Santos Laciar: "Que te premien a los 64 años significa que uno no pasó inadvertido”
El excampeón del mundo de boxeo fue galardonado con el ‘Olimpia de Brillantes’ en la gala anual del Círculo de Periodistas Deportivos. 'Falucho' tiene el récord de haber sido elegido como mejor deportista del país en tres ediciones consecutivas, en 1982, 1983 y 1984.
Santos Laciar reconoce como “una alegría inmensa” haber sido distinguido con el ‘Olimpia de Brillantes’, en la gala anual del Círculo de Periodistas Deportivos, la Fiesta Anual del Deporte Argentino, que se llevó a cabo el 19 de diciembre pasado en la Usina del Arte de la Ciudad de Buenos Aires.
“La verdad es que fue una sorpresa. Me llamaron un par de días antes y me dijeron que tenía que ir sí o sí, porque iban a entregarme un presente. Nunca imaginé que recibiría semejante distinción, que no sólo premia una campaña sino también el comportamiento que uno tuvo como deportista”, comenta ‘Falucho’.
“Fue algo muy lindo, porque a cierta edad uno ya no espera nada, teniendo en cuenta el tiempo que pasó desde que tuvo la suerte de ser campeón del mundo”, señala.
“Además, me encontré con gente que hacía muchísimo tiempo no veía, como los exfutbolistas de Independiente y Huracán que ganaron campeonatos en 1973. La verdad es que fue muy lindo compartir ese momento con ellos. Me llamó la atención que se acordaban mucho de mis peleas; eso también fue una satisfacción enorme”, puntualiza.
En el caso del oriundo de Huinca Renancó, la estatuilla que premió su trayectoria se sumó a los tres Olimpia de Oro que recibió en forma consecutiva, en 1982, 1983 y 1984, como mejor deportista del año.
Cuatro estrellas
“Cada uno de los premios fue distinto”, dice Laciar a la hora de rememorar aquella seguidilla inigualable. “En 1981, el año en que gané mi primer título mundial, estuve ternado con Gustavo Ballas y Sergio Palma, y me puse como motivación ganar el premio en la siguiente edición”, recuerda.
“En 1982, cuando recuperé el cinturón, sí me dieron el Olimpia de Plata de boxeo y en un momento se me acerca (el periodista) Ernesto Cherquis Bialo y me dice ‘¿estás listo?, mirá que si te dan el Oro vas a tener que hablar ante toda esta gente’. Al final lo gané y fue una alegría inmensa, una ‘guasada’, porque había como 50 deportistas nominados y Córdoba nunca había recibido ese premio”, añade.
“Aquella vez tuvo mucho que ver el triunfo ante Betulio González, un venezolano que había sido tres veces campeón del mundo, en su casa. Esa fue una pelea terrible”, subraya.
“Mi primer Olimpia de Oro, en 1982, representó una alegría inmensa. ya que Córdoba nunca había ganado ese premio”.
“En 1983 hice tres defensas, algo que era poco frecuente, incluida la pelea contra el dominicano Ramón Nery, en el Estadio Córdoba. Igual era muy difícil el Olimpia de Oro, porque estaban Gabriela Sabatini, Diego Maradona… ¡unos monstruos! De repente, empecé a ver que los periodistas se acercaban cada vez más a mí. Ya con mi segundo premio en la mano, me propuso alcanzar a Guillermo Vilas, que lo había ganado tres veces”, relata.
“En 1984 también defendí el título tres veces, y peleando afuera. Eso te daba mucha ‘chapa’ en aquel momento. Todos los nominados habíamos hecho méritos para ganar el Oro, pero por suerte me lo dieron a mí”, añade.
“¿El cuarto? Una cosa muy linda, algo que siempre voy a recordar mucho. Que te premien a los 64 años significa que uno no pasó inadvertido”, afirma sobre el reciente Olimpia de Brillantes.
Cuatro décadas
El segundo Olimpia de Oro de Laciar coincidió con el retorno de la democracia a la Argentina. Por entonces, ‘Falucho’ sumaba 69 peleas, ocho de ellas mundialistas, desde su debut profesional, en diciembre de 1976.
Un año atrás, en México, había dedicado su triunfo ante Juanito Herrera, por la corona de peso mosca, a los soldados argentinos que combatían en Malvinas. “En diciembre de 1983 se vivía un clima espectacular, hermoso. La gente tenía muchas esperanzas en el nuevo gobierno”, enfatiza.
“En 1983 era muy difícil. Estaban nominados Gabriela Sabatini, Diego Maradona… ¡unos monstruos!”.
De aquellos tiempos, recuerda una anécdota con el presidente Raúl Alfonsín, luego de la victoria ante el francés Antoine Montero, en Grenoble, el 6 de mayo de 1985. “Yo estaba dando una nota arriba del ring y de repente me dicen que quería hablarme Alfonsín. ‘Ya lo atiendo’, dije, y seguí con la entrevista. Cuando me di cuenta de la situación, lo saludé y me felicitó. Cuando volví a Argentina hablamos de nuevo y le dije ‘Raúl, mil disculpas por cómo lo atendí, recién terminaba la pelea y la verdad es que tampoco se escuchaba mucho’. ‘No te hagas problemas, yo fui el que invadió tu terreno en ese momento’, me respondió.
Cuatro décadas pasaron desde entonces, y mucha agua pasó bajo el puente, en la sociedad, el deporte y la política. “Las nuevas generaciones son diferentes de las anteriores respecto a los acontecimientos deportivos. Hoy todo es más vertiginoso; lo de ayer, ya fue. Tampoco hay mucha prensa abocada a rescatar los hechos del pasado”, refiere.
“¿El boxeo? Hoy es más fácil encontrar herramientas para saber quiénes son tus rivales. Antes los conocías prácticamente cuando tocaba la campana para empezar el primer round. Me pasó con (Peter) Mathebula en mi primera chance mundialista; recién cuando llegué a Sudáfrica me enteré que era más alto que yo, diestro y bastante intermitente, y con esos pocos datos pudimos armar nuestro plan de pelea”, agrega.
“En 1984 también defendí el título tres veces, y peleando afuera. Eso te daba mucha ‘chapa’ en aquel momento".
Sobre la realidad de nuestro país, comenta: “Llevo caminadas muchas vueltas y me parece que en este momento hay que dejar de lado las diferencias y hacer fuerza para que nos vaya bien a todos y que la Argentina pueda salir adelante. Hoy le toca a (Javier) Milei y hay que apoyar. No queda otra”.
-¿Alguna vez te ofrecieron incursionar en política?
-Sí, muchas veces. Y desde varios lugares. Es algo normal. Hasta me ofrecieron un departamento para que viviera en Buenos Aires y ocupara cargos en distintos gobiernos, pero siempre dije que no. No tengo hecho el secundario y además creo que es un cambio muy caro. Yo cuando peleaba, lo hacía por Argentina, no por un sector. Quería ganar para todos, hinchas de Talleres y de Belgrano, radicales y peronistas… Y lo sigo viendo así. Si alguien sufrió por vos, lloró por vos, le puso el nombre a su hijo por vos, después no podés decirle ‘ahora soy de éste y no soy del otro’. Para un deportista, ponerse la camiseta de un partido tiene un costo muy alto.
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