Desde sus inicios, el objetivo de internet fue el de compartir información. Primero entre universitarios y científicos; después, con la popularización de la red a mediados de los 90, entre todo el mundo. Y cumplió de maravillas con esa función durante mucho tiempo.
Hasta que surgió un problema: la gente comenzó a compartir información (y archivos) protegidos por derechos de autor, como música y películas, lo cual comenzó a causarles pérdidas económicas las industrias discográfica y cinematográfica.
Durante años, hubo idas y venidas, juicios y contrajuicios, entre empresas que perdían con la piratería online y usuarios que sólo querían compartir su música. En el camino, se clausuraron programas y servicios de transmisión de archivos, como Napster. Sin embargo, la música seguía pasando de mano en mano (o de computadora en computadora).
"Si no puedes vencerlos, unite a ellos", pensaron en la industria discográfica. Hoy existen varios servicios online que permiten escuchar toda la música que uno quiera sin pagar, sin descargar archivos, y de forma legal.
Los servicios. Uno de estos servicios es Goear , que tiene una interfaz simple que recuerda a Google: basta con poner en el buscador el nombre de la canción o del artista que se desea escuchar y Goear devuelve los resultados.
El servicio no requiere registrarse ni sacar una cuenta y permite crear listas de reproducción (play-lists) con los temas favoritos. Los usuarios también pueden poner canciones en su sitio sitio personal (embeberlas) con un código bastante simple, como así también subir archivos propios a Goear.
Otro buscador de estilo minimalista es StreamDrag , que funciona de forma similar: hay que usar el buscador para encontrar la música que se desee oír. La diferencia es que este servicio busca en los videos subidos a YouTube.
De esta forma, se pueden escuchar las canciones y armar listas, pero en simultáneo ver el video. StreamDrag busca música en base a las palabras clave de los videos de YouTube y permite ir al sitio para vincular o embeber la canción. Este servicio tampoco requiere registrarse.
Deezer , por su parte, es un buscador más concentrado en preferencias: el usuario debe crear una cuenta, y a medida que escucha las canciones o radios que elija, sus gustos quedan registrados de forma tal que el sistema le "sugiere" artistas similares.
De forma similar funciona Last.fm , una de las redes sociales para escuchar música más populares, creada en 2002. Al abrir una cuenta, el usuario debe hacer una lista de los artistas que le gustan. El servicio guarda todo lo escuchado y usa esa información para recomendarle más música al usuario.
El perfil de usuario de Last.fm contiene nombre, foto, fecha de ingreso, y una lista de los artistas y las canciones más escuchadas. Esto lo convierte en una red social, ya que cualquiera puede acceder al perfil y comparar sus gustos con los de otros para ver cuántas compatibilidades hay.
Otra red social de música es Blip.fm. Como todos los servicios anteriores, permite buscar y escuchar música pero además convierte al usuario en DJ: cada persona tiene una página personal donde puede publicar los temas preferidos, acompañados de un pequeño comentario. Los otros usuarios pueden convertirse en "oyentes" y escuchar los mismos temas.
Pero Blip.fm no funciona sólo como red social exclusiva: el servicio puede programarse para que los temas publicados aparezcan también en otras redes sociales, como Twitter o FriendFeed.
Con todos estos servicios, las posibilidades son ilimitadas. Pero si lo que quiere es sólo escuchar alguna canción, elija la que más le guste y comience a buscar.
(*) Redactor de Perfil.com
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