Lula quiere ganar protagonismo global para Brasil con el cuidado de la Amazonia
Lo adelantó la exministra del Ambiente Marina Silva, que podría repetir en el futuro gobierno del líder del PT, en la conferencia sobre el cambio climático que se realiza en Egipto. Silva precisó que los esfuerzos proteccionistas del país no dependerán de la ayuda extranjera, como sostiene la actual administración de Jair Bolsonaro. El cambio de política será traumático: “Habrá que sustituir a personas inadecuadas, militares que no saben de medio ambiente”.
Brasil protegerá la Amazonía “con sus propios esfuerzos” y no lo condicionará a la recepción de fondos internacionales, afirmó ayer en la COP27 la exministra de Medio Ambiente Marina Silva, del equipo del presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva, que la semana próxima participará de la conferencia.
Su mensaje fue claro: Brasil está de regreso en cuanto a la protección de la selva amazónica, la más grande del mundo y que cumple una función crucial para frenar el cambio climático.
A dos días de que el líder izquierdista tome el avión para participar en la cumbre anual del clima en Sharm el Sheij, en Egipto, Marina Silva mantuvo un encuentro con la prensa, en el que desgranó las prioridades ambientales del próximo mandatario.
Silva, que podría repetir como ministra de Medio Ambiente, cargo que ya desempeñó con Lula entre 2003 y 2008, insistió en la necesidad de crear un superórgano nacional que coordine la acción climática entre varios ministerios.
“Es algo innovador y potente”, declaró la exministra.
Marina Silva aseguró que la visita de Lula a Sharm el Sheij, antes incluso de asumir el cargo el 1 de enero, envía el mensaje poderoso de que “Brasil recobra el protagonismo ambiental en el espacio multilateral”.
Según sostuvo, “una prioridad estratégica” será la lucha contra la deforestación de la Amazonia, que bajo el gobierno de Jair Bolsonaro avanzó con fuerza desde 2019 y en 2021 alcanzó un máximo en 15 años, por su política de promoción de la minería y las actividades agropecuarias incluso en zonas protegidas.
En esa tarea por preservar el mayor pulmón verde del planeta y un sumidero fundamental de CO2 capaz de combatir el cambio climático, Silva aseguró que Brasil actuará “con sus propios esfuerzos”, sin condicionarlo a la ayuda internacional.
Y al combatir la destrucción de la Amazonia y perseguir un objetivo de reforestación de 12 millones de hectáreas, Brasil adoptará un papel de liderazgo mundial “por medio del ejemplo”, destacó.
Recomponer equipos y presupuestos. Silva se felicitó no obstante de que Noruega y Alemania hayan anunciado, tras la victoria de Lula, estar dispuestos a reanudar su apoyo financiero, después de haberlo retirado en 2019 poco después de la llegada al poder de Bolsonaro. Y adelantó que se buscarán otros socios adicionales. Noruega es el mayor contribuyente de ese fondo, y según su ministerio de Medio Ambiente, hay actualmente 641 millones de dólares disponibles.
Silva detalló que la ayuda internacional puede ser útil igualmente para promover la llamada bioeconomía. Según ella, una de las pistas es fortalecer la agricultura familiar en la Amazonia, no para hacer retroceder su extensión, sino para aumentar la productividad en explotaciones ya existentes por medio de tecnología más moderna.
Igualmente, la aliada de Lula reconoció que hay una tarea urgente en recomponer los presupuestos destinados a la preservación de la Amazonía, recortados por el gobierno de Bolsonaro, y también los equipos especializados en la conservación.
“No es algo difícil; habrá que sustituir a personas inadecuadas, militares que no saben de medio ambiente”, por “equipos técnicos” capaces de hacer su trabajo y que están “amenazados y asediados por el actual gobierno”, apostilló.
El mercado de créditos de carbono, a revisión. La exministra, que viajó a Egipto para preparar el terreno a la esperada visita de Lula, enfatizó por otro lado que será necesario revisar el mercado de créditos de carbono para impedir que las empresas de energías fósiles los usen para lavarse la cara y evitar tener que reducir sus emisiones.
“No creo que se deba perpetuar la generación de energía fósil apoyándose en esos créditos. Esas empresas tendrán que transitar a un modelo consistente en generar energía y no solo vender petróleo”, explicó Marina Silva.
“Ese es el camino que con certeza se perseguirá en Brasil, que también es un productor de petróleo”, y que por lo tanto empleará “este recurso aún necesario para hacer la transición a otras fuentes de generación de energía”, añadió.
Silva enfatizó que, “en su opinión” personal, esto aplica a la petrolera estatal Petrobras, que debe ir más allá del petróleo y contribuir a la transición enegética de Brasil.
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