Nació en Japón en 1950, cinco años después de las bombas atómicas, y desembarcó en Europa en 1967, en las vísperas del Mayo Francés. En el entretiempo, el pequeño Suzuki Kenji, más conocido luego como Damo Suzuki, recibía en cada uno de sus cumpleaños un instrumento musical distinto, que en general le regalaba su hermana: ella estaba convencida de que el chiquilín tenía que ser artista.
Quizás por ese impulso familiar, o habrá sido el destino, o simplemente curiosidad, Damo se sacó un boleto aéreo al Viejo Continente, pasó por una comuna en Suecia y después vagó por Francia, Finlandia e Inglaterra. Hasta que terminó en Alemania.
Cuenta la leyenda que dos de los músicos del grupo de krautrock Can, Jaki Liebezeit y Holger Czukay, lo vieron tocando en la calle en Munich y sin dudarlo lo contrataron para que fuera su nuevo cantante. La banda necesitaba un vocalista tras la partida de Malcolm Mooney y Damo daba el physique du rôle. ¿Una historia demasiado alocada para ser verdad? Alcanza con escuchar los discos de Can de aquellos años para darle crédito a la leyenda.
Damo estuvo con el grupo entre 1970 y 1973, poniendo su voz en discos clásicos como "Tago Mago" y "Ege Bamyasi". Después se tomó un recreo de varios años y en 1983 retomó la música y arrancó una carrera solista de relativo éxito contracultural que incluso lo trajo a la Argentina. Entrevistado por el portal Indie Hoy en el 2017, cuando vino para una nueva gira por el país, Suzuki repasaba su primera vez así:
"Si cierro los ojos y pienso sobre mi última visita a Buenos Aires tengo que viajar hasta casi diez años atrás. Recuerdo esa avenida gigante con el monumento en el medio, el tráfico caótico, el olor a asado, una familia homeless en la calle, los edificios de un estilo europeo. Es una ciudad sentimental. Buenos Aires tiene algo muy mágico para mi, como una señora elegante, donde uno tiene la posibilidad de dar unos pasos y escuchar un tango".
Ya setentón, en el 2022 Damo fue objeto de un documental que revisó su carrera y su relación con el cáncer, al que enfrentó con decenas de intervenciones quirúrgicas. En "Energy: A Film About Damo Suzuki", de Michelle Heighway, el artista japonés mira casi con desdén el pasado (sobre sus años con Can dice que no puede recordar mucho porque "estuve siempre totalmente drogado") y asegura que "la música cura".
Hablando con el diario británico The Guardian a propósito del estreno del filme, encontró la manera de sintetizar una vida extraordinaria como la suya:
"Tener límites es aburrido".