"La emancipación será total o no será": ecos del Mayo francés a 55 años de las revueltas
Las aspiraciones de la juventud de Mayo en 1968 se arraigaban en un rechazo radical hacia el conjunto de las promesas de la sociedad moderna. "La barricada cierra la calle pero abre el camino", se leía en los muros de París.
En mayo de 1968, hace 55 años, Francia vivió una huelga general de varias semanas de duración, la mayor de su historia, antes de que se alcanzaran los célebres acuerdos de Grenelle.
Al principio, los sindicatos convocaron 24 horas de paro general, pero este resultó mucho más extenso y movilizó a entre siete y diez millones de personas.
Grafitis como "La barricada cierra la calle pero abre el camino", plasmados en las paredes de las calles de París hace 55 años, comunican al menos una fracción de la efervescencia que motorizó las protestas de la juventud francesa.
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La premisa según la cual el estallido se originó exclusivamente por el arcaísmo y la inadecuación creciente de la Universidad al mundo moderno fue objetada, con distintos matices, por activistas, filósofos y sociólogos que analizaron el fenómeno.
El trasfondo de las reivindicaciones estudiantiles se basaba en una impugnación rabiosa de la sociedad, motivada por contradicciones que, en caso de seguir su curso, comprometían el futuro, según la juventud.
En pleno ardor de los acontecimientos, el filósofo Edgar Morin publicó un artículo ("La comuna estudiantil") donde tomó nota de los factores contradictorios que al converger activaron el fermento de las revueltas.
El planteo de Morin llamaba la atención sobre "una inadaptación demasiado grande entre la producción creciente de diplomas y la escasez de salidas, pero también una adaptación demasiado grande de las ciencias humanas -y particularmente de la sociología- a una sociedad en la que se vuelven los auxiliares del poder".
Dicho esto, es preciso retroceder unos meses y examinar lo que ocurría en la facultad de Humanidades de Nanterre a fines de 1967. Durante el inicio de clases en noviembre, los estudiantes organizaron una huelga de diez días para cuestionar la "enseñanza arcaica" de la universidad pública.
Una comisión mixta integrada por profesores y alumnos presentó los reclamos de la comunidad universitaria al Ministerio de Educación, sin efecto alguno.
Sin embargo, estos grupos terminaron confluyendo meses más tarde en el "Movimiento 22 de marzo", organizado alrededor de un influyente estudiante de sociología que tenía entonces 23 años, Daniel Cohn-Bendit, quien asumiría un rol decisivo en las protestas inminentes.
Jean Paul Sartre junto a Daniel Cohn-Bendit.
En un diálogo que mantuvo con Jean-Paul Sartre (publicado el 20 de mayo 1968 en Le Nouvel Observateur, Edición especial Nº.183), Cohn-Bendit describió el carácter dinámico y horizontal de la agrupación que reunía a "los iracundos" de Nanterre.
"La fuerza de nuestro movimiento", observaba el joven, "reside precisamente en que se apoya en una espontaneidad «incontrolable», que da el impulso sin pretender canalizar o sacar provecho de la acción que ha desencadenado".
Nanterre, más específicamente el anfiteatro 'Che Guevara', proporcionó el escenario para múltiples reuniones estudiantiles y jornadas de lucha que tuvieron lugar a lo largo de abril de 1968.
"Nuestro objetivo inmediato es la politización de la Universidad", deslizó Daniel Cohn-Bendit en declaraciones al diario Le Nouvel Observateur.
"No son sólo los estudiantes, sino la juventud entera que se rebela", explicó el líder del Movimiento 22 de Marzo.
"No digo que mañana mismo habrá grandes luchas obreras; pero la situación puede evolucionar rápidamente, ya que la crisis monetaria y la guerra del Vietnam repercutirán en Francia", advirtió el hijo de refugiados alemanes.
Daniel Cohn-Bendit.
Las sucesivas asambleas, los debates y el estado de movilización permanente resintieron el vínculo con las autoridades.
El 27 de abril Cohn-Bendit fue detenido al salir de su casa e interrogado en la comisaría de Nanterre. A continuación, lo acompañaron a su domicilio, donde se ejecutó un allanamiento.
El 2 de mayo se realizó en Nanterre la primera jornada anti-imperialista, encabezada por el Movimiento 22 de marzo.
Señalados como "agitadores", Cohn-Bendit y seis activistas quedaron al borde de la expulsión de la facultad y fueron citados a comparecer ante un tribunal disciplinario.
El decano ordenó clausurar la Universidad de Nanterre, la policía desalojó el establecimiento y comenzó la lluvia de detenciones.
Al día siguiente, los estudiantes de la Sorbona se movilizaron para solidarizarse con sus compañeros de Nanterre. El rector Jean Roche ordenó la intervención de la policía y se repitió el cuadro de violencia entre los jóvenes y las fuerzas de seguridad.
La detención de más de 500 estudiantes y la presencia policial intensificaron el indignación general. Se formaron espontáneamente grupos de manifestantes en la plaza de la Sorbona, en clave solidaria con los detenidos y el conjunto de las reivindicaciones estudiantiles.
Al anochecer, los oficiales patrullaron el barrio Latino, considerado un "foco de rebeldía".
La Sorbona fue clausurada y a partir de entonces se emitió la orden de huelga general en todas las universidades del país, con tres peticiones claras: 1) La libertad de los estudiantes detenidos; 2) La reapertura total de las facultades; 3) El retiro de los agentes policiales del barrio Latino.
La situación empeoró por el hecho de que las autoridades subestimaron el conflicto. "Sólo se trata de un puñado de agitadores", afirmaba el ministro de Educación, Alain Peyrefitte.
El lunes 6 de mayo los manifestantes marcharon hacia el edificio donde se reunió la Comisión disciplinaria de la Universidad que debía juzgar a Cohn-Bendit y al resto de los acusados.
Al atardecer, una columna de unas 20.000 personas se movilizó en dirección a Saint-Germain-des-Prés, donde los enfrentamientos con la policía adquirieron una magnitud inusitada. Frente a la represión feroz, los jóvenes improvisaron la primera barricada con adoquines y automóviles.
Una nueva manifestación masiva que reunió a 40.000 estudiantes inundó las calles parisinas el 7 de mayo: la "larga marcha" de 25 kilómetros fue convocada por la Unión Nacional de Estudiantes de Francia, el Sindicato Nacional de la Enseñanza Superior y el Movimiento 22 de marzo.
A la vista de la grandiosa resistencia estudiantil y la descomposición del aparato gubernamental, la dirigencia sindical y los referentes comunistas comenzaron a apoyar la causa de los estudiantes, a pesar de su hostilidad inicial.
"Hay algo que ha surgido de ustedes que asombra, que trastorna, que reniega de todo lo que ha hecho de nuestra sociedad lo que ella es. Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo de lo posible. No renuncien a eso" (J.P. Sartre)
El 9 de mayo el Gobierno anunció la reapertura gradual de Nanterre y la Sorbona, mientras el movimiento se mantenía firme en la exigencia de los tres puntos mencionados.
La sangrienta represión que tuvo lugar el 10 se mayo se conoce como "la noche de las barricadas", un capítulo trágico recordado por la valentía ejemplar que demostraron los estudiantes. Se registró un total 500 detenidos, miles de heridos y 200 automóviles calcinados. Máscaras anti-gas, pilas de adoquines, cascotes, agujeros y vidrieras reventadas componían una postal apocalíptica.
El sábado 11 de mayo las centrales obreras programaron para la jornada del lunes una huelga general en todo el país.
A través de una maniobra que podría interpretarse como una tentativa desesperada por recuperar el control de la situación y ponerle punto final a las revueltas, el Gobierno anunció que habría amnistía para los estudiantes detenidos y que implementarían una serie de reformas en la Universidad. El movimiento rechazó una por una las concesiones.
El 13 de mayo se consumó en París una movilización sin precedentes en la historia de Francia. Cerca de un millón de franceses confraternizados marcharon desde la plaza de la República a la plaza Denfert-Rochereau. La participación obrera le dio un impulso todavía mayor a la lucha estudiantil, ante la impotencia creciente de las autoridades.
Unos 200 trabajadores jóvenes tomaron la fábrica Renault el miércoles 15 de mayo. En el transcurso de la semana siguiente, las medidas de fuerza se diseminaron hasta paralizar el país entero: diez millones de obreros se habían sumado a la huelga.
Las 4 fases de la crisis de Mayo
El sociólogo Cornelius Castoriadis identificó cuatro etapas (descritas en detalle en su ensayo "La revolución anticipada") que marcaron el pulso de los acontecimientos de Mayo del '68:
1.Desde el 3 al 14 de mayo: el movimiento estudiantil, hasta entonces confinado a Nanterre, se extendió en todo el territorio. Tras la manifestación masiva del 13, se completó la ocupación generalizada de las universidades.
2. Desde el 15 al 27 de mayo, partiendo de la fábrica de Sud-Aviation en el área urbana de Nantes, estallaron y se extendieron huelgas espontáneas con ocupación de los lugares de trabajo. A partir de la tarde del día 17, luego de las protestas en la planta Renault de Billancourt, las direcciones sindicales tomaron el control del movimiento y encaminaron las negociaciones con el Gobierno que desembocaron en los controvertidos acuerdos de Grenelle. Las aspiraciones de transformación fueron boicoteadas por una conducción que no aspiraba más que a una satisfacción salarial efímera.
Brigadas antidisturbios reprimen una manifestación estudiantil en el Barrio Latino de París el 6 de mayo. Foto: AFP
3. Desde el 28 al 30 de mayo: los trabajadores expresaron su repudio hacia los acuerdos de Grenelle, mientras los dirigentes sindicales y las agrupaciones de izquierda intentaron justificarse al trasladar los problemas al terreno de las maniobras "políticas".
4. A partir del 31 de mayo: las capas dominantes, según el autor, "se recuperaron" progresivamente del cimbronazo, El presidente Charles de Gaulle disolvió por decreto la Asamblea Nacional y convocó a elecciones legislativas (que terminaron fortaleciendo semanas más tarde la representación del bloque gaullista en la Cámara). Mientras tanto, se fueron reocupando los lugares de trabajo, comenzando por los servicios públicos. Todo volvía a la supuesta normalidad.
