Por el fin de las brechas violentas
El próximo 8 de marzo se conmemora un nuevo Día Internacional de la Mujer Trabajadora, ocasión para recordar y redoblar la apuesta en la lucha por la igualdad, el reconocimiento de la diversidad y el ejercicio efectivo de los derechos de las mujeres y las diversidades. En este contexto socio económico, PERFIL CÓRDOBA invitó a cinco mujeres, políticas, militantes, activistas, a reflexionar acerca de las reivindicaciones y deudas, desde cada uno de sus espacios. La opinión de Betiana Cabrera Fasolis.
Han sido enormes las conquistas feministas desde que se conmemora el primer día internacional de las mujeres trabajadoras. Han transformado nuestra sociedad y sobre todo nuestros hogares, una verdadera revolución en ‘las casas’. No obstante, los contextos cambian y demandan que reinventemos este paro internacional feminista y que lo situemos. En argentina sabemos bien de adversidades, no obstante siempre es un panorama distinto al cual enfrentarse y que además tiene un impacto diferencial en nosotras.
La profunda crisis económica que atravesamos, con una inflación del 100 por ciento pero con aumentos en alimentos y productos de canasta basica superior a esa cifra, la desconcertante situación de subempleo y precarización, porque pese a tener dos o tres trabajos no superamos la línea de pobreza y el miedo de no saber si llegamos a fin de mes o cuál será el próximo aumento, pero también la brecha en la tasa de desocupación entre hombres y mujeres jóvenes es más del 5 por ciento y si de población trans se trata, la vulnerabilidad es mayor, a tal punto que el 90 por ciento de las mujeres trans subsisten ejerciendo el trabajo sexual.
A su vez, estudiamos más, somos mayoría entre quienes egresan en este país, pero seguimos teniendo una brecha del 26% en los salarios con respecto a los varones.
Y la mayor de todas las desigualdades: más del 70 por ciento de las tareas de cuidado, esas que no son reconocidas ni remuneradas, como la crianza de hijos e hijas, el cuidado del hogar, la atención de personas con discapacidad o de personas mayores recae sobre nosotras, determinando trabajos y profesiones más precarias, con menor acceso al mercado laboral. Ni hablar que al indagar acerca de los hogares que están a cargo de una sola persona, encontramos que son monomarentales.
Además, estamos siempre alertas porque sabemos que sin independencia económica, estamos presas de las violencias que a veces existen en nuestros hogares. Las precariedades de nuestras vidas se suman y sólo son contenidas cuando pudimos tejer redes sociales en centros comunitarios o en organizaciones sociales.
Trabajamos cotidianamente por desmontar el sistema machista y patriarcal que cimenta estas condiciones, pero además miramos con ojos feministas lo que nos pasa y es por eso que este 8 de marzo volvemos a inundar las calles y decimos: ¡El ajuste es violencia! ¡La pobreza es violencia!
Dijimos ‘No al Acuerdo con el FMI’ porque consideramos que la primera deuda de los gobiernos es con nosotras y nosotres. Hemos presentado la iniciativa popular en el Congreso de la Nación para el congelamiento de precios y tarifas.
Nuestra experiencia de lucha feminista es que la participación construye derechos, por eso este 8 de marzo marchamos contra la precariedad de la vida y la falta de salarios dignos, contra las brechas y desigualdades, y contra el ajuste que es violencia.
MuMaLa- Libres del Sur
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