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II Parte

De “¿Y dónde está el piloto?” a “la culpa fue de Mercurio”, odisea de los argentinos varados en Atlanta

Los 221 pasajeros que entre el 8 y el 11 de septiembre estuvieron demorados en varios aeropuertos estadounidenses no terminó al embarcar. Cómo continuó la pesadilla que alguien atribuyó a Mercurio Retrógado.

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Aeropuerto Hartsfield-Jackson de Atlanta. | shutterstock

Finalmente, el 11 de septiembre a las 5 AM pisó el Aeropuerto Internacional de Ezeiza el vuelo DL101 de la compañía Delta Airlines, que trajo a Buenos Aires a 221 pasajeros que estuvieron demorados durante cuatro días, en distintos aeropuertos de Estados Unidos, supuestamente por problemas meteorológicos. 

A poco de llegar, sin embargo, la pesadilla no había concluido para ellos. Por muchas razones, que no llegaron a ser publicadas en la nota que PERFIL difundió el 10 de septiembre. Esa historia desafortunada no tuvo para todos un final feliz.

Luego de que se demoraran varios vuelos locales, por una lluvia que fue despareja en varios puntos de Estados Unidos (Miami, Orlando, Nueva York, etc), el viernes 8 de septiembre la mayoría de esos más de dos centenares de pasajeros perdieron sus conexiones a Atlanta y, por sugerencia de la misma aerolínea, debieron reprogramar sus viajes para el día siguiente, 9 de septiembre.

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"Sin valijas, sin medicaciones y con la misma ropa" desde que despacharon las valijas el viernes 8, todos protagonizaron y pagaron de su propio bolsillo gastos extras que la compañía no reconoció “por cuestiones meteorológicas”, un argumento que para ellos “no cerraba” porque vuelos que tenían otros destinos sí despegaban, en simultáneo, aunque fuera con demoras.

“¿Y dónde está el piloto?” 

Todos los pasajeros intentaron pasar la noche dónde y cómo pudieron, teniendo que cargar con expensas que no tenían planeadas (hotel, remises y comidas). Sin embargo, lo hicieron para poder regresar al día siguiente al aeropuerto de Atlanta y embarcar a las 17 horas el vuelo DL 101 que, desde el hub que la compañía tiene en Atlanta, los dejaría en Buenos Aires. 

Cientos de argentinos estuvieron varados desde el viernes en Estados Unidos: "Es una situación dramática"

Sin embargo, en una sucesión de imprevistos y sinsentidos que los mismos empleados de mostrador no podían o no sabían explicar, 221 argentinos estuvieron varados en el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta durante un día y medio más, sin valijas, ropa, medicamentos, ni elementos de  higiene personal. Lapso que si se suma a los retrasos previos, hizo que los pasajeros estuvieran demorados en aeropuertos estadounidenses durante cuatro días. 

Diez postergaciones del horario de partida por razones que nadie explicaba, más otros motivos que parecían “una tomada de pelo” los tuvo atrapados sin poder salir de la terminal de embarque hasta la medianoche del 10. 

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Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta.

“Estamos esperando a un piloto, pero no sabemos dónde está”; “ubicaron al piloto, y está viniendo desde su casa, que está a dos horas”; “el piloto perdió el vuelo desde Nashville”; “un alarma por emergencia aeroportuaria”; el parte meteorológico desfavorable (era un día radiante en Atlanta); “los pilotos están de paro”; “el aeropuerto es viejo y se colapsa” (Atlanta fue considerada la terminal aérea de mayor tráfico en el mundo, con 93,7 millones de pasajeros en 2022); “llegó el piloto que no hace paro, pero falta una azafata para completar el personal de a bordo”…. son sólo algunas de las razones casi ridículas que salían de la boca de los únicos que daban la cara por la empresa, los empleados que ya no sabían cómo explicar lo que para todos era inexplicable. 

Argentinos varados en Atlanta

Mientras tanto, las horas pasaban en vano para los pasajeros que en vez de, al menos un vaso de agua, sólo escuchaban la palabra “demora” una y otra y mil veces más. 

Una argentina dijo que tenía taquicardia y se sentía mal, que sus medicamentos estaban en la valija, que el aeropuerto retenía desde el viernes anterior. Le dijeron que para dar con la valija debía “volver a pasar aduana y luego volver a hacer aduana para reingresar” (un trámite de dos horas). “Dejen, prefiero morirme acá, les respondió”, y le fueron a buscar la valija que le prohibieron tocar mientras un empleado la abría y hurgaba para dar con los medicamentos que la dueña iba detallando.

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En 2022, 93,7 millones de pasajeros circularon por el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta.

El vuelo se demoraba y, sin embargo, la empresa volvía a anunciar en pantallas un nuevo horario de salida que, desde luego, se volvería a aplazar indefinidamente. 

Finalmente, a las 22 horas dijeron que el vuelo de las 18 no saldría hasta las 7 del día siguiente, 10 de septiembre. Mientras la protesta y la indignación crecían, distribuyeron a los pasajeros en hoteles próximos, los pusieron en un bus, arrancándoles la promesa de que regresaran a las 6 para irse a casita, y con el iluso alivio de un voucher de US$ 15 en un país en donde por ese monto sólo se puede comer una hamburguesa, una pizza o un snack de comida chatarra. 

Cuando los argentinos llegaron a sus respectivos hoteles, ya había pasado la medianoche y a las 4:45 todos debieron hacer la fila para volver a las combis que los regresaría al Hartsfield-Jackson de Atlanta antes de que canten los gallos.

“La culpa fue de Mercurio"

El vuelo DL101 anunciado para las 8 horas no salió hasta las 17:15 de ese día, tiempo suficiente para que, en una suerte de “Autopista del sur”, el famoso cuento de Julio Cortázar, los pasajeros comenzaran a compartir las historias que los habían llevado hasta Estados Unidos. Muchas, dramáticas. 

“¡Usted no entiende! No sabe lo que yo estoy viviendo, no tiene idea!”, le decía a un empleado que solo hablaba inglés un joven de veintipico, con la voz entrecortada por el llanto y la indignación: su padre acababa de morir. 

“Nosotros pagamos a la empresa para que un avión nos lleve a Buenos Aires, ¿cómo nos van a decir que no tienen piloto?”, preguntaba retróricamente una argentina que había pasado los 40 y que tenía un padre en la morgue, esperando que ella llegara para que sus restos descansaran en paz, luego de un funeral que las demoras de Delta Airlines postergaba irrespetuosamente. 

“¿Quién me va a pagar lo que me descuenten el día lunes por no llegar al trabajo?”, se preguntaba otro y sólo le respondía el silencio. 

“Teníamos que estar en Buenos Aires el sábado a primera hora de la mañana y ya perdimos acá todo el fin de semana”, bramaban todos, cada uno a su modo.

Qué significa mercurio retrógrado y por qué todos hablan de esto

Pasadas las 16, una “azafata holandesa” asomó su figura rubia y esbelta, y los argentinos, aun con chispa y humor, la aplaudieron cuando ingresó a la aeronave, porque creyeron que las nubes comenzaban a disiparse. Lo mismo sucedió cuando asomó el piloto. 

Los viajeros creyeron que su pesadilla había terminado cuando a las 17:30 el vuelo DL101 intentó un primer despegue. Sin embargo, apenas había carreteado 300 metros cuando el avión se detuvo imprevistamente y comenzó un desfile de azafatas hacia la cabina trasera. Luego alguien preguntó por altavoces si había algún médico entre la tripulación. Varios argentinos se acercaron a ayudar: un pasajero había tenido un infarto y ellos le salvaron la vida. 

Un camión de los bomberos del aeropuerto (verde, no rojo) acercó paramédicos y más ayuda hasta que un hombre inconsciente fue retirado en una camilla y su mujer desmelenada lo seguía atrás ante la consternación unánime. 

Una desgracia que nadie sabe cómo terminó.

Odisea de los argentinos

Siguieron varias horas más de espera dentro del avión: “Hay que volver a cargar combustible”; “Estamos esperando el reemplazo de una azafata que debió retirarse para no exceder su horario de trabajo”; y "perdimos otra porque fue a declarar ante la seguridad aeroportuaria”, circulaba. 

Eso no fue todo: de buenas a primeras, cambiaron el destino del único auxiliar de abordo que hablaba español; se rompieron las pantallas de toda la aeronave y no hubo más entretenimiento a bordo. Pero, eso sí, cuando la marcha finalmente se reanudó, el personal repartió sandwiches, bebidas, snacks, licores, merienda, cena y desayuno con una abundancia nunca antes vista en la clase económica.

A las 5 am del día siguiente, el DL101 aterrizó en Ezeiza y alguien de la empresa intentó encontrar una razón a lo inexplicable: “todo esto sucede porque estamos en Mercurio retrógado, el planeta que rige los viajes y la comunicación”. 

Mercurio retrógrado ocurre cuando ese planeta cambia su órbita, y se mueve para atrás, en dirección contraria a la habitual. Sin embargo, es una ilusión óptica. Mercurio se mueve para atrás desde la perspectiva que tenemos en la Tierra. Con todo, la astrología considera que ese fenómeno astral justifica numerosos comportamientos humanos. Incluso, la pesadez para pensar, los conflictos, el descontrol, las energías negativas o la carencia de organización.

Este año, este fenómeno astral sucedió varias veces y, en estos días, del 23 de agosto al 15 de septiembre. ¿Es lícito pensar que todavía nos esperan dos días de desgracias?

Ya en sus casas argentinas, los pasajeros damnificados se encontraron con variados mensajes de la compañía. Para algunos, los más afortunados, había una bonificación de 2.000 millas en sus programas SkyMiles. “No alcanza ni para ir a Mar del Plata”, se indignaron. A varios, les entregaron en cambio un voucher de US$10 para gastar exclusivamente el día 11 de septiembre en el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta

MM.