En la 6ta edición del Seminario ACSOJA 2021 se debatió sobre las "Cadenas globales de valor" con Rodolfo Rossi, miembro del Comité Ejecutivo de ACSOJA; José Martins, referente del Consejo Agroindustrial Argentino y presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y Christian Feldkamp, director ejecutivo de CREA; que fue moderado por Pedro Vigneau, de Aapresid.
Rodolfo Rossi aseguró que la soja “es alimento y es energía”, “la fuente más barata de proteína en el mundo” y “un alimento humano de alto grado para la salud que juega un destacado rol para combatir la desnutrición”.
El sector emplea en Argentina 396 mil personas en toda la cadena. Los dos principales subproductos industriales son la harina, que demanda para el mercado interno 11% de los porotos y el aceite depende de cuánto se puede exportar en biodiesel. “En los dos rubros, el país es el primer exportador mundial”.
Las exportaciones del complejo sojero superarán los US$ 18 mil millones.
Rossi dijo que la demanda mundial de soja sigue alta, correlacionada con lo que es el aumento en la producción de carne, que creció 100% en 20 años. La producción ictícola es la mayor con casi un tercio del total.
Analizando a toda la cadena, y apuntando a la segunda transformación y al Valor agregado sobre los subproductos, diferenció claramente que significa para las empresas Agregar Valor y Capturar Valor.
Alimentos basados en soja
En el tema de alimentos de soja indicó que hacia 2025 se proyecta que el comercio internacional sea de 56.000 millones de dólares y apuntó que el crecimiento de las corrientes veganas en la alimentación y la relación de la soja con la salud, “son una gran oportunidad. En Estados Unidos –describió- hace 10 años solo el 24% de la población consumía un alimento con soja una vez por semana, hoy es el 40%”.
El incremento se explica en que hubo un gran crecimiento en los bebibles en base a soja, un negocio que se proyecta que crecerá de 4% a 6% a 2025, en el mundo. Citó que en 2014 se relevaron en los supermercados argentinos 1.046 productos con ingredientes de soja.
Rossi enumeró la fortaleza de nuestras harinas, y a nivel comercial cómo el país posee una industria de expeller de soja que demanda el 7% de la producción argentina del poroto y que es fabricada por 400 empresas.
Los alimentos en base a soja para consumo humano (que evolucionaron desde el tofu, y otros productos tradicionales a los ‘texturados’ y los ‘aislados’), se encuentra la dificultad de que hay mercados que exigen que sean con soja no transgénica y con estricta certificación. “Pero es un mercado en que Argentina tiene mucho por crecer, ya que solamente participa en 5% del mercado global”, comentó.
Rossi dijo que también es una oportunidad la mayor demanda global de productos elaborados con soja y que para la Argentina el foco debería ser Sudamérica y África.
En tanto planteó el problema de las corrientes críticas locales a alimentos a base de soja, que serían una llave para intervenir en temas de desnutrición. “Las malas maniobras propagandísticas tienen mayor permanencia en los medios que las buenas noticias”, se lamentó.
“Porque lo más importante que tenemos para ofrecer es que somos el principal país en producir soja sustentable. Y vender nuestra marca propia, nuestra producción es la más sustentable y de menor huella de carbono”, aseveró.
Desarrollo científico y tecnológico
En este sentido, Rossi dijo que la cadena argentina de la soja debe “fomentar en el sistema científico-tecnológico el desarrollo de procesos y productos de alto valor”.
A su turno, José Martins, abogó por el sector agroindustrial (el de la soja y otros) “pueda generar propuestas de políticas de Estado y no ser convocados solamente a que se nos comuniquen las políticas”.
Martins hizo una autocrítica al reconocer que “debemos dejar de mirarnos el ombligo y salir a mostrar la relevancia de un sector que ingresa 8 de cada 10 dólares de la exportación” y que emplea a 3.7 millones de personas en forma directa e indirecta. “Y con un potencial inmenso, de incrementarlo, ya que en el caso de la soja estamos trabajando el 60% de la capacidad instalada”.
Para el presidente de la BCBA, “hay que decirle al Gobierno que solo con algunas pequeñas cosas vamos a tener el estímulo para crecer”, entre las cuales enumeró: “Una estabilidad macroeconómica, una carga tributaria que vaya disminuyendo para las producciones pampeanas y regionales, y una ley que estimule las inversiones”.
“Y debemos retomar la agenda del crecimiento de la cosecha: hay oportunidad para producir 180 ó 200 millones de toneladas”.
LM