Al "Tarzán de la vida real", que pasó 40 años en la selva, lo mató la civilización
Ho Van Lang murió de cáncer de hígado después de 8 años de consumo de alcohol y alimentos procesados. Tenía 52 años. Antes, vivió casas construidos en árboles de la jungla durante más de 40 años, huyendo de la Guerra de Vietnam.
El “Tarzán de la vida real”, el vietnamita Ho Van Lang, murió de cáncer de hígado después de haber pasado 40 años en la jungla vietnamita. Tenía 52 años y su muerte ocurre ocho años después de regresar a la “civilización”.
Ho Van Thanh, un veterano del ejército, huyó de su pequeña aldea de Tra Kem en 1972 con su hijo Lang, que entonces tenía dos años, después de que una bomba estadounidense matara a su esposa y otros dos hijos. Se instalaron en la selva y y solo restablecieron el contacto con la sociedad en 2013.
Los hombres, que creían que la guerra no había terminado, fueron hallados en 2013 y llevados hasta una aldea para proporcionar ayuda médica al padre. Desde entonces, Lang comenzó a llevar un estilo de vida relativamente “normal” pero algunas personas y médicos que lo atendieron creen que el estrés y la mala alimentación del mundo civilizado tuvieron un efecto perjudicial en su salud.
Hasta entonces, la dieta de Lang había consistido en frutas, verduras, miel y una variedad de carnes, incluidos monos, ratas, serpientes, lagartijas, ranas, murciélagos, pájaros y peces. Llevar una vida “moderna” probablemente tuvo consecuencias fatales para Lang, que una vez fuera de la selva empezó a comer alimentos procesados y a tomar bebidas alcohólicas en exceso.
El “Tarzán de la vida real”, el vietnamita Ho Van Lang, murió de cáncer de hígado después de haber pasado 40 años en la jungla vietnamita.
Pasó 42 años en la jungla
Después de huir de su aldea, padre e hijo sobrevivieron durante cuatro décadas en el bosque de Tra Bong recolectando frutas y mandioca y plantando maíz y siempre escapaban cuando veían a la gente de lejos.
Lang y su padre vistieron taparrabos hechos con corteza de árbol y vivieron en chozas de madera levantada a cinco metros del suelo hasta que unos recolectores de leña de la zona los vieron y denunciaron a la policía sobre “dos hombres de la selva”.
Los funcionarios crearon un equipo para rastrearlos y los encontraron en agosto de 2013 después de una búsqueda de cinco horas. El hermano mayor de Lang, Ho Van Tri, los convenció de regresar a la civilización ya que la salud del padre estaba deteriorándose.
El primer año en sociedad fue el más difícil para Lang debido a los problemas de salud derivados de un virus y una bacteria nuevos en su sistema.
Cuando los encontraron, el padre podía hablar un poco de la lengua minoritaria Cor, pero el hijo sabía solo unas pocas palabras. Lang y Ho Van se sometieron a estudios médicos antes de reintegrarse a la sociedad, habitando en la misma casa familiar desde 2016. Un año más tarde el padre murió.
El primer año fue el más difícil para Lang debido a los problemas de salud derivados de un virus y una bacteria nuevos en su sistema.
“En sus primeros 42 años de vida, Lang nunca supo de la existencia del sexo femenino ya que el padre siempre se lo ocultó. Pero lo más sorprendente es que hoy en día, pudiendo ya distinguir entre un hombre de una mujer, todavía desconoce la diferencia esencial entre ellos”, relató Cerezo.
Cerezo relató que hasta que apenas pudo distinguir la diferencia entre hombres y mujeres. “Puedo confirmar que Lang nunca tuvo el mínimo deseo sexual y su instinto reproductivo nunca ha asomado la cabeza en ninguna de sus múltiples facetas”, dijo. Tri, el hermano de Lang, lo describió como un “bebé en un cuerpo de hombre”.
Después de huir de su aldea, padre e hijo sobrevivieron durante cuatro décadas en el bosque de Tra Bong recolectando frutas y mandioca y plantando maíz y siempre escapaban cuando veían a la gente de lejos.
“Lang ha pasado toda su vida en la selva. Así que su cerebro es como el de un bebé. Si le pidiera a Lang que golpeara a alguien, lo haría severamente. No conoce la diferencia entre el bien y el mal. Lang es sólo un niño”, dijo Tri. “No sabe nada. La mayoría de la gente sabe lo que es bueno o malo en la vida, pero mi hermano no. Si le pidiera a Lang que apuñalara a alguien con un cuchillo, lo haría sin pensar y esa persona podría morir”.
Cerezo explicó años atrás que Lang se quedó desconcertado por el estilo de vida contemporáneo y los inventos modernos. “Por la noche, estaba completamente asombrado por la luz que provenía de las bombillas. Lang nos dijo que poder disfrutar de la luz durante la noche era algo extraordinario”.
“Y justo después de eso vio una televisión por primera vez, algo de lo que su padre también le había hablado cuando era joven. Sabía, por tanto, que las personas que aparecían en él no estaban 'dentro' de la caja”, relató.
Cuando los encontraron, el padre podía hablar un poco de la lengua minoritaria Cor, pero el hijo sabía solo unas pocas palabras.
"Siempre me preocupó que él y su cuerpo no pudieran manejar un cambio tan drástico", dijo su amigo
Pero fue la vida en sociedad, más que sus 40 años en la Naturaleza, lo que afectó profundamente a Lang. “Había pasado toda su vida viviendo en la jungla y luego llegó a vivir en el ‘mundo civilizado’ donde comenzó a comer alimentos procesados y, a veces, incluso a beber alcohol”, dijo su amigo Cerezo.
Cerezo, que conoció a Lang dos años después a través de su trabajo con una organización que ayuda a las personas que quieren escapar de la civilización y pasar unos días o semanas completamente solos en una isla desierta, viajó con él a la junga para vivir allí una semana.
“Después de pasar menos de un día con él, me di cuenta de que era una de las personas más entrañables que he conocido. La conexión entre nosotros fue inmediata porque Lang nunca imaginó que alguien estaría interesado en sus habilidades de supervivencia, y estaba muy feliz de mostrármelas todas”, dijo.
"No me gustó verlo viviendo en la civilización. Siempre me preocupó que él y su cuerpo no pudieran manejar un cambio tan drástico”, dijo su amigo.
“Dos años después de que regresara a la civilización, fui a buscar a Ho Van Lang en su aldea para ver si me enseñaba algunas técnicas de supervivencia nuevas que pudiera aplicar en las islas desiertas”, dijo Cerezo y agregó: “Era un niño pequeño con las habilidades de un superhumano”.
“Pasamos una semana viviendo en su casa en la jungla de la misma manera que lo había hecho durante las últimas cuatro décadas. Era la persona más fascinante que conocí y extremadamente dulce al mismo tiempo. Cuando sobrevivíamos juntos en la jungla, todo lo que me tomaría horas lograrlo, lo pudo hacer en segundos”, dijo.
“Era un ser humano hermoso, olvidarlo será imposible, lo extrañaré todos los días. Pero no me gustó verlo viviendo en la civilización. Siempre me preocupó que él y su cuerpo no pudieran manejar un cambio tan drástico”, dijo su amigo.
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