Marcos Mazzucco pudo, después de 47 años, saber qué ocurrió con su madre, que había sido secuestrada por los militares durante la dictadura instaurada en 1976. Gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), Mazzuco agregó una pieza fundamental a su historia y la de sus dos hermanos.
María Angélica Mellace era enfermera y trabajaba en un consultorio, desapareció el 15 de noviembre de 1976 en la ciudad de La Plata y desde entonces sus hijos no supieron más nada de ella. “Pertenecía a un partido político de izquierda. La citaron en una dirección y la estaban esperando", contó su hijo a Télam. Marcos tenía solo 6 años cuando se quedó esperando a una madre que nunca regresó. “Mi recuerdo es que me ayudaba con los deberes y le daba la mamadera a mi hermana”, contó.
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Con el hallazgo se pudo determinar que la mujer de 32 años fue asesinada en 1978 y arrojada en un camino de tierra en la localidad de Gándara, donde fue encontrada varios meses después e ingresada como NN en el Cementerio Municipal de Chascomús, el 25 de enero de 1979.
“Todavía no terminé de digerir bien la noticia. Saber que vamos a disponer de un lugar donde enterrarla y donde poder llevarle flores después de 47 años es un cambio abismal para nosotros”, relató Mazzucco que desde 1998 vive en Río Grande, Tierra del Fuego.
La historia de María Angélica llegaba hasta el momento de su secuestro, que estaba documentado en un expediente judicial, pero hasta ahora su historia quedaba en un punto suspensivo que sus seres queridos merecían conocer.
“El equipo de antropología forense nos convocó a una reunión por Zoom, a mis hermanos y a mí. Mi hermano Emilio vive en Buenos Aires y mi hermana Verónica en Estocolmo (Suecia) donde se exilió en 1977. Ahí nos leyeron todas las conclusiones. A mi mamá la mataron de seis disparos en el pecho y la dejaron tirada, hasta que varios meses después ingresó como NN a una fosa común”, compartió.
Los restos de Angélica, además, habían quedado enterrados en una zona del cementerio en la que encima construyeron nichos de otras personas, por lo que fue necesario remover esas estructuras para poder llegar a ellos.
Además de perder a su madre, los Mazzucco también se quedaron sin padre, que era delegado gremial en un astillero de Lomas de Zamora, y que también fue secuestrado y desaparecido en 1977. “Fuimos de mano en mano, primero con unos amigos de mi papá y finalmente con mis abuelos paternos en La Plata, que nos criaron como pudieron. Cuando tenía 15 años nos fuimos con un tío, hermano de mi mamá, a Capital Federal”, rememoró Mazzucco.
“Ahora tengo la posibilidad de tenerla y completar el duelo. Sé que lo voy a ir asimilando de a poco. En algún momento me gustaría contarlo en las escuelas, a los chicos, en los aniversarios del golpe. Sería una forma de mantener viva la memoria de mis padres”, concluyó.
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