En julio de 1946, los representantes de 61 países se reunieron en la ciudad de Nueva York para protagonizar un hecho histórico: la primera Conferencia Sanitaria Internacional de las Naciones Unidas. En este ambicioso contexto, todos acordaron formar un organismo sanitario mundial.
Este acuerdo se hizo realidad dos años más tarde, un 7 de abril de 1948, cuando entró en vigencia la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, la OMS. En ese momento, la OMS consideró que cuatro temas eran los prioritarios en materia de salud: el paludismo, la tuberculosis, las enfermedades venéreas y la salud deficiente de madres y niños.
Hoy, tanto tiempo después, las cosas cambiaron. La OMS ya tiene 194 estados miembros y recluta 7000 empleados que trabajan en seis regiones diferentes.
Aunque la pandemia de Covid-19 demostró la velocidad, la eficacia y el profesionalismo con los que la medicina, y la ciencia en general, pueden reaccionar, 25 meses de coronavirus también dejaron al descubierto las desigualdades con las que se maneja nuestro mundo.
“El planteamiento actual de la economía conduce a la distribución no equitativa de la renta, la riqueza y el poder, y hay demasiadas personas que siguen viviendo en situaciones de pobreza e inestabilidad”, pregona la OMS en su cumpleaños número 76.
América Latina es una de las regiones más expuestas a los impactos climáticos
Ambiente y Salud: 13 millones de muertes evitables
“En medio de una pandemia, de un planeta contaminado, de un aumento de enfermedades como el cáncer, el asma y las cardiopatías, la OMS aprovechará la celebración del Día Mundial de la Salud 2022 para llamar la atención del mundo sobre las medidas urgentes que se necesitan para mantener la salud de los seres humanos y del planeta e incentivar un cambio para que las sociedades se preocupen del bienestar”, continúa su nueva carta de intención.
Para citar solamente una de las problemáticas abordadas por OMS, hablemos de cáncer, una enfermedad que año tras año sigue aumentando su número de víctimas. En 2020 alcanzó a 19,3 millones de personas y se cobró la vida de diez millones en el mundo. El cáncer es la segunda causa de muerte, según las estadísticas de la OMS. Y el organismo advirtió que, con esta proyección, en las próximas décadas habrá aún más enfermos de cáncer que hoy y serán casi un 50% más altos en 2040.
OMS y un mañana más saludable.
Por eso, bajo el hashtag #HealthierTomorrow y el lema 2022 "Nuestro planeta, nuestra salud", la OMS propone al mundo entero que gobiernos y ciudadanos cuenten en redes los las medidas que están adoptando para proteger al planeta y, en consecuencia, para priorizar sociedades del bienestar.
Siguiendo sus propias estadísticas, la OMS mostró su preocupación al ver que mueren por año unos 13 millones de personas por causas ambientales que son evitables. La más evidente, la crisis climática, “la mayor amenaza para la salud a la que se enfrenta la humanidad. La crisis climática es también una crisis de la salud”, sentencia el organismo internacional.
El cambio climático necesita acciones concretas, no voluntarismo verbal
Ambiente, una crisis que mata
“Más del 90% de las personas respiran un aire insalubre que es consecuencia de la quema de combustibles fósiles. Debido al calentamiento del planeta, los mosquitos propagan las enfermedades más lejos y más rápido que antes”, apostrofa OMS.
“Los fenómenos meteorológicos extremos, la degradación del suelo y la escasez de agua están desplazando a las personas y afectando a su salud”, continúa.
“La contaminación y los plásticos llegan hasta el fondo de nuestros océanos más profundos, de las montañas más altas, y se han abierto paso en nuestra cadena alimentaria”, explica OMS detallando brevemente cómo los microplásticos llegan a nuestro cuerpo.
“Los sistemas de fabricación de alimentos y bebidas muy transformados y poco saludables están impulsando una ola de obesidad, aumentando el cáncer y las enfermedades cardíacas, al tiempo que generan un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero”, enumera.
Sobran los motivos, entonces, para que las grandes potencias, que casualmente están representadas en la Organización Mundial de la Salud, puedan torcer el rumbo de un camino que hasta ahora demostró que no llega a ninguna parte, al menos, en forma saludable.