La Argentina atraviesa un cambio de paradigma en la gestión de sus activos estratégicos, y la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales S.A. (ARSAT) se ha convertido en el caso testigo de esta transformación. Ahora, el informe integral 2024-2025 revela una paradoja inquietante: mientras la compañía proyecta superávits millonarios y mantiene un equilibrio financiero inédito, su capital más valioso —el humano— se encuentra en estado de emergencia.
A partir de su creación en 2006, ARSAT fue el emblema de la soberanía tecnológica. Hoy, con dos satélites en órbita y una Red Federal de Fibra Óptica (ReFeFo) de 34 mil kilómetros que conecta a 1.130 localidades, la empresa demuestra ser operativamente sostenible. Según las proyecciones para 2025, se estima una ganancia neta de explotación de $29.637 millones y un superávit financiero final de $4.374 millones.
Sin embargo, detrás de estas cifras "en verde", se esconde un deterioro salarial sin precedentes en el sector. Durante todo 2024, los trabajadores de la firma estatal sufrieron un congelamiento total de sus haberes.
La brecha es elocuente: Inflación acumulada (julio 23 - sept 25): 436,9%, Paritaria ARSAT: 140,9% y Pérdida de poder adquisitivo: Los empleados de ARSAT perciben apenas el 45% de lo que marca la paritaria del sector. Aquella política ha provocado una reducción del 25% de la plantilla. No se trata de una reducción de personal administrativo superfluo, sino de una fuga de cerebros en áreas críticas: ingeniería satelital, ciberseguridad y gestión de redes.
Algunos expertos advierten que formar a un técnico en operaciones satelitales toma años, pero perderlo frente a una oferta del sector privado —donde los salarios acompañaron la inflación— toma apenas una firma. Esta pérdida pone en riesgo proyectos ambiciosos como el ARSAT-SG1, el satélite cuya fecha de lanzamiento ya se desplazó a 2027.
Dicho escenario se vuelve más complejo con el DNU 70/2023, que introdujo la política de "Cielos Abiertos". ARSAT ya no goza de la protección regulatoria frente a competidores globales como Starlink (de Elon Musk) o Amazon Kuiper.
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Ahora, en este nuevo ecosistema desregulado, la empresa estatal debe competir comercialmente mientras enfrenta un vaciamiento de cuadros técnicos. ¿Cómo puede una empresa nacional competir contra gigantes de Silicon Valley?
¿Rentabilidad o liquidación?
El informe plantea una pregunta de fondo para la administración actual: ¿Es el superávit de ARSAT una señal de eficiencia o el resultado de "consumir" el capital humano para embellecer los balances de cara a una posible privatización?
Aunque la Ley Bases excluyó a ARSAT de la venta total, el Gobierno mantiene en carpeta la posibilidad de vender hasta un 49% de las acciones o salir a Bolsa en 2025. El riesgo estratégico es que, para cuando un inversor privado llegue, los activos críticos carezcan del personal necesario para operarlos con los estándares de seguridad que el Estado requiere.
MV CP