cese del fuego

Israelíes y palestinos: cesó la violencia, pero no hay espacio para el optimismo

Después de once días de bombardeo y lanzamiento de misiles, el gobierno israelí y Hamás aceptaron una tregua propuesta por Egipto.

La vida sigue. Un vendedor de globos junto a uno de los edificios destruidos por la aviación israelí en Gaza, donde murieron 66 niños. Foto: afp y dpa

Sin bombardeos ni sirenas de alerta de misiles la calma regresaba ayer a Israel y los territorios palestinos, aunque había nuevos incidentes en Jerusalén, luego de dos semanas de un conflicto que parece haber entrado en una nueva etapa, alimentado por disidencias internas entre las partes y con lo que se avizora como un nuevo papel de Estados Unidos.

Los nuevos enfrentamientos estallaron ayer tras la plegaria de los viernes entre fieles palestinos y agentes israelíes en la Explanada de las Mezquitas, el tercer lugar más sagrado del islam, en Jerusalén Este, el sector palestino de la Ciudad Santa ocupado por Israel.

La policía israelí utilizó bombas de estruendo y gases lacrimógenos para dispersar a un centenar de palestinos. Al menos 15 personas resultaron heridas. La noche anterior, una multitud de palestinos había festejado con fuegos artificiales el cese de fuego con cantos en favor de las Brigadas Ezzedin al-Qassam, el ala militar de Hamas.

Unos choques similares hace doce días fueron el detonante de la escalada de violencia que opuso al ejército israelí y a Hamás, y que se saldó con la muerte de 243 palestinos, incluyendo 66 menores y combatientes, según las autoridades gazatíes, y de 12 personas en Israel, incluyendo a un niño, una adolescente y un soldado, según la policía.

El alto el fuego fue anunciado tras una reunión del gabinete de seguridad israelí, dirigida por el primer ministro Benjamin Netanyahu, que “aceptó por unanimidad” la iniciativa egipcia “de alto el fuego bilateral sin condiciones”. Por su parte, Hamás afirmó que “la resistencia palestina respetará este acuerdo siempre que la ocupación (en referencia a Israel) lo respete”.

Tras la tregua, que entró en vigor a las dos de la madrugada de ayer y se alcanzó con la mediación de Estados Unidos y de Egipto, ambas partes se consideraron vencedoras. “Cumplimos los objetivos, es un éxito excepcional”, afirmó el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. “Es la euforia de la victoria”, dijo por su parte Jalil al Haya, número dos del buró político de Hamás en Gaza, al comentar los festejos de miles de palestinos en las calles de la Franja tras el fin de los bombardeos israelíes. Unas manifestaciones de júbilo que también se observaron en varias ciudades de Cisjordania y Jerusalén Este, ocupados.

Los contendientes pueden festejar, y Joe Biden saludar la “calma” que se extiende tras el cese del fuego que ayudó a gestionar, pero analistas advierten que el futuro no es prometedor, ante la ausencia de diálogo entre una Autoridad Palestina durante cuestionada por los suyos, y un gobierno israelí integrado por muchos dirigentes que rechazan abiertamente la idea de un estado palestino.

Esa parece ser precisamente la más probable consecuencia negativa de este nuevo episodio de violencia, que se viene repitiendo cíclicamente en los últimos veinte años: el fin de la idea de los dos estados, nacida tras los Acuerdos de Oslo de 1993.

“La búsqueda de la solución de los dos estados se ha terminado”, escribió en Foreing Affairs el analista palestino Khalil Shikaki, para quien los enfrentamientos de los últimos días “marcan el comienzo de una era más violenta” en el conflicto entre israelíes y palestinos.

Shikaki advierte que, aunque cesen los bombardeos y los misiles, las consecuencias de esta violencia perdurarán y serán muy significativas: “Hamás será más fuerte y la Autoridad Palestina más débil, y la violencia entre árabes israelíes y judíos podrá ceder, pero aumentará la percepción de los árabes de la discriminación sistémica que sufren y de que es inútil buscar equidad dentro de la sociedad israelí”. 

Said Chaya, coordinador del el Núcleo de Estudios de Medio Oriente de la Universidad Austral, cree que “en los últimos veinte años no hay incentivo para la búsqueda de un acuerdo de paz, y tampoco hay interés por alcanzarlo. Y este último conflicto se enmarca en ese contexto. Hoy se ha construido un escenario de fuerza, donde se fortalecen las opciones que garantizan seguridad”. 

Las negociaciones de paz están suspendidas desde 2014, cuando tropas israelíes invadieron Gaza durante otra escalada de violencia. “Esa guerra marcó el fin de toda esperanza real de un acuerdo político que ponga fin al conflicto. Desde ese momento, las relaciones entre ambas partes empeoraron y la perspectiva de una solución de dos estados fue disminuyendo”, afirma el analista palestino Shikaki. 

Respaldos. Chaya considera que uno de los elementos novedosos de esta última violencia es que no es del interés de los principales aliados de las partes, Estados Unidos e Irán, lo que muestra además una relativa autonomía, tanto del gobierno israelí como de Hamas.

“Estados Unidos está tratando de acercarse a Irán para generar algún avance del acuerdo nuclear, e Irán busca que se levanten las sanciones que están ahogando su economía”, por lo que la reaparición de la violencia no les conviene, dice el politólogo. “Esto muestra que el alineamiento entre Washington e Israel no es automático, como no lo es el de Teherán con Hamas”, explica.

“Biden, destaca el investigador de la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Austral, le dio el protagonismo a Egipto, no le interesa tener protagonismo en este escenario. Dejó que Egipto sea el país visible en esta gestión”. 

El presidente de Estados Unidos agradeció a Egipto el papel desempeñado en el alto el fuego, y lo calificó de “oportunidad genuina para avanzar” hacia la paz entre israelíes y palestinos.

Egipto enviará dos delegaciones a Tel Aviv y a los Territorios Palestinos para “supervisar la aplicación” del alto el fuego, según fuentes diplomáticas egipcias, mientras que el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, viajará a Oriente Medio “en los próximos días” para reunirse con responsables palestinos e israelíes.

Pero Khalil Shikaki advierte que “no debe haber ilusión sobre el rol de la comunidad internacional. Como máximo, los países árabes y otros actores, como Washington, pueden ayudar a manejar el conflicto solo sosteniendo el status quo. Por más difícil que sea, son los israelíes y palestinos quienes deben solucionarlo”.