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Elecciones 2023

Escenario abierto: las incógnitas para los encuestadores y los problemas para medir

Por qué cada vez menos gente participa de encuestas y los sorprendentes datos sobre la tasa de respuesta. La apatía y la crisis con la política dispararon las preguntas sobre la efectividad de los instrumentos para entender a los votantes en estas elecciones. Qué dicen los expertos.

Gente votando en varias Provincias-20230813
Gente votando | Telam

En los números previos a las PASO de este año las encuestas no pudieron observar los más de 30 puntos que logró Javier Milei. En 2019 casi ninguna pudo visualizar el contundente triunfo de Alberto Fernández sobre Mauricio Macri en las primarias.

Aunque en el caso de Milei muchos sondeos venían registrando los sentimientos de frustración y crisis del electorado, ninguno logró dar con los números precisos del candidato libertario y, a la vez, habían mostrado números más altos para Juntos por el Cambio y el oficialismo. Ahora bien, ¿qué viene ocurriendo en el mundo de la opinión pública para que las encuestas no hayan podido acercarse al resultado? ¿Hay un impedimento para sus predicciones?

En su último informe antes de las elecciones Jorge Giacobbe lo plantea con nitidez: “Es el escenario más incierto en los últimos veinte años”, escribió. Agregó que, independientemente de los resultados, se vio obligado a resaltar en un apartado que se hace difícil determinar números porque las “herramientas de investigación” se complejizaron “en este momento nebuloso”. Y remató: “Encaramos elecciones sumidos en este clima del cual puede salir cualquier cosa. Las emociones nos dominan”.

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A votar | En las PASO solo concurrieron a las urnas siete de cada diez, y la desconfianza creció.

Por su lado, en Isonomía el trabajo de campo –el de aquellos que se encargan de recabar la información– se ha vuelto más complicado que nunca. La tasa de respuesta a los IVR (una máquina que llama por teléfono con preguntas predeterminadas para responder) está en el orden del 5%. Es decir: el 95% no contesta.

Entre los sondeos a cargo de encuestadores que se comunican a teléfonos fijos y móviles la tasa de respuesta está en el orden del 20%. En otras palabras: ocho de cada diez personas corta el teléfono o no accede a los cuestionarios.

Entre los sondeos presenciales esa tasa de respuesta sube al 40%, mientras que diez años atrás era un porcentaje mucho más alto, según los datos de Juan Germano, uno de los directores de Isonomía.

Para Facundo Nejamkis, de Opina Argentina, los esfuerzos por conseguir votantes que sean interrogados se multiplicaron por tres en esta elección. “Esto va sesgando la muestra, y quienes responden tienen una característica determinada que no sabemos hasta el momento de la elección”, apunta.

En este marco, explican los expertos en opinión pública, se presentan dos problemas metodológicos. En primer lugar, obviamente, cada vez menos gente responde encuestas. En segundo lugar una cuestión más grave aún para el trabajo de campo: aquellos que no responden se parecen cada vez menos a los que eligen responder. Esto supone: son electores que consumen otros medios, se informan distinto, piensan el mundo de otra forma y eso se traduce en sus elecciones políticas. Este es el núcleo del problema que afecta a los sondeos de todo el mundo, no solo a la Argentina.

Encuestas electorales

 

¿Qué hacen muchos con esto? Los que tienen los recursos apelan a combinar las tres metodologías: online, telefónica y presencial. Claro, las presenciales son, lejos, las más caras.

“Si hacemos encuestas telefónicas contesta la gente mayor, si usamos las presenciales no encontrás determinado tipo de categoría de gente en su domicilio, si vamos a lo online encontramos gente de nivel socioeconómico alto, entonces nos vemos obligados a mixturar metodologías”, explica Nejamkis. “Esto conspira contra la uniformidad de la muestra y tenemos que hacer distintos cuestionarios”, añade.

La otra dimensión del problema es cómo se reconfiguró la sociedad en cuanto a las elecciones políticas. Por caso: los expertos en opinión pública vienen registrando la desaparición de los “hogares peronistas”. Que un abuelo, un padre y un nieto voten todos al mismo. La grieta ya venía mostrando este fenómeno que en 2023 se consolidó: las elecciones están más cruzadas que nunca.

Esto supone una cuestión más grande: la ruptura con los partidos políticos, la crisis de representación, la menor confianza en la dirigencia en años y los cambios en los modos de informarse sobre lo público, en especial en los jóvenes. La conclusión de esto es nítida: una menor estabilidad en las preferencias políticas lo que lleva a que sea más complejo determinar qué hará ese votante en el cuarto oscuro. Incluso se viene registrando, de manera progresiva, según los encuestadores consultados por este diario, hay votos cruzados complejos de predecir. Por caso: votantes de Fernández y Cristina Kirchner en 2019 que hoy eligen a Milei. Incluso: cambios de las PASO a las generales.

“Como la sociedad está enojada con la política también toma las encuestas como parte del dispositivo de la política. Y los que responden, en muchos casos, militan esa encuesta”, cierra Nejamkis.

Esta apatía política se verificó en las PASO, donde fue a las urnas el 69% del electorado, uno de los más bajos desde el regreso a la democracia, en 1983.