Si alguna vez se sintió desvestido mientras se sometía a las revisaciones de seguridad en un aeropuerto, no se preocupe más: ahora estará literalmente desnudo, gracias a un nuevo escáner que, con el fin de buscar armas y explosivos ocultos, permite observar el cuerpo humano tal y como vino al mundo aún bajo varias capas de ropa, y está comenzando a usarse en terminales aéreas de Estados Unidos.
El dispositivo "permite detectar objetos que no son metálicos y que por lo tanto no se pueden identificar con detectores de metales, y artículos que incluso no se detectan en los registros a mano'', dijo Mark Hatfield, director federal de seguridad de la Dirección Seguridad en el Transporte (TSA) en el Aeropuerto de Miami, al diario El Nuevo Herald .
Para usarlo, el pasajero debe entrar a un cubículo y abrir brazos y piernas durante algunos segundos, mientras es bombardeado con ondas electromagnéticas de una energía diez mil veces menor a la de un celular. Las ondas rotan alrededor del cuerpo, que refleja esa energía para crear una imagen tridimensional.
Al mismo tiempo, un agente de seguridad, ubicado en un cubículo cerrado a unos siete metros de distancia, habla con el pasajero por radio mientras ve su silueta en una pantalla, con la cara en muy baja resolución, para determinar si lleva algún arma escondida, explicó Hatfield al Herald.
"La imagen en la pantalla es más humanoide que humana'', justificó el funcionario, y agregó que "lo importante es que ofrezca una visión clara de objetos peligrosos. Y la persona que se somete al escáner nunca ve al operador''.
La TSA hasta ahora usa un sistema de selección al azar para elegir los pasajeros que se someten a la revisión, y es opcional. Quienes se nieguen deben pasar por un registro a mano, y todos son examinados por detectores de metales, acepten o no el escáner corporal. Muchos, sin embargo, están preocupados por la seguridad y la privacidad personal.
Hatfield argumentó que el agente está en una cabina separada y no puede ver al pasajero, cuyo rostro se muestra borroso en la pantalla. La imagen, además, se borra para siempre y al instante; no puede almacenarse, imprimirse o trasmitirse, explicó el funcionario, quien además reconoció que hasta ahora no se han detectado explosivos con este método.
Los críticos no están muy convencidos: "Es tonto pensar que el uso de esta tecnología se limitará a los aeropuertos'', afirmó Simon. ‘‘El problema es que estamos deshaciéndonos de los últimos vestigios de privacidad en el país sin pensarlo mucho''.
Cada aparato cuesta U$S 170 mil y ya se usa en otros 20 aeropuertos de todo el país: el de Los Angeles, el JFK de Nueva York, Baltimore-Washington, Denver, Albuquerque, Ronald Reagan en Washington, Detroit, Dallas-Fort Worth y Phoenix Sky-Harbor, Washington Dulles y Las Vegas.