Economista, especialista en mercado de trabajo y becario posdoctoral del Conicet, Martín Trombetta habló con PERFIL acerca de uno de los problemas que Argentina no logra resolver: el desempleo, que según las últimas cifras del INDEC se ubica en un 9,1 por ciento.
—¿Cuáles fueron los principales razones para que la desocupación crezca dos puntos en 2018?
—El crecimiento económico de 2017 logró generar algo de empleo, aunque no de calidad, pero empleo al fin y al cabo. Y la recesión lo destruyó. Sin embargo, la tasa de desempleo de la Argentina es tan alta que muestra que el problema no está limitado simplemente al ciclo, sino que brillan por su ausencia políticas de oferta o de reforma del mercado laboral, que puedan generar mayores oportunidades, sin estar atados a las variables macro.
—¿No es común que ante una caída como la del año pasado se destruya empleo?
—Sí, pero en algún punto, uno pensaba que la política de (Mauricio) Macri apuntaba a que Argentina se dirija a algo parecido a lo que pasa en la región. En Latinoamérica el desempleo ronda el 5% o el 6%, no por algo virtuoso, sino porque el empleo no registrado, de baja calidad, tiene menos limitaciones y controles que acá. Si bien en Argentina el empleo informal alcanza un tercio del total, no llega a los niveles latinoamericanos. Parecía que Argentina iba en esa dirección y, de hecho, si uno mira lo que sucedió en 2017, cuando el desempleo llegó a un piso del 7,2%, fue gracias a que se generó trabajo en el mercado informal, a que creció el monotributo. Pero 2018 rompió con esta latinoamericanización del mercado laboral, ya que con la crisis se destruyó trabajo y superamos el 9% de desempleo.
"Soy partidario de haya un seguro de desempleo, como en los países desarrollados. Si bien algunos lo consideran contraproducente, porque reduce el costo de estar desempleado, hay que ver los efectos de orden dinámico: los seguros permiten un mejor matching, es decir, que los jóvenes accedan a mejores trabajos cuando se reinsertan.
—¿El fenómeno del empleo informal en 2017 fue un mal menor?
—Lo ideal sigue siendo el empleo de calidad, que es el que más se perdió en 2018. Pero el desempleo es lo peor, en el sentido de que genera efectos dinámicos: la persona sin trabajo sufre pérdida de capital humano, estigmatización y esto hace que no pueda insertarse fácil en el mercado de trabajo o que, si lo hace, sea en peores condiciones que antes. Por otra parte, hay evidencia de que la informalidad, en algunas ocasiones, produce un efecto de escalar hacia empleos mejores y, en última instancia, la persona tiene ingresos. De todas formas, lo interesante sería pensar políticas para que esos empleos informales se puedan formalizar a un costo razonable. Hay que generar incentivos para el empleo de calidad.
—¿Existen medidas eficientes para mejorar la situación?
—Argentina enfrenta una dicotomía: Cómo crear incentivos para que las empresas contraten trabajadores en blanco sin que eso signifique la eliminación de derechos laborales, que no sería deseable. Yo creo que es posible tomar medidas que no afecten seriamente derechos laborales y que, a la vez, hagan más atractivo contratar gente. En algún momento en que se discutía la reforma laboral, que nunca salió, se hablaba de unificar el sistema de comisiones de evaluación en los juicios de riesgo de trabajo. Eso parece interesante. Reducir el costo de la siniestralidad laboral parece interesante. También reveer los costos patronales, ya que una empresa con 200 empleados no puede pagar, marginalmente, lo mismo que Techint. Por otra parte, el desempleo es un problema, particularmente, entre los jóvenes, lo que obliga a observar lo que está pasando con las skills educativas que se adquieren en las escuelas. También soy partidario de haya un seguro de desempleo, como en los países desarrollados. Si bien algunos lo consideran contraproducente, porque reduce el costo de estar desempleado, hay que ver los efectos de orden dinámico: los seguros permiten un mejor matching, es decir, que los jóvenes accedan a mejores trabajos cuando se reinsertan.
—Si Argentina vuelve a crecer, como en 2017, ¿se puede ser optimistas?
—Insisto: el empleo que se creó en 2017 es de muy mala calidad. El trabajo de calidad está estancado desde 2012 y la inversión que fluye a la Argentina es financiera o para Vaca Muerta, es decir, no hubo inversión real en volúmenes relevantes. 2011 fue el pico del PBI en Argentina y de ahí todo para abajo. Y en el período que va desde ese año hasta ahora hubo tres recesiones. Si Argentina no crece es difícil que genere empleo de calidad y eso ya depende de la macro. Pero los que nos dedicamos a la economía del trabajo no podemos dejar de señalar que si dependemos solo de la macro vamos mal. Considero que un marco regulatorio moderno, una medida como el seguro de desempleo y una mejor capacitación laboral juvenil contribuirían a mejorar la situación, ceteris paribus del ciclo económico. Por otra parte, es necesario discutir cómo regular los empleos que se generan en torno al mundo de las apps, ya que prohibir no soluciona el tema.
J.P.A./F.F.
