SOCIEDAD
MODELO DE UNA IGLESIA MAS ABIERTA

Un cura armó una ‘moto-papamóvil’ para realizar confesiones a domicilio

El padre Daniel Molina, fanático de las motocicletas, recorre las calles de San Justo con una gigantografía de Bergoglio.

Con Francisco a bordo. Su caricatura, en la tarjeta de sus 20 años de ordenación   (arr.). Daniel posa con su moto y Francisco, en la Catedral de San Justo.
| Marcelo Silvestro

Con una moto y una gigantografía del papa Francisco revolucionó las calles del oeste. En San Justo todos lo conocen: es Daniel Molina, el sacerdote de la parroquia de Santa Rita, que recorre las casas de la zona ofreciendo confesiones o bendiciones de los hogares mientras pasea la imagen de Bergoglio.

Llama la atención y logra su objetivo: multiplicar la fe. “Para Semana Santa se me ocurrió pedirles a los empleados de la librería de la catedral de San Justo que me prestaran un ratito al Papa y lo subí a la moto. Lo empecé como un juego y fue una revolución”, cuenta mientras ubica la figura de cartón con la imagen en tamaño real del Sumo Pontífice, la misma que se usa para promocionar la venta de sus libros.

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Desde ese día acostumbra realizar recorridos por la zona. Anuncia su llegada tocando la bocina y todos los vecinos salen a la calle para ver a la ya famosa “moto-papamóvil”. Los fieles lo detienen para saludarlo impactados por la presencia del Papa en el barrio. “Si venís medio distraída, crees que es el verdadero”, añade Graciela, la secretaria de Daniel. Ella hace más de diez años que trabaja en la parroquia, y confirma que gracias al estilo descontracturado de este cura los fieles se acercan de otra manera a la religión.

“Intento ser padre, pero no sólo a nivel de sacerdote, quiero ser ese padre de los que necesitan una palabra y una esperanza de mejorar. Para eso hay que buscar las maneras de estar cerca de la gente”, cuenta Molina, que ya por el año 1989 improvisó una capilla móvil que paseó por distintos barrios.

Estuvo en la catedral de San Justo, en la iglesia San Pantaleón, en las parroquias de Laferrere y también en Lomas del Mirador. Y su lista sigue. En todo el recorrido que realizó como sacerdote dejó su impronta. “Siempre fui igual, con mi personalidad. Entiendo que se habla de la existencia de iglesias acartonadas, pero nunca las conocí”, dice. Se preparó de grande –según él mismo define–, a sus 19 años, en el seminario de la diócesis de Morón, en el Seminario Interdiocesano. “Somos muchos los que tenemos otra manera de acercar la fe. Francisco nos ayuda a que la gente se sume y encuentre nuevas oportunidades para creer”, sostiene.

Otra de las particularidades de este sacerdote es que realiza confesiones a domicilio. Si bien es una acción que cualquier cura puede hacer, Molina llama la atención con su moto-papamóvil.

“Lo distinto o raro es que yo voy con la  moto y el carrito, donde llevo dos banquitos y un poco de música. Me siento en una esquina con la cruz y espero que la gente se acerque. Otras veces salgo a buscar a la gente y voy a celebrar misa a las villas”, comenta Molina, y revela que tiene otras pasiones. Por ejemplo, las motos. Asiste a convenciones de motoqueros con otros religiosos y se sacan fotos y andan en choperas.  

También es amante de los perros –tiene dos bulldogs–, y por eso bendice mascotas frente a la parroquia. En la celebración de San Francisco, patrono de la ecología y los animales, bendijo en la puerta de la iglesia a la multitud de fieles que se acercó con perros, gatos, loros y hasta tortugas.