Un comunicado del Gobierno argentino. Dos tuits de la embajada de China en el país. Y una imagen, la de ambos Estados acompañando un posible acuerdo entre dos laboratorios, en ambos extremos del mundo, Sinergium Biotech y Sinopharm. En los últimos días, el posible entendimiento con China para consolidar una alianza de producción de esa versión de la vacuna contra la Covid-19 pareció adquirir tanta velocidad como exposición pública, a contramano de las más de diez reuniones que se habían mantenido ya con las autoridades de la firma asiática en las preliminares bajo la más absoluta reserva.
En el Gobierno, hay claras expectativas de conseguir con Sinopharm lo que no se pudo aún con México y la variable creada por Oxford/AstraZeneca: primero, una garantía de acceso permanente a las vacunas que solo abundan en el mundo de las potencias centrales, sin problemas de logística o suministros. "Hoy, esto solo lo solucionas con vacunas", ilustra una fuente del Gobierno, vinculada a la estrategia sanitaria. No hay otro modo de obtener cierto "control" sobre las constantes embestidas de la pandemia a la que nadie, por cierto, ya se atreve ya a ponerle una fecha final y que hasta amenaza con volverse crónica, producto de sus múltiples mutaciones. En segundo lugar: producir vacunas en cantidad suficiente le permitiría a la Argentina ganar una herramienta de política exterior. También a China, claro.
Quiénes fabricarían la vacuna china Sinopharm en la Argentina tras el acuerdo
Sinopharm en Argentina: los detalles y los plazos del acuerdo
De momento, a la alianza entre Sinergium Biotech y Sinopharm le restan algunas reuniones técnicas y, al menos, un próximo encuentro político, de mayor volumen, cuando todo se encamine hacia la firma. Dicen, los más entusiastas, que puede ser dentro de la primera quincena de mayo. Otros le ponen paños fríos porque lo que hay por delante es intercambio de información y transferencia de tecnología entre ambas empresas, aunque ya tienen experiencia en el tema.
Durante la última cita entre ambas firmas y los representantes gubernamentales, la que trascendió, el último lunes, se habló de junio como un posible plazo para el envío del antígeno a la Argentina a partir del cual se elaboraría la vacuna. El laboratorio local podría reconvertir toda su producción de planta para direccionarla a la elaboración de la vacuna, con una potencial fabricación de hasta un millón de dosis por semana. La ventaja sobre Richmond –dedicado a la próxima elaboración de la Sputnik Vida– es la capacidad ya instalada de Sinergium que le permite acelerar los tiempos.
Desde la Rosada afirman que la prioridad de lo que se elabore la tendrán los argentinos, hasta que se complete la vacunación de los grupos de riesgo de todo el país y el personal esencial. Luego se evaluaría avanzar hacia un esquema más amplio, abriendo la posibilidad a quienes quieran inocularse aunque no presenten, a priori, condiciones preexistente de riesgo para esta enfermedad. Es el mismo camino que siguieron aquellos países que cuentan con la ventaja de producir las vacunas dentro de sus propios territorios, como Estados Unidos o Israel.
En paralelo, comenzaría la segunda parte del plan: la exportación hacia la región. Tal era la idea original en la alianza que México y Argentina tejieron allá por agosto de 2020, a través del acuerdo entre AstraZeneca y mAbxience pero que todavía no pudieron concretar: una plataforma capaz de suministrar vacunas a esta parte del mundo que no figura en las prioridades de las grandes potencias. Paradójicamente, una de las razones que impidieron concretar esa internacionalismo sanitario fue el veto de una de ellas, Estados Unidos, a los insumos que México necesitaba para su preparado final.
Con Sinopharm, la prioridad es Argentina y luego la región, cuando avance la producción. Así se baraja en el Gobierno y esta vez, ya más austeros en las predicciones, evitan hablar de millones hacia un lado o el otro. Al igual que para la Argentina, también para China forma parte de su estrategia sanitaria frente a la pandemia, desde el momento en que decidió asumir un rol activo en la discusión y solución de los problemas globales. La pandemia, por caso.
Larreta inició gestiones con EEUU para comprar vacunas y destrabar el envío de AstraZeneca
En esta emergencia, Beijing se convirtió primero en el principal proveedor de insumos médicos cuando escaseaban o el mundo había dejado de exportarlos. Ahora es el turno de las vacunas, cuando la geopolítica sanitaria se acentúa. Rusia empuja sus propios acuerdos y Estados Unidos quiere saltar a la arena desde julio y promete hacerlo fuerte. También flexibiliza su tradicional proteccionismo en la OMC donde otros siguen jugando como policías malos y la regla del consenso frena cualquier liberación de patentes, de momento. En EEUU, se habla de hasta 60 millones de vacunas que podrían ponerse a disposición y por las que ya pujan varios países, entre ellos, la Argentina.
Un mes antes, en junio, si todo sale acorde a las previsiones de China, la maquinaria asiática empezaría a trabajar a su escala amplificada para producir vacunas para el mundo desde su tierra. No es casualidad el ímpetu por replicar el trabajo, casi en simultáneo, desde la Argentina. Por supuesto, sería ingenuo no pensar que también hay una estrategia de influencia geopolítica detrás por parte de Beijing. La misma que mueve a todas las potencias cuando actúan en la arena internacional, solo que algunas lo hacen por la fuerza y otras se inclinan por la cooperación.