"Noticias bajo fuego”, se mete de lleno en la historia y la intimidad de esta revista. El autor del libro, Gustavo González, transitó por casi todos los puestos periodísticos que componen la redacción de esta publicación y la dirigió durante ocho años. Desde enero del 2011, es director Periodístico de Editorial Perfil. En los 39 capítulos que narra se mezclan el dolor por el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas, los intentos de presión y de sobornos más extraños y escandalosos para condicionar a la revista; y las anécdotas más desopilantes, que tienen como protagonistas a los habitantes del poder, no solo político sino econónmico y del espectáculo. Además de los secretos de la redacción y sus periodistas. Y la postura siempre crítica ante el poder.
Noticias: ¿Por qué escribir un libro sobre la historia de NOTICIAS ahora?
Gustavo González: Coincide con un fin de ciclo mío en NOTICIAS, donde entré a mediados de 1990 como redactor jefe y conduje su redacción durante los últimos ocho años, hasta el 31 de diciembre del año pasado. Y coincide con mis ganas de contar una historia que creo que puede ser apasionante para cualquier lector. Porque a poco de comenzar con las primeras entrevistas para el libro, me di cuenta de que estaba investigando no solo la historia de un grupo de periodistas adiestrados en meterse en donde no los llaman, sino en la trastienda del poder político, económico y cultural de la Argentina reciente. Por último, me parece una feliz coincidencia la aparición de este libro después del nuevo triunfo electoral del Gobierno que más poder acumuló en las últimas décadas.
Noticias: ¿Cómo repercute que el libro aparezca en el momento de mayor cuestionamiento hacia el periodismo?
González: En lo personal, como un estímulo adicional. De todos los roles que se le puedan atribuir a los periodistas, me siento más cómodo como crítico del poder. No crítico como sinónimo de oposición sino como una forma de pararse frente a los que más poder acumulan. Y en la Argentina, los gobiernos acumulan no solo el poder político, económico, militar y de policía, sino también el poder de legislar, el de impartir justicia, y el de espiar a quienes considera peligrosos. El kirchnerismo le suma a ese poder, el de un inédito aparato mediático que se dedica a adoctrinar a unos y a denunciar a aquellos que no piensan igual.
Noticias: Cuenta que a pocas semanas de haber nacido, la revista estuvo por cerrar...
González: Sí. Tenía pocos lectores y pocos anunciantes y tenía costos muy altos, como ahora, que requieren ingresos también importantes. Cada número vendía menos que el anterior, pero la curva se quebró con una tapa de María Julia Alsogaray. No la famosa del tapado de piel, sino una anterior llamada “La Malquerida”. Las ventas subieron, y a la semana volvieron a crecer con una entrevista a Zulema Yoma, una primera dama en crisis con su marido presidente que contaba la interna del poder. La revista entonces no dejó de crecer, entiendo que fue porque los lectores veían que era el único medio, junto con el Página/12 de Lanata y Verbitsky, que se metía con las nuevas estrellas del menemismo.
Noticias: La famosa tapa con María Julia semidesnuda se lleva un capítulo entero. En el libro lo cuenta pero, ¿qué rol jugaron Susana Giménez, Graciela Borges y Eduardo Menem?
González: El principal rol lo tuvo María Julia, que se dejó tentar por un fotógrafo y una cronista que la fueron llevando, pero fundamentalmente por sus deseos de sentir que aún era joven, que se estaba realizando como política y que estaba junto a uno de los hombres que más amó en su vida, que fue Carlos Menem. En el libro cuento el detrás de escena de esa sesión de fotos en la nieve, en la que ella toma a los periodistas como inesperados confesores y les cuenta cosas que quizás nunca había contado sobre esa relación. Es cierto que el champán que tomaba pudo haber ayudado. Susana y Graciela Borges fueron claves para destrabar la producción. Graciela le acercó el tapado y Susana fue la que vio por la mirilla de la cámara del fotógrafo y la terminó de animar diciéndole: “¡Estás bárbara, María Julia!”. Eduardo Menem, cuando vio la tapa, le dijo a su hermano que la debía echar porque le iba a caer muy mal a la Iglesia. Lo que no sabía, y se va a enterar leyendo el libro, es que fue él quien trasladó el rollo de fotos en un avión desde Mendoza. Los periodistas debían seguir trabajando allá, y mandaron las fotos por un pasajero. Lo eligieron a él, quien aceptó sin saber de qué se trataba.
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* De la Revista Noticias