La Noche de los Lápices es la denominación simbólica con la que se recuerda a la jornada del jueves 16 de septiembre de 1976. Esa noche, un operativo de la policía bonaerense y el batallón 601 del servicio de inteligencia del ejército, al mando del general Ramón Camps, secuestró a 10 adolescentes, que militaban en una organización estudiantil de nivel secundario.
Los jóvenes esgrimían entre sus consignas el reclamo por el boleto estudiantil universal y gratuito. El ejército, sin embargo, los relacionaba con la organización guerrillera Montoneros, por entonces entre las organizaciones ilegales que combatía la dictadura cívico-militar tras el golpe de estado del 24 de marzo del mismo año.
Según los relatos históricos, los militares los buscaban por integrar la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y la Juventud Guevarista, agrupaciones que vinculaban a la lucha armada. Eran tiempos en los que la dictadura recién llegada de Jorge Rafael Videla desplegaba el terrorismo de Estado bajo el argumento de la guerra contra la “subversión”.
La Noche de los Lápices y sus relatos
Los estudiantes, de entre 16 y 18 años, fueron María Clara Ciocchini, Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Horacio Ungaro y Claudio de Acha, Daniel Racero, Pablo Díaz, Emilce Moler, Patricia Miranda y Gustavo Calotti. Sólo los últimos cuatro sobrevivieron al operativo. De los otros seis no se conocen rastros hasta el día de hoy.
Por el hecho fueron juzgados en 2005 Miguel Etchecolatz, Valentín Pretti, alias "Saracho", y el ex cabo de la Bonaerense Roberto Grillo, en los denominados “Juicios por la verdad”. Todos fueron condenados. Pretti y Grillo, reconocieron que los jóvenes fueron asesinados y cremados, pero nunca confesaron el destino de los cuerpos.
Los "otros hijos" que crecieron con un padre torturador
"Yo los tuve que quemar, hacer cenizas, pero no los maté, ya estaban muertos después no pude volver a comer carne nunca más", habría confesado Grillo décadas después.
La historia con los detalles del operativo fue difundida por primera vez en detalle durante los juicios a las Juntas Militares en 1985, durante el período de gobierno de Raúl Alfonsín, en plena recuperación democrática. Quienes testificaron sobre aquella jornada fueron Díaz y Moler, dos de los cuatro sobrevivientes.
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