El pigmento púrpura, duradero, se hacía a partir de la flor de garante y se usaba para teñir ropas y pintar cuadros. Dicen que de allí, del Renacimiento, provendría el término “garantía”, como sinónimo de cosa confiable. Pero los siglos, se sabe, pueden hacer tanto por evaporar el sentido de una palabra como en la Argentina la mala fe.
Hoy, las garantías –para comprar viviendas, por ejemplo– son casi imposibles de conseguir. Tal vez por eso prolifera un sinfín de prácticas desleales, que en ocasiones deriva en estafas al inquilino o al propietario que acepta la escritura de un inmueble como aval para rentar el propio.
Cada sábado, una docena de avisos ofrece en los clasificados de los diarios la salvación a quienes les urge alquilar. “ Los anuncios son engañosos, te captan para estafarte”, asegura Noemí Caracciolo, presidenta de la Asociación de Inquilinos de la República Argentina. “ Cuando vas a ver el departamento, encontrás una oficina oscura y alguien que te explica que allí, en realidad, se venden garantías a quien no las tiene”, indica la experta. Y añade: “ Te dan una fotocopia de una escritura, cobran el equivalente a un mes de renta, entre 500 y 1.000 pesos, y te dan una lista de departamentos que supuestamente se pueden alquilar con esa garantía”. Cuando los futuros inquilinos lo intentan, descubren que esos inmuebles no existen o que nadie acepta ese documento.
Algo parecido le ocurrió hace algunos meses a F.D., un vecino de Villa del Parque: “ Yo necesitaba una garantía urgente. Una conocida me pasó el teléfono de una mujer que las vendía en la zona, una tal Patricia. Y la llamé”, recuerda. “ Nos encontramos en la puerta de su casa, en Alvarez Jonte y Nazca. Con la fotocopia de la escritura me dio una hojita con muchos datos del dueño: apellido, lugar de trabajo, puesto, cuánto cobraba, cómo era la casa, si tenía hijos... todo como para que yo dibujara ante la inmobiliaria que mi garante era un familiar”, comenta. “ Es nuevita –acotó Patricia –. Es otro precio, un alquiler y medio.” De yapa, el vecino tenía que añadir otros 40 pesos para costear el remís que llevaría al garante trucho el día de la firma. “¡El colmo!”, protesta F.D. Pero en la inmobiliaria no aceptaron la garantía. Tan nuevita no era. “ Había saltado como aval de otros diez lugares. Y como me lo habían advertido en el documento que firmé por la seña, perdí los 200 pesos. Me quedé sin garantía y sin plata.”
Casita del terror. Las escrituras que aspiran a ser presentadas como garantía suelen ser chequeadas en el Registro de la Propiedad Inmueble, a pedido de inmobiliarias y particulares. Las últimas estadísticas de este organismo porteño revelan que entre 2002 y 2006 se duplicaron los pedidos de informes para descubrir estos engaños: de 298.417 a 572.797. Sobre todo se requieren dos estudios: el que determina la titularidad de la vivienda (de dominio y gravámenes) y el que establece cuántas veces se ha pedido en los últimos 90 días esa escritura para ser tomada como garantía.
“ En algunos casos, se evidencia que fue presentada 30 o 40 veces en un mes. Esa garantía rebota, claro, no la acepta nadie. Pero el que la compró ya la pagó y perdió su dinero. Fue estafado”, aseguran a PERFIL en la dependencia. “ Para nosotros es cantado que se trata de una garantía trucha, pero nuestro trabajo es sólo informar lo registrado”, añaden. “ El informe 05 protege al propietario y existe desde hace más de quince años, pero muchas personas no se enteran porque las mismas inmobiliarias, ansiosas por alquilar, no les avisan.” En 2006 se solicitaron al Registro 15.874 chequeos de este último tipo, a razón de 50 a 70 pedidos por día.
Pero el inquilino no es la única víctima de este tipo de maniobras. “ Si el locatario no paga y el dueño del departamento decide ejecutar la garantía presentada, también puede llevarse sorpresas desagradables”, afirma el abogado Horacio Cortés Salvagno, presidente de la Cámara de Propietarios de la República Argentina. “ Muchas veces se encuentran con que cambió la titularidad de la propiedad presentada como aval o que directamente desapareció el garante”, comenta Cortés. “ O que la propiedad es una porquería y no sirve para compensar la deuda. Por eso, siempre conviene al propietario pedir que el inmueble de la garantía sea del mismo distrito que el suyo, para agilizar eventuales trámites; visitar el inmueble ofrecido antes de aceptarlo y pedir los informes para chequear que no esté hipotecado ni embargado”, recomienda. “ Lo mejor, lo óptimo, sería que el dueño chequee la garantía en el Registro cada seis meses”, sugiere el titular de la Cámara, en plan puntilloso. Pero estas mismas exigencias son las que complican a los buenos inquilinos, que hacen malabarismos para cumplir cada mes. Como siempre, pagan justos por pecadores. Nadie se salva.