Aquello que llamamos forma
Pareciera que la autora no se propone dar a su trabajo la irreductible unidad temática de un género o la postulación de variaciones a partir de una idea rectora.
Cris Zurutuza cuenta con todos los recursos del oficio, y su mano los guía con eficacia. Los despliega dando como resultado de una prosa vertiginosa, construida con frases cortas y una dicción que por coloquial no es, en modo alguno, liviana, ni interfiere en el ágil curso de la narración, en la coherencia intrínseca de las tramas que componen y conforman En el futuro seremos un objeto retro.
Si bien pareciera que la autora no se propone dar a su trabajo la irreductible unidad temática de un género o la postulación de variaciones a partir de una idea rectora, está presente en cada uno de los relatos la cadencia, el tono, el ritmo de una voz en formación que, sin dudas, se afianza en la búsqueda de sentido. No es impropio conjeturar que en la mayoría de los cuentos que refieren pasajes de niñez y adolescencia decantan hacia el Bildungsroman, circunstancia que más que un recurso se resuelve por imposición de las historias.
Así se advierte en El novio de Vilma era un héroe del conurbano, en Éramos sombras a la luz de la luna o en Dosis homeopáticas de amor. Permanentes referencias a un pasado no tan lejano, situaciones propias de otro tiempo y acontecimientos que se suscitan en la contundente, caótica y precipitada actualidad, conviven con indiferencia. Posibilidad que confiere a los escritores cuya vida transcurre entre paradigmas violentamente disímiles, cierta versatilidad, el desapego de un anclaje que se hace imposible en las aguas sin orillas de la “modernidad líquida”. Sentencia lugares que, no por comunes, medran con el progreso de los relatos: las conspiraciones, los secretos indevelados, la transgresión, cierta metafísica que es tanto urbana como rural y pareciera constituir al menos uno de los núcleos de sentido en la literatura de Zurutuza.
Aquello que por pereza llamamos forma queda a la vista en las primeras líneas de El Egeo es el mar que corroe nuestras islas: “Llueve copioso, el viento silba contra las ventanillas. Para mantener la dirección tengo que hacer fuerza, los charcos de agua de la ruta me llevan el volante hacia los costados. Cuando cargamos nafta, en la estación de servicio nos dijeron que hace días que no para de llover, que las primeras horas los del pueblo se alegraron, porque vienen de un período de sequía, pero que ahora los arroyos se están desbordando…”.
La habilidad de la autora para que en un párrafo se reagrupe una circunstancia anodina con un atisbo de peligro y amenaza confirma la impresión de que un cuento es escrito sobre lo que ya se conoce y comprendió.
A diferencia de una novela, que es escrita para comprender. Para ser más directos, recordemos aquello que el padre de Raymond Carver le respondió al hijo cuando este le manifestó que quería ser escritor. “Escribe sobre lo que sabes”, fue la respuesta del padre. Y sin dudas, Cris Zurutuza, escribe sobre lo que sabe.
En el futuro seremos un objeto retro
Autora: Cris Zurutuza
Género: cuentos
Otra obra de la autora: La vida láctea
Editorial: Dábale Arroz, $ 19.000
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