40 AñOS DE DEMOCRACIA
Vida nocturna

Los cambios en la noche porteña

Hippopotamus fue el boliche del regreso de la democracia, recuerda su fundador, Guido Parisier, y donde la política se mezclaba en la pista. De la irrupción de los DJ hasta la llegada de las redes sociales, las salidas nocturnas también hablan de la historia y memoria de un país.

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A media luz. La pista de baile se revitalizó con la llegada de la democracia y también surgieron los recitales masivos. | cedoc

La noche. “De chiquilín te miraba de afuera, como esas cosas que nunca se alcanzan”, como escribió Enrique Santos Discepolo, el inmortal “Dicepolín”. Claro, recuerdo la primera noche, creo que tenía 15 años o estaba por cumplirlos y mi hermano mayor, que ya manejaba, me invitó a salir. Nos acompañaron dos chicas. La que se sentó a mi lado, en el asiento de atrás del coche de mi padre, le preguntó a mi hermano: “¿Carlos, vamos al jardín de infantes?”. No me afectó, nada me podía afectar porque estaba entusiasmado viviendo de noche. 

Vi por primera vez las luces de mi ciudad que con tanto talento canta Nacha Guevara. Me atraía imaginar qué iba a pasar, y lo que pasaba en esa década era atrapante: los lugares, muy cuidados; las entradas, generalmente oscuras y cuidadosamente atendidas. Los que llegaban a ser saludados por su nombre se sentían realizados, y sacaban pecho toda la noche. La ropa era formal: traje, corbata, zapatos y el infaltable sombrero. 

Muchos lugares tenían orquesta. De hecho, cuando compré el Hotel Hermitage de Mar del Plata, a fines de la decada del 50, todas las noches alternaban tres orquestas en el Salón Versailles: la de Mario Cesari, el primer conjunto de Chico Novarro y una orquesta marplatense cuyo nombre no recuerdo, pero sonaba muy bien. 

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Diez años después aparecieron los disc jockeys que desplazaron a las orquestas. En el Hotel Hermitage fue Ezequiel Lanús el disc jockey que maravillaba todas las noches. Ezequiel era el hermano de Archibaldo Lanús, embajador de Argentina en Francia. 

Con los años, pasé de ser un espectador de la noche a un generador de propuestas. Cuando Raúl Alfonsín recuperó la democracia, Hippopotamus, diseñado por Mónica Cafarelli, en Junín 1787, fue un referente en Buenos Aires.

Con Hippopotamus, Buenos Aires también replicó la transformación de las noches en las grandes ciudades, como sucedió con Studio 54 en Nueva York, que tuvo un movimiento parecido al Number One en Roma, a Chez Castel en París, al Mau Mau de Madrid y Marbella y al Hippopotamus de Río de Janeiro y San Pablo. 

En Hippopotamus, desde que se inauguró, el 17 de septiembre de 1981, la política convivió con el espectáculo. Todavía en esa época la ropa era cuidada, con zapatos y corbata obligatoria. 

En los 80, la música vivió una época dorada en la que se consagraron artistas del pop y del rock y apareció la música disco. En la década del 90, los hábitos comenzaron a cambiar, la corbata a desaparecer y los zapatos a darles lugar a las zapatillas, que ya en nuestra época son obligatorias. 

En todo el mundo en el siglo XXI, la economía hizo lo suyo. La ropa se popularizó más porque los chicos buscaban confundirse. Desaparece la camisa de seda de los 70 y se imponen la remera y el jean; los chicos buscan parecerse en su ropa, solo se distinguen por la llave del coche o por el reloj, que luego por la inseguridad también desapareció, cuando los que alardeaban de esas joyas fueron perseguidos y asaltados. Yo viví un episodio traumático, me persiguieron en moto de Alvear y Callao a San Isidro y solo para apropiarse de mi reloj. 

También a principios del siglo XXI la noche cambió de horario, yo sostengo que fue por economía. Nació el preboliche en casa de algún amigo, donde se entraba con botella en mano para llegar al boliche a las 2 de la madrugada con alegría acumulada. 

Los grandes recitales en estadios también son un fenómeno de la noche de la democracia, que convoca a miles y miles de personas. Estrellas internacionales y locales logran este fenómeno de popularidad, atraídos por la música electrónica. Su público a veces pasa la noche o varios días en la puerta, para asegurarse su lugar en cuanto se abran las puertas. Es otra movida que ofrece la noche en todo el mundo. 

En mi opinión y según mi recuerdo, tuvo mayor transformación la noche que conocí desde los 50 a los 80 que la que se produjo desde los 80 hasta nuestros días. 

Susana Giménez, Moria Casán y Ricardo Darín sin duda eran reconocidos en esos años, pero no como por la movida nocturna. De noche, el que atraía era Poky Evans con su guitarra, mucho más que ellos. Poky fue el creador del primer Áfrika, estuvo primero en las 5 Esquinas y después en el Hotel Alvear.

En el 50, la zona de moda era Olivos, con Rendez Vous y Sunset. En el 60, con Mau Mau en la calle Arroyo del barrio de Retiro, y después La City en la calle Álvarez Thomas. Hippopotamus, en los 80, fue restaurante y boîte; en la cocina debutó Francis Mallmann como chef. En el siglo XX, la Costanera también fue centro de la noche.

Actualmente los referentes son las redes sociales, Instagram y TikTok, sobre todo, mucho más que las personas.

Los adelantos técnicos influyeron mucho. La política desaparece cuando suena la música y en los últimos años el volumen se multiplicó muchísimo, a las cinco o seis de la madrugada la tolerancia democrática deja de existir. Resulta que a la madrugada es lo mismo ser radical que peronista, libertario que massista, ser chorro o un gran profesor, todo es igual. 

Hoy el volumen de la música en los boliches es 50 veces más fuerte que antes. Y si no hay volumen, los chicos se van.

*Exdirector de la Bolsa de Comercio de Mar del Plata; empresario hotelero.