Teñida y en la casa del padre: así cayó la menor acusada de matar a su novio
Naiara, de 16 años, estaba prófuga por el crimen de su pareja, Santiago López Monte, el joven de 21 años asesinado a puñaladas en el partido bonaerense de Lanús. La joven había huido tras pedir una ambulancia y asegurar que su novio había sufrido un “accidente con una reja”, pero la autopsia derribó su versión. Los investigadores del caso lograron ubicarla en un domicilio de la localidad de Virrey del Pino después de rastrear el teléfono de su padre. Conmoción.
La fuga de Naiara duró menos de una semana. La adolescente de 16 años era buscada desde el martes pasado por el crimen de su novio, Santiago López Monte, de 21, y fue arrestada en La Matanza, en el interior de la casa de su padre –que está preso en el marco de otra causa– y acompañada de su mamá.
Los investigadores del caso pudieron localizarla después de seguir el rastro de un teléfono hallado en la cárcel donde está detenido el papá. Según las fuentes, el hombre se encuentra alojado en el pabellón 8 de la Unidad 40 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) desde mayo pasado.
En busca de pruebas, la Justicia ordenó allanar su celda y quedarse con el aparato que utilizaba. A partir de ese dispositivo, la Policía pudo rastrear sus últimas comunicaciones y sus principales contactos que finalmente orientaron el operativo hacia La Matanza.
De acuerdo a los voceros, la detención de Naiara se produjo durante un procedimiento de urgencia realizaron en una vivienda de Virrey del Pino. Naiara estaba junto a su madre y, según fuentes del caso, había cambiado su aspecto: se había teñido el pelo de rubio para intentar despistar a los detectives y no llamar la atención en el barrio. La maniobra no sirvió de nada. Cuando los efectivos ingresaron, la encontraron oculta en el inmueble y quedó inmediatamente a disposición de la Justicia.
El crimen por el que se la acusa ocurrió en su casa, ubicada en el cruce de las calles Namuncurá y Lituania, partido de Lanús. Fue ella misma quien llamó al 911 para pedir ayuda y sostuvo que su pareja había tenido un “accidente” con la reja de la entrada. Cuando la ambulancia llegó al lugar, los médicos constataron que el joven ya estaba muerto y que esa versión no se ajustaba a la realidad.
Santiago presentaba dos orificios en el costado izquierdo del cuerpo: uno debajo de la tetilla y otro algunos centímetros más abajo. La médica del SAME que lo revisó concluyó que las lesiones no eran compatibles con haberse enganchado con una reja. Esas heridas correspondían a puñaladas en el pecho, lo que reforzó inmediatamente la hipótesis de un ataque intencional.
En esa misma escena, los testigos describieron a una adolescente desesperada por saber qué iba a pasar con el cuerpo. Mientras la profesional revisaba a Santiago, Naiara insistía con una pregunta: “¿Está vivo? Decime a qué hospital lo llevás”. En cuestión de minutos, y antes de que se dispusiera cualquier medida de resguardo, la joven aprovechó un descuido y escapó del lugar. Desde entonces, permaneció prófuga hasta su arresto en La Matanza.
La familia de la víctima, en paralelo, recibió una confirmación directa.. Según relataron, la madre de Santiago habló con la adolescente, que le dijo: “Me peleé con Santiago y lo apuñalé”, y luego le envió la dirección por WhatsApp para que fueran a asistirlo. Esa frase, sumada a las heridas detectadas por el personal médico, terminó de ubicar a la chica como la principal sospechosa del homicidio.
A partir de allí se activó un operativo de búsqueda que se extendió por varios días. Oficiales de la Departamental de Lanús realizaron cinco allanamientos en distintas direcciones donde se creía que podía estar la adolescente, todas vinculadas a familiares y personas de su entorno. Esos procedimientos resultaron negativos, pero permitieron acotar el mapa de posibles refugios hasta que apareció la pista del penal de Lomas de Zamora.
Con el avance de la investigación, el fiscal Oscar Maidana, de la Fiscalía de Violencia Familiar y de Género de Lanús, ordenó pericias en la escena del crimen y dispuso la captura de la adolescente. Debido a la edad de la imputada, la causa pasó luego a manos del fiscal de Menores Juan Ignacio Collazo, quien quedó a cargo de la investigación.
Santiago era el menor de la familia y trabajaba como ayudante de albañil con su padre. Estaba de novio con la joven desde hacía poco menos de un año y, según su entorno, la pareja había convivido un tiempo en la casa de su madre, hasta que las discusiones y episodios de violencia motivaron que la adolescente fuera expulsada del hogar. Luego, la relación continuó, pero concentrada en la vivienda de Remedios de Escalada donde finalmente ocurrió el crimen.
Con Naiara detenida, la causa ingresó en una nueva etapa. Los investigadores analizan no solo su responsabilidad en el homicidio, sino también las posibles colaboraciones que le permitieron ocultarse durante varios días, moverse entre domicilios de familiares y mantenerse fuera del radar mientras avanzaba la pesquisa.
La Fiscalía de Menores deberá definir la imputación concreta, el encuadre penal y los pasos a seguir en el marco del régimen especial aplicable por su edad. Mientras tanto, la familia de Santiago espera que la reconstrucción judicial del caso confirme lo que ellos consideran ya demostrado: que el ataque no fue un accidente, que hubo una fuga organizada y que la detención de la joven es apenas el primer tramo de un proceso que recién empieza.
Qué deberá resolver ahora la Justicia
La captura de Naiara puso en marcha la segunda parte de la investigación, mucho más técnica y en la que el foco estará puesto en reconstruir qué ocurrió dentro de la vivienda de Remedios de Escalada y cómo transcurrieron las horas posteriores al ataque.
Los peritos trabajan con material que aún no fue incorporado al expediente principal: el estudio de posibles rastros hemáticos en distintos sectores de la casa y la revisión de elementos que podrían haberse utilizado para descartar el arma blanca, todavía no encontrada.
Los investigadores también buscan determinar el recorrido exacto de la fuga, un tramo decisivo para comprender si la menor actuó sola o contó con asistencia de terceros. La secuencia de domicilios por los que pasó, los vehículos que pudieron haber intervenido y las comunicaciones que mantuvo con su entorno forman parte de un rompecabezas que la fiscalía intenta ordenar antes de tomar nuevas decisiones procesales. A ello se suma la necesidad de establecer por qué su entorno familiar reaccionó de manera coordinada apenas ocurrió el hecho.
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