SOCIEDAD
Daniel Meaglia, entrenador

Susana transpira para volver a la TV

Trabaja junto al médico gurú de la alimentación, Máximo Ravenna, en cuya clínica conoció a la paciente top, esa que le reportó la tapa de las revistas y las guardias de los fotógrafos: Susana Giménez. Tanta fue la simbiosis entre los dos, que él la acompaña en sus viajes por Punta del Este o Miami para que ella no pierda su ritmo continuo de entrenamiento, que ya lleva un año. “Su” vuelve a la tele en abril y, entre otras cosas, lucirá una figura afinada, producto de las dietas y también de Daniel Meaglia, su profe, quien la define como “una mujer perseverante y tenaz que sabe lo que quiere”.

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ENTRENAMIENTO TOP. Meaglia entrena a Susana. Practican ciclismo, body walking y caminata intercalada con elongacin. | Cedoc

En uno de los escritorios de la oficina de Daniel Meaglia, las fotos familiares conviven con otras en las que el dueño de casa posa junto a Rubén Rada o con Daisy May Queen, pero la más linda es una en la que junta cachetes con Georgina Barbarossa. La imagen de Susana Giménez se destaca por el tamaño y, además, porque tiene una dedicatoria personal escrita en marcador indeleble negro.

“Chicos, si van a sacar fotos a las fotos, que por favor no se lean las palabras de Susana”. Antes del click, el personal trainer aclara: “Nunca le pedí una foto a ella, las que circulan las sacaron sin que me diera cuenta”.

Es que una de las virtudes del preparador físico es la discreción, que la diva sabe retribuir con confianza. El pedido del profe recobra valor porque es uno de los encargados de controlar un tema sensible para “Su”, y para casi todos los mortales: el peso. Es quien la hace transpirar, quien la motiva a ejercitarse y a mantener esa figura que supo lograr, con seis kilos bajados durante el último año.

Los medios reflejaron con admiración el descenso de peso de la rubia, pero como el año pasado ella eligió estar fuera de la pantalla chica, las referencias que llegaban era alguna esporádica entrevista en la que ella mencionaba sus logros. Ahora “la Giménez” decidió volver a la tele: la cita es en abril próximo, y su figura más estilizada no podrá ser usada como burla por la gente de CQC.

—¿Cuál es la frecuencia de trabajo de Susana?
—Mientras Susana puede, trabajamos diariamente. Cuando está en Buenos Aires trabajamos todos los días, cuando está en Punta del Este la acompaño en ocasiones, y acabo de llegar de Miami.

—¿La acompañás en los viajes, también?
—Sí, este año estuve 15 días en Punta, pero en invierno iba todos los fines de semana. Hoy la acompaño en la medida de mis posibilidades.

—¿Cuántas horas ejercita?
—Ella personalmente entre una hora y una hora veinte. Es su plan de clase, pero puede ser que algún día no hagamos actividad por algún tipo de compromiso que le presenta su profesión.

—Después de un año se debe notar el progreso...
—Sí, cada uno puede ver como ella está. Su objetivo era mantener y mejorar su calidad de vida, y lo logró. No importa tanto cuánto bajó ni la clase de ejercicio que hace.

Sin polvo de ladrillo. Antes de aparecer en la tele como el profe de los ejercicios, ese que desmitificaba sobre la creencia que indica que sólo con hacer abdominales la panza se evapora; mucho antes de que su cara se hiciera familiar a los paparazzi que quieren robarle una foto a Susana transpirada y en calzas, Daniel Meaglia jugaba al tenis. Y parece que muy bien. Sus rivales de aquella época pueden dar fe del drive del profe. Martín Jaite, los Gattiker o el mismo José Luis “Batata” Clerc, uno de sus últimos rivales.

A partir del momento en el que decidió su actual profesión, Meaglia no volvió a ensuciar sus zapatillas con polvo de ladrillo, aunque está recibido de entrenador. “El tenis fue un deporte que me abrió mucho en lo social, pero tal vez perdí mucho de mi infancia”, analiza sin rencor.

Su madre, también profesora de educación física, está rankeada a nivel nacional en su categoría (72 años), y su padre es un Roger Federer de 77 años: lidera el ranking mundial para jugadores de su edad. Meaglia no tenía demasiadas opciones en aquella infancia en Vicente López, cuando Susana no necesitaba de personal trainers para verse flaca.

Gimnasia con gusto y sin torturas. Según Meaglia, es más fácil lograr que la gente se anote en un gimnasio que asegurar su continuidad con las ganas intactas. La palabra para definir ese desapego es “adherencia”, y –según el profe– es difícil de lograr porque las técnicas que se aplican no se dirigen en el mismo sentido que el gusto o la necesidad de los interesados. Todo parece indicar que, en el caso de Susana, el concepto prendió.

“No puede ser que la edad promedio dentro de un gimnasio sea de 22 años –se queja–. La gente grande no logra adherencia".

Lo innovador de Meaglia y los doce profesores que trabajan en su equipo es que intentan escuchar los deseos de sus alumnos y adaptan las clases al ánimo y las posibilidades de ellos. “Lo que hago es pregonar el mensaje de la OMS (Organización Mundial de la Salud): la educación física sirve para mejorar la calidad de vida de las personas".

La moda y los medios pregonan un ideal de belleza y de estética que no muchas veces se adecúa al cuerpo de la gente común. “La publicidad va a la moda, y a veces no es lo que le hace bien a todo el mundo –afirma–. Lo que intentamos es que la personas traten de divertirse, que no sea una tortura.”