SOCIEDAD
1 de Mayo día del trabajador

Tres historias de fábricas y espacios recuperados por sus trabajadores

De Neuquén a Villa Crespo y San Telmo, empleados se pusieron al hombro la tarea de dar trabajo, una lucha que tambalea con cada crisis. Galería de fotos

estamos en un lugar clave en una esquina muy buena que, durante los fines de semana, es ruta obligada de los turistas y eso nos salva un poco porque tenemos movimiento esos días
La exZanón en Neuquén; la chocolatería Arrufat en Villa Crespo y la pizzería Mi Tío en el corazón de San Telmo, tres ejemplos es espacios recuperados por sus empleados. | Cedoc Perfil

La Argentina vive una de sus clásicas crisis cíclicas desde 2018, un fenómeno que parece repetirse cada diez o doce años. La anterior fue la —acaso más leve, gracias al "aislamiento" del mundo— de 2009, antes de eso vino el estallido de 2001 y previo a esta la hiperinflación de 1989. Los panoramas parecen calcados: aumento de precios, devaluación, desempleo y los millones de argentinos que intentan sobrevivir cada vez que nuestro país entra en crisis. En cada uno de esos intentos, en medio de las empresas que cierran sus puertas, un grupo de trabajadores intenta rescatar lo que puede para no perder lo que más valoran, su puesto laboral.

Así surgió el fenómeno social de las Empresas Recuperadas por sus Trabajadores (ERT), algunas las cuales lograron mantenerse en el tiempo a pesar de todo. En 2001 se produjo la apropiación por parte de los trabajadores de la fábrica de baldosas de cerámica Zanón FaSinPat (Fábrica Sin Patrones) en Neuquén; la de la chocolates Arrufat en Villa Crespo ocurrió en 2009 y la mítica pizzería Mi tío en San Telmo, en 2017. Todos espacios que sus empleados vieron fundirse, e hicieron con ellos lo que mejor saben: trabajar. En el Día en que se los conmemora, sus protagonistas cuentan las historias-

Zanon, un emblema. El caso de la empresa de cerámicos recuperada por los trabajadores en 2001, es uno de los más recordados. Hoy rebautizada FaSinPat (Fábrica sin Patrones), cuenta con 200 trabajadores. “Cerámica Zanón se inauguró en Neuquén en 1980 en plena Dictadura Militar, y de ahí hasta los ‘90 tuvo un proceso de crecimiento en la época neoliberal de Carlos Menem. A la familia Zanón —que también eran dueños del parque Ital Park—, le dieron todo tipo de beneficios para que se instale acá. Nuestro conflicto arrancó en el ‘98 cuando nos presentamos como delegados y les planteamos a ellos los problemas que teníamos a diario en la fábrica: un accidente por día y uno fatal por año. Empezamos a denunciar las condiciones en las que trabajábamos y a eso se le sumaron los problemas de salario. Por eso nos organizamos y comenzamos a luchar por nuestros derechos pero nunca nos imaginámos que íbamos a desembocar en el control obrero,” contó a PERFIL Alejandro López quien está allí desde 1992 y es en la actualidad el secretario general del Sindicato Ceramista de esa provincia, que además representa a otras dos fábricas bajo gestión obrera: Cerámica Neuquén y Cerámica exStefani de Cutral Có (actual CerSinPat).

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Zanón fue recuperada en 2001 por los trabajadores. FOTO: CEDOC

"Los dueños nos decían que no había plata ni para comprarnos la ropa que necesitábamos para trabajar y no nos garantizaban las cuestiones de seguridad, entonces ahí comenzamos a sacar cuentas de lo que producíamos por mes y los gastos que tenía la empresa, y a las claras vimos las ganancias millonarias que tenía la compañía. Cuando nos organizamos encontramos fortaleza porque no pudieron atropellarnos más. En el 2000 ganamos el sindicato, pero en 2001 nos echaron a todos y decidieron cerrar la fábrica. Éramos 386 compañeros y compañeras que comenzamos a movilizarnos e hicimos una lucha popular y no nos quedó otra alternativa que tomar la fábrica y ponernos a producir porque estaban dadas las condiciones para hacerlo. Ahí comenzamos a administrarla pero no fue fácil porque también dimos la lucha para que la fábrica se expropie. Nos sentimos muy acompañados en el proceso. Llevamos 19 años de control obrero, es la experiencia más larga a nivel internacional de un caso de este tipo, y es un orgullo ser parte de esto”, recordó el sindicalista en diálogo con este medio. En el lugar, en sus inicios trabajaban sólo 8 mujeres, hoy son 35.

"Llevamos 19 años de control obrero, es la experiencia más larga a nivel internacional de un caso de este tipo”

Asimismo, López aseguró: “Éramos 380 trabajadores cuando arrancamos y al poner la fábrica a producir pasamos a 450, eso fue lo máximo que llegamos. En la actualidad somos 200. Esta crisis que se da ahora es sin dudas la más dura que vivimos porque se nos fueron muchos compañeros, pasaron muchos años y no hemos podido renovar tecnología, estamos atrasados. Ganamos una batalla que fue expropiar la fábrica y con dificultades la hacemos producir, pero el poder político local y nacional apuestan al ahogo, entre otras cosas con los aumentos de las tarifas: nosotros movemos una economía mensual de 5 o 6 millones con lo que producimos y vendemos y nuestros bajos salarios, y la boleta sólo de gas nos llega entre 10 y 11 millones y la de luz que nos venía 300 mil, ahora nos viene un millón y medio. Imposible pagar. No nos cortan los servicios por la relación de fuerza que tenemos, porque si no estamos trabajando, vamos y cortamos la ruta”. Además enumera otros factores: “El hecho de que se hayan abierto las importaciones directamente no podemos competir; no poder renovar tecnología; la dolarización, porque el 80% de los insumos tiene precio dólar. Es complejo pero aún así la fábrica sigue”.

"La crisis de ahora es sin dudas la más dura que vivimos porque se nos fueron muchos compañeros, pasaron muchos años y  no hemos podido renovar tecnología"

“A lo largo de estos años no nos dan respuesta porque se ideologiza nuestra lucha por parte de los gobiernos, para el poder político y empresarios no somos un buen ejemplo, más cuando empiezan a cerrar fábricas. Lo más difícil de todo es sostenerse. Hemos logrado que el gobierno provincial nos compre parte de la producción pero es un paliativo, pero a cuesta de movilizarnos. Hay un montón de experiencias de control obrero surgido en 2001 pero muchas experiencias de cooperativa reprodujeron mecanismos patronales y no les fue bien. Nosotros resolvemos todo en asamblea, con análisis y debate. Tenemos una lucha permanente y antiburocrática, y eso es una fortaleza. Nuestra lucha es permanente y tiene tres patas: la productiva, porque la fábrica produce y vivimos de ello; la política que es la lucha en sí misma y nuestro ánimo como trabajadores porque somos parte de una experiencia sujeta a muchas presiones que ya las naturalizamos”.

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En la actualidad, trabajan allí 200 empleados. FOTO: CEDOC

Empresas Recuperadas por los Trabajadores. “Podemos considerar a las empresas recuperadas como un proceso social y económico que presupone la existencia de una empresa anterior, que funcionaba bajo el molde de una empresa capitalista tradicional y cuyo proceso de quiebra, vaciamiento o inviabilidad llevó a sus trabajadores a una lucha por su puesta en marcha bajo formas autogestionarias”, explica Andrés Ruggeri, antropólogo social, en su libro Las empresas recuperadas: autogestión obrera en Argentina y América Latina, donde además hace hincapié en la lectura política que tiene la recuperación de una fábrica a manos de sus trabajadores, al considerar: “Que los trabajadores ‘recuperen’ una empresa que el capital abandonó, o autodestruyó, quebró, vació (...) no es visto por los poderes económicos con ninguna simpatía. La intromisión de los trabajadores en el reino de la propiedad privada, aun cuando los propietarios le hayan dejado el terreno libre, ha provocado en estos una reacción indignada y temerosa”.

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Arrufat funciona en Villa Crespo y fue recuperada por los trabajadores en 2009. FOTO: CEDOC

El amargo cierre de Arrufat. La fábrica de chocolates Arrufat es otro caso que cobró notoriedad al ser expropiada en 2009 y resuena en los medios cada vez que se avecina la Pascua. Ubicada en el barrio de Villa Crespo, el lugar también es manejado por los trabajadores. Antonio Aldonati es empleado allí desde 2003 y miembro de la cooperativa Vivise. “La fecha declarada de creación de la fábrica data en 1931 pero me dijeron que arrancó en 1916, es decir hablamos de una empresa que supera los 100 años. En 2001 yo iba a hacer la temporada y trabajaba ahí unos meses. Los socios anteriores, junto con la nieta de Arrufat, a la empresa la venían vaciando y los delegados en ese momento hacían la vista gorda, eran cómplices. A principios del 2000 había cerca de 160 empleados efectivos, y ahora con la cooperativa pasamos de 64 a 50 y en el 2010 quedamos 37, algunos murieron y otros se fueron a trabajar a otro lado. En este momento somos 22”, contó a PERFIL.

"Nos mantenemos haciendo trabajos por pedido, con la marca que nos piden pero con el chocolate nuestro, o el cliente trae su chocolate, y eso nos ayuda bastante"

Momentos complicados. “De 2007 a 2009 fue difícil y de 2009 a 2011 también. Después nos hicimos cargo de las deudas de teléfono; gas y luz de la fábrica, que era cera de casi 3 millones de pesos. Todo lo que compramos es exportado y por ejemplo un kilo de manteca a nosotros nos sale 12 dólares, pero si no tenemos la plata para darle en el momento (al proveedor), ellos nos lo suben y la cobran a 13. A partir de diciembre de 2015 nos bajó un 50% el tema de las compras, teníamos un local con venta al público que atendía una compañera y se vendía entre 5 y 10 mil pesos en ese año, pero desde ese momento comenzó a decaer y bajó a 2 mil pesos diarios. Decidimos entonces no abrir más porque no se vende. Nos mantenemos haciendo trabajos por pedido, con la marca que nos piden pero con el chocolate nuestro, o el cliente trae su chocolate, y eso nos ayuda bastante. Estamos con las mismas máquinas pero le hacemos mantenimiento y cambiándole rodamiento y cambios nuevos.Tomamos decisiones en conjunto y nos falta renovación de gente pero en este momento no podemos contratar. Tenemos una cooperativa saneada y no tenemos deudas viejas. La crisis nos golpea a todos, he visto cerrar muchas fábricas alrededor de la nuestra. Pudimos sortear los obstáculos y estamos de pie”, agregó el trabajador.

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En la actualidad, Mi Tío, en San Telmo, se mantiene por el trabajo de sus ocho empleados. FOTO: CEDOC

‘De Mi Tío no nos vamos’. Con ese lema los trabajadores de la mítica pizzería ubicada en pleno corazón de San Telmo (en la esquina de Defensa y Estados Unidos) y que funciona desde 1972, plantaron bandera cuando se encontraron, en marzo de 2017, con el local cerrado y sin posibilidad de trabajar. Adrián Fernández, miembro de la cooperativa que se armó desde entonces, y quien está en el lugar hace 15 años, explicó: “Cumplimos dos años como cooperativa, estamos en la parte de adaptación y conocimiento. Si bien la situación no es fácil, estamos poniéndole el pecho e intentamos salir adelante como podemos. Los dueños no dijeron nada, se sabía que no llegaban con los números y que no podían sostener el negocio hasta que se cerró. En ese momento nos hicimos cargo nosotros y no tuvimos más contacto con ellos, ni judicialmente, cerraron y no volvieron nunca más. Hicimos los papeles de la cooperativa, y el barrio y las organizaciones de acá nos brindaron apoyo y seguimos hasta ahora. Obviamente con ayuda de los medios que nos dieron difusión y hasta ahora perduramos. Nos constituimos con 8 compañeros, luego quedamos 4 y volvimos a contratar y somos 8 nuevamente. Lo más complicado de todo es entender la característica y el formato de la cooperativa porque no sabíamos nada de autogestión, con ayuda de gente capacitada nos instruimos todavía”.

"Está  muy complicado el panorama con la situación económica del país. Hacemos un esfuerzo grande por cumplir con todo y resistir estos tiempos de vacas flacas, porque sino tendríamos que cerrar"

“Ahora la situación es muy mala, juntamos 4 mil pesos por semana para cada uno de los socios y eso no nos alcanza para nada. Tenemos la modalidad de que no nos llevamos nada si hay que pagar boletas y nos subió todo mucho: la luz casi un 4000% ; el gas 1000%, agua, ABL, teléfono y cable y afrontar el tema del alquiler porque no era de los dueños, sino alquilado. La gente nos ayuda a que no nos vayamos. Sufrimos clausuras, cortes de gas y otras cosas que no nos hicieron bajar los brazos. Estamos en un lugar clave en una esquina muy buena que, durante los fines de semana, es ruta obligada de los turistas y eso nos salva un poco porque tenemos movimiento esos días. Sin embargo, está muy complicado el panorama con la situación económica del país. Hacemos un esfuerzo grande por cumplir con todo y resistir estos tiempos de vacas flacas, porque si no tendríamos que cerrar: tratamos de hacer eventos solidarios, la gente del barrio siempre viene, así vemos si hacemos una plata extra. Mantener la fuente de trabajo era lo más importante y ya se logró, tenemos matrícula de cooperativa y ahora viene lo principal que es el trabajo en sí y si eso falla no podemos cumplir. Día a día cierran cantidades de fábricas y comercios y eso es gente que se queda en la calle y la verdad es que si falta el trabajo, falta todo”, concluyó.

F.D.S./F.F.