Cuadernos de la montaña
Trías, ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz, rastrea este animal sangrante que es símbolo de las tramas de miles de mujeres en los bordes de las rutas.
La niña que se instala en la casucha de “El monte de las furias” de Fernanda Trías anhela otros materiales, otros sonidos, otras palabras, y hasta otras ganas para seguir con vida. Será la belleza difícil y terrible de la montaña que se la ofrende. Los mitos de la naturaleza profunda y las salvajadas antropocenas conjugan el original lenguaje campesino, con arrebatos poéticos, que la autora uruguaya desarma en visceral compromiso. Así las almas salen a la Tierra.
Las atmósferas cerradas de las anteriores novelas de Trías sale a tomar el aire fresco bajo las nubes negras. Contada en alucinado realismo, la narradora se va contrayendo morosa hacia el interior que teje los cogollos de la abuela con las botellas vacías de la madre. El paisaje humano se difumina místico en una selva corporal que avanza rabiosa.
“No se secaba las lágrimas –mi madre–. La dejabas deslizarse mejilla abajo y había algo en esa humedad que le provocaba consuelo. A la ira la llamaba tristeza. Mi abuela era de fruncir la boca y podía quedarse callada un día entero sin dirigirte la mirada. A la ira la llamaba atropello. Todas nuestras vecinas andaban así, poniéndole otro nombre a su rabia. La llamaban cansancio. Las llamaban mala suerte. La llamaban dolor de espalda” sintetiza la infancia de escondite pajonal de la narradora. Ella que nació sin querer nacer, ola de mujeres olvidadas en Pueblo Pobre, y fue arrojada a cuidar la cerca electrificada de la misteriosa montaña. Que en su laderas le enseñará, “¿puedo explicar esta planta, o éste escarabajo, con palabras?”, se repite, y luego, encargará velar a los miles de muertos diarios de la violenta e injusta Latinoamérica. Hasta que uno, en el barro, en el basural, revive.
El monstruo interior de la narrativa rioplatense se topa con el gótico selvático en esta novela que habla de ruidos y furias. Trías, ganadora en 2021 del Premio Sor Juana Inés de la Cruz con la anticipatoria “Mugre rosa”, rastrea este animal sangrante que es símbolo de las tramas de miles de mujeres en los bordes de las canteras y las rutas. Al destilar el veneno que corre en las venas, y en las jaurías de hombres y máquinas, la mujer que atesora ese paraje agreste reescribe a su manera el patriarcal destino de maltrato. La montaña, que todo lo oye y lo ve, hace de segunda guitarra en capítulos breves en la confirmación que ella “no puede ser sino presente, aunque en sí misma contenga todo el pasado”. Abajo, los hombres se mueven seguros, despreciándola, hasta que...
“Ni rastro de ellos. ¡Los devoró la selva!”, remataba en el epílogo el escritor colombiano José Eustasio Rivera de la seminal “La vorágine” hace poco más de un siglo. Marca de la bioinspiración que mana eterna de las montañas y cerros en Colombia, y que Fernanda Trías abre simultáneo en cuadernos llenos de pensamientos, no de frases hechas, en su “El monte de las furias”. Un pico sabio que erupciona por fin y deviene en ser mujer.
El monte de las furias
Autora: Fernanda Trías
Género: novela
Otros libros de la autora: La ciudad invencible; Otras formas de ser humano
Editorial: Random House, $ 31 mil
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