EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Galería de fotos: lo que queda de Atafona, la playa brasileña que está desapareciendo bajo el mar

Debido a una combinación de factores naturales y humanos, el mar avanza hasta seis metros por año y ya sumergió más de 500 casas en una franja de 2 km.

Atafona, el balneario brasileño que está desapareciendo bajo el mar Foto: AFP

Atafona, un tranquilo balneario al norte de Rio de Janeiro, sufre una erosión crónica agudizada por el calentamiento que la transformó en un paisaje apocalíptico con cientos de viviendas destruidas por el mar. 

Debido a una combinación de factores naturales y humanos, el mar avanza hasta seis metros por año y ya sumergió más de 500 casas en una franja de 2 km. Una de las próximas será la del empresario Joao Waked Peixoto.

Caminando junto a un revoltijo de vigas y azulejos, Waked Peixoto muestra cómo sucumbió la última vivienda que separaba la suya del mar: resta apenas el fondo de un cuarto azul en el que fragmentos de revistas, una bicicleta y otras señales de vida reciente son sacudidas por el viento.  

En el área de riesgo, siguen en pie solo 180 casas con 302 habitantes.

"¿Cuándo tendremos que salir nosotros? Es una incógnita, el mar avanzó de tres a cuatro metros en 15 días, nuestro muro puede no estar aquí la próxima semana", cuenta Waked Peixoto, que se mudó a Atafona junto a su familia durante la pandemia. 

Como muchos residentes de Campos dos Goytacazes, una próspera ciudad al norte de Rio de Janeiro que recibe regalías del petróleo, su abuelo construyó en la cercana Atafona su casa de veraneo: un refugio de ambientes amplios con jardín.

"Será una pena perder esta casa, que guarda los recuerdos de mi familia entera, mis padres, hermanas... todos veníamos aquí", lamenta Waked Peixoto. Pero será inevitable.  

Entre quienes todavía tienen esperanzas, está la jubilada Sonia Ferreira, 77, dueña de una imponente casa de dos pisos, que debió abandonar cuando el agua empezó a carcomer su muro trasero, en 2019. Viuda, se mudó a un pequeño departamento que construyó en su propio terreno, a la espera de una solución.

Cuando llegue, "pintaré la casa de nuevo y volveré a vivir aquí", sentencia.

Erosión extrema y crónica

La erosión extrema, que coloca a Atafona entre el 4% del litoral mundial donde el mar consume más de cinco metros por año, se agudizó ahora por el cambio climático, con la "subida del nivel del mar" a largo plazo y "a corto y medio plazo con las resacas excepcionales y los periodos prolongados de lluvias y sequías", explica el geólogo Eduardo Bulhoes, de la Universidad Federal Fluminense

Pero el balneario sufre un "problema crónico" desde hace décadas. "El uso que el hombre hizo del río Paraíba do Sul [uno de los principales del sudeste de Brasil] en los últimos 40 años redujo drásticamente el volumen de sus aguas y su capacidad de transportar arena hacia la desembocadura", en Atafona, explica Bulhoes, enumerando actividades como la minería y los desvíos para la agricultura.

Con este "déficit" de sedimentos, la playa no se reabastece naturalmente y va cediendo ante el avance del mar. Y a ello se suma la construcción de casas en la costa, que elimina la primera línea de defensa natural: las dunas de arena y la vegetación. 

Sin esa protección, el mar fue mordiendo la superficie, dejando un cementerio sumergido de escombros y estructuras que tornó peligroso cualquier chapuzón y ahuyentó a los turistas. 

Por otra parte, la reducción del caudal del río afectó también a los pescadores. "Los barcos grandes ya no pasan por el delta del río (...) y el dinero se va", dice Elialdo Bastos Meirelles, que preside una colonia de pescadores de unos 600 miembros. "El río está muerto", asegura. 

ds / fotos: AFP