La ciudad entrerriana conocida por todos como “Concordia” tiene un nombre mucho más largo y original. “San Antonio de Padua de la Concordia”, lo que muestra sus profundas raíces católicas de la localidad. Emplazada sobre el río Uruguay, es “verde” por dónde se la mire, como toda la provincia del litoral argentino, llena de vegetación y de pájaros.
Dedicada al turismo, sus atractivos la hacen única en muchos aspectos. Por su actividad, por su tamaño y por su economía, está considerada como la segunda ciudad de la provincia, detrás de la capital entrerriana, del otro lado y frente al otro gran río, Paraná.
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Fundada en 1831, Concordia recibió la visita de Carlos Gardel y en sus tierras también sufrió la violencia política, los hermanos Justo Carmelo y Waldino de Urquiza fueron asesinados a tres cuadras de distancia en la ciudad, el mismo día 11 de abril de 1870 que mataron a Justo José de Urquiza, líder del Partido Federal y expresidente de la Confederación Argentina.
Su puerto llegó a ser el cuarto de la Argentina, detrás de Buenos Aires, Rosario y Bahía Blanca, con una intensa actividad comercial que llevó a que una pequeña ciudad de apenas 20 mil habitantes tuviera 12 bancos. Los saltos del río Uruguay impiden la navegación hacia el norte más allá de Concordia y de Salto, del otro lado del río, lo que generó que la ciudad fuera un importante centro comercial.
Sin embargo, la historia que marcó para siempre a la ciudad, y le dio proyección internacional fue el aterrizaje de un piloto francés que se dedicaba al correo y quería ser escritor. En diciembre de 1929 Antoine de Saint-Exupery aterrizó en las afueras de Concordia y tuvo un problema en el eje de una de las ruedas del avión.
Allí conoció a dos chicas, Suzanne y Edda, de 12 y 18 años que le dieron la inspiración necesaria para escribir su obra cumbre, un clásico literario que trascendió todas las fronteras y se convirtió en el libro más traducido de toda la historia detrás de la Biblia y se considera que fue traducido a todos los idiomas principales del planeta, además de lenguas minoritarias.
Es uno de los grandes orgullos de los concordienses. Por eso, las imágenes de El principito se repiten por toda la ciudad. Jardines de infantes, monumentos, escuelas, boliches bailables, comercios varios tienen referencias a la obra y al autor, más allá del Parque San Carlos, que contiene las ruinas del llamado “castillo” San Carlos, donde se alojó y forjó una amistad con la familia Fuchs- Valon. Pero ¿qué más tiene Concordia que la convierte en un destino turístico que todos deberíamos conocer?
La Costanera de Concordia
Por empezar, una costanera de doce cuadras sobre el imponente río Uruguay. Lugar de pesca, de playas, de práctica de deportes náuticos, zona de paseos, de encuentros con una vista espectacular. A lo largo de su recorrido podemos encontrar canchas de Beach Voley, de Beach Handball, Escuela de Canotaje, Pista de Patinaje, pista de Skate, Parque de diversiones y hasta asientos para pescadores. Se trata de uno de los lugares más pintorescos y tradicionales de la ciudad, con una actividad permanente en todas las épocas del año.
La Catedral de Concordia
Frente a la plaza principal, como en todas las ciudades, se erige la Catedral de San Antonio de Padua de la Concordia. Su ubicación fue demarcada desde la fundación misma de la ciudad, pero fue inaugurada casi 70 años después, en junio de 1899 y tiene un estilo ecléctico, que depende de los diferentes impulsos y responsables de su construcción.
Mucho tiempo y mucha historia local, regional y nacional pasaron entre la construcción de una modesta capilla de barro y esta imponente catedral que le quita el aire a los visitantes, aunque no profesen la religión católica.
Tanto en su frente como en su interior, tiene tres naves: una principal, y dos secundarias con diferentes altares. El altar mayor, tallado en madera, pintado en oro y cobre, fue donado por Doña Flora Urquiza de Soler, hija del Justo José de Urquiza. Hoy se encuentra expuesto en el Museo Arruabarrena y en su lugar, hay un altar de mármol de carrara.
El Museo Arruabarrena
El “Palacio Arruabarrena” fue erigido en 1919 y se trató originalmente de una vivienda familiar, construido con materiales llevados a Concordia directamente desde Francia. La obra comenzó a construirse en 1916 con planos realizados por el arquitecto Gabriel Dulin y del constructor Luis Pepey.
Es una de las construcciones más hermosas de la ciudad. La idea de construir una casa con una arquitectura tan elegante surgió de un viaje a Francia a comienzos del siglo XX, que realizó Juan Bautista Arruabarrena, un importante empresario de Concordia, fundador del Frigorífico Yuquerí, del Club del Progreso y de la Sociedad de Beneficencia.
Pero Arruabarrena poco pudo disfrutar de su casa, ya que a los dos años de su inauguración, se enfermó y pasó los tres años siguientes postrado en la cama hasta su muerte.
El edificio es, desde 1984, la sede del Museo Regional Municipal “Palacio Arruabarrena”, que ofrece a los visitantes un recorrido por la historia de Concordia y la región Mesopotámica. Cuenta con una importante colección de objetos mobiliarios, utensilios, vestimentas, armas, monedas, fotos, teléfonos, reproductores de audio, radios, y electrodomésticos de diferentes épocas, desde una cámara para tomar daguerrotipos y teléfonos primitivos hasta los primeros modelos de la telefonía celular.
Alejo Martínez, un arquitecto moderno en Concordia
Otro de los orgullos de la ciudad de Concordia es Alejo Martínez, un arquitecto uruguayo (formado en Buenos Aires y discípulo del famoso Le Corbusier), que comenzó su tarea en Concordia y en siete años viviendo en la ciudad dejó un puñado de alrededor de 20 construcciones que marcaron una época.
La primera construcción de Martínez en Concordia es la casa Péndola Díaz, que data de 1925 y escandalizó a la sociedad, ya que tiene en su frente un bajorrelieve con un desnudo de mujer, realizado por el artista Alfredo Bigatti. Es la primera obra de estas características que se realizó en la Argentina.
Por la obra arquitectónica de Martínez, básicamente viviendas y locales comerciales, en 2015 Concordia fue reconocida como “Ciudad Vanguardista de la Modernidad” ´por el Concejo deliberante local. En las obras de Martínez, se cambia la tipología de casa chorizo, por viviendas compactas, donde se destacan volúmenes rectos, desfasados entre sí, y con terrazas.
El Parque San Carlos de Concordia
En la zona norte de Concordia se conserva un parque de unas 70 hectáreas a cinco minutos del centro de la ciudad y con una hermosa vista del río Uruguay y sus islas de piedras. El Parque San Carlos incluye una reserva natural con selvas en galerías, lomadas, montes casi vírgenes, el Jardín Botánico “Aníbal Oscar Carnevalini” y fundamentalmente, las ruinas (puestas en valor tras décadas de abandono) del “castillo” que fue construido por encargo de Charles Édouard Demachy, un francés caído en desgracia por casarse con una bailarina y desoír los mandatos familiares.
Cuando Demachy viajó a Francia por la muerte de su padre, desapareció de Concordia dejando atrás créditos impagos y después de un tiempo, el castillo fue alquilado por la familia Fuchs Valon, que la casualidad hizo que se hicieran amigos del piloto y escritor Antoine de Saint-Exupery, quien encontró en sus hijas la inspiración necesaria para escribir “El principito”.
Hoy el castillo, tras atravesar décadas de abandono, saqueos y un incendio, es una de las atracciones principales de Concordia y se puede visitar todos los días.
La represa Salto Grande
Los concordienses cuentan con orgullo que Concordia y Salto, la localidad uruguaya que está del otro lado del río Uruguay, están unidas y no separadas por el río. Pero el principal vínculo entre las localidades es la represa, que aprovecha la energía hidráulica para generar energía limpia, segura y económica. Son 1890 megawatts que abastecen a cinco millones de habitantes de un lado y del otro de la frontera.
La represa tiene el único paso fronterizo entre la Argentina y Uruguay por el que no se cobra peaje, ya que su sentido original es otro. También tiene vías ferroviarias, aunque están en desuso.
La represa está fomada por una presa central de hormigón y dos presas de tierra. Para su construcción se utilizaron 60 mil toneladas de hierro y un millón y medio de hormigón armado, con el que podrían haberse construido mil edificios de 30 pisos de altura. La capacidad total de evacuación de agua que puede pasar por la estructura de la represa es de 65 mil litros por segundo. También cuenta con dos escalas de peces con esclusas automáticas para no modificar la migración de las especies aguas arriba.
En el predio binacional permite realizar visitas técnicas, recorridos y excursiones por sus instalaciones, que contienen un centro cultural, un museo y un ecoparque donde se pueden ver las especies vegetales y animales autóctonas.
La Angélica
La Angélica se trata del casco histórico de una estancia de año 1900, donde funcionó el primer tambo y fábrica de yogur de la región. Hoy está dedicada al alojamiento en casas de campo con todos los servicios. En sus instalaciones se pueden realizar todo tipo de talleres con la mira en la ecología, senderismo, observación de aves, visitas guiadas y cuenta con un amplio patio para desayunar, merendar, comer una picada de campo o realizar shows al aire libre.
Uno de los principales atractivos históricos del lugar son las ruinas que Martín Campopiano, referente del establecimiento asegura (en uno 90 por ciento) que se tratan de ruinas jesuíticas.