.

En ese momento dieron aviso al Cuartel de Bomberos de Villa de Las Rosas, el pueblo cabecera. Pero, al existir al mismo tiempo otros focos en la zona, y al no contar con personal ni equipos suficientes, no pudieron iniciar el operativo de extinción de inmediato.

Fueron esos mismos vecinos quienes, a lomo de mula, con mantas y equipos rudimentarios, se adentraron en las alturas para empezar a combatir el primer foco. Pasando los días, se fueron sumando más y más personas que pusieron su esfuerzo, arriesgaron su vida y pasaron la noche acampando para intentar que los focos, ya eran inmanejables, no causaran más daño, y para pérdidas de viviendas ni de vidas humanas.

Esos vecinos, que estuvieron en la línea de fuego desde primer momento, recién el sábado subieron a la montaña equipos de bomberos, helicópteros y aviones hidrantes para combatir el incendio que ya se había vuelto inmanejable. Aunque se pudo controlar en algunas áreas y se mantienen guardias de ceniza, siguen existiendo otras que están encendidas.

Siendo una zona considerada de riesgo por los múltiples incendios, los Bomberos no cuentan con una infraestructura y equipos adecuados para estas emergencias, y aunque tengan buena voluntad no llegan a cubrir estos eventos.

La información que más circula es que la misma gente que vive en la montaña prende el fuego para limpiar las pasturas o que no baje el puma a comer el ganado, pero nunca previeron que el incendio se iba a desmadrar de esta manera. Vecinos, autoridades e instituciones ruegan mayor conciencia ecológica, ya que los daños de este incendio se van a sufrir por muchísimos años.

(*) Especial para Perfil.com