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SALIDA DE EMERGENCIA

La única cosa que recibe y da órdenes

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Salida de emergencia | CEDOC

Está ampliamente aceptado que no llega a la altura del “You talking to me?” (o “You talkin’ to me?”) de Robert De Niro en “Taxi Driver” (1976), pero está ahí, muy cerquita. De hecho, la simpática clasificación de las cien mejores líneas de la historia del cine estadounidense y aledaños preparada por el American Film Institute la ubica en el puesto sesenta y uno, mientras que la frase pronunciada por Travis Bickle frente al espejo se acomoda en el décimo escalón del ranking encabezado por el “Frankly, my dear, I don’t give a damn”, de Clark Gable en “Lo que el viento se llevó” (1939), y “I’m gonna make him an offer he can’t refuse”, de -obviamente- Marlon Brando en “El Padrino” (1972), una oración entonada de manera tan poderosa que es imposible no recordarla con su acento y tono de voz.

Frente a todas estas bestias icónicas del cine, “Say ‘hello’ to my little friend” se la banca con honores. Al Pacino, un casi patético gangster cubano mudado a Estados Unidos desde la isla entre los marielitos, está acorrado en su mansión, no le queda otra que pelear: revisa su arsenal, lo admira rápidamente, y elige un rifle M16 -capaz de disparar hasta 950 tiros por minuto- montado con un lanzagranadas M203.

“You wanna play games? Okay, I play with you”, ruge el rufián. “You wanna play rough? Okay”, sigue. Y finalmente hace delirar a los espectadores: “¡Díganle ‘hola’ a mi amiguito!”. 

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Lo que sigue es la recordada balacera donde van cayendo uno por uno los enemigos del gángster caribeño, hasta que uno de ellos, que se venía deslizando sigiloso a las espaldas de Pacino, logra ponerle punto final a todo con un disparo de escopeta. 

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El “Scarface” (1983) de Brian De Palma es una libre revisión del filme original homónimo de 1932 y una adaptación, también muy atrevida, de la novela de 1929 de Armitage Trail, el seudónimo de Maurice R. Coons para escribir libritos de pulp fiction. Lo que en la historia de Tony Montana se desarrolla en Miami, en la película dirigida por Howard Hawks y protagonizada por Paul Muni como Tony Camonte acontece en Chicago. 

Las diferencias y similitudes pueden ser un divertido juego para quienes consigan las dos versiones y se tomen el tiempo de disfrutarlas y compararlas. Pero hay una escena en la película de 1932 que si no inspiró a Pacino para el climax del filme de De Palma, le pega en el palo. 

Después de sufrir un ataque a tiros en un bar, Muni, glorioso en su traje estilo Al Capone, queda maravillado por las ametralladoras que acaban de usar sus rivales para tratar de asesinarlo. Quiere varias de esas máquinas, los célebres subfusiles Thompson con el cargador cilíndrico que se pueden ver en cualquier película de pandilleros que valga la pena. Llega a un tugurio, discute con su ex jefe y se apropia de una ametralladora. 

“There’s only one thing that gets orders and gives orders” (“Hay solamente una cosa que recibe órdenes y da órdenes”), exclama Camonte. “It’s a typewriter. I’m gonna write my name all over this town with it, in big letters!” (“Es una máquina de escribir. Voy a escribir mi nombre en toda esta ciudad con ella. ¡En letras grandes!”), se emociona poéticamente, comparando el subfusil Thompson con una Underwood antes de empezar a disparar contra una de las paredes del lugar, probando la mercadería.  

En algún sitio del cielo de los filmes de gángsters, Tony Montana y Tony Camonte deben ser amigos. O se están matando a tiros de ametralladora.