De tupamaro a presidente, de la clandestinidad al respeto unánime: vida política de José Pepe Mujica

Se definía como ateo y anarquista, cuestionaba las riquezas materiales y defendía la democracia. El ex presidente uruguayo vivió en una pequeña casa en lugar del palacio presidencial y donó el 90% de su salario. También legalizó la marihuana y el matrimonio igualitario, pero su mayor legado fue gobernar sin renunciar a sus ideales.

José "Pepe" Mujica Foto: Cedoc Perfil

Herido de varios balazos y encarcelado durante 14 años, José "Pepe" Mujica, cofundador de la guerrilla de los Tupamaros en los años 60, cambió tras su salida de la cárcel con el fin de la dictadura, se convirtió en Presidente de Uruguay y uno de los líderes latinoamericanos más respetados de su tiempo.

Ex senador, ex ministro de Agricultura y expresidente tuvo una vida agitada y siguió siendo una influyente figura en la política nacional y en la izquierda latinoamericana, si bien se alejó en los últimos años de gobiernos como el del venezolano Nicolás Maduro, a quien cuestionó públicamente por su autoritarismo.

Mujica también dedicó los últimos años de su vida, además de la política, a plantar flores y hortalizas en su muy modesta chacra de Rincón del Cerro, al oeste de Montevideo, junto a su esposa, Lucía Topolanski, una antigua estudiante de Arquitectura reclutada por la guerrilla tupamara y apresada también entre 1972 y 1985, que más tarde sería senadora y vicepresidenta.

"Mientras pueda, seguiré militando y entretenido con las verduras. Mientras el rollo aguante, voy a seguir (...) Quiero transmitirles a las pibas y pibes que la vida es hermosa, y se gasta y se va", dijo el expresidente.

"El quid de la cuestión es volver a empezar cada vez que uno cae, y si hay bronca, que la transformen en esperanza y que luchen por el amor, que no se dejen engatusar por el odio. Nadie se salva solo", recordó en una entrevista con el New York Times.

La salud de Mujica se deterioró gravemente en julio de 2024 después de ser diagnosticado de cáncer de esófago. "Desgraciadamente solo puede comer sopitas, algún jugo, alguna gelatina, y los uruguayos estamos acostumbrados a prendernos al asado y al guiso", dijo su esposa.

Preguntado sobre cómo le gustaría ser recordado, fue enfático: "Como lo que soy: un viejo loco con la magia de la palabra". También destacó su admiración por la naturaleza, y aunque afirmó no creer en Dios, dijo respetar mucho a quienes sí lo hacen: "Es como un consuelo ante la idea de la muerte".

José "Pepe" Mujica: "Yo no vivo con pobreza, vivo con austeridad"

Nacido el 20 de mayo de 1935, Mujica creció cultivando flores, educado por su madre tras la muerte de su padre, un agricultor pobre. Y nunca olvidó sus orígenes, pese a que a los más de 70 años, cuando llegó a la Presidencia, tuvo que usar trajes y corbatas, moderar su lenguaje llano, popular y muchas veces polémico.

"Algunas personas más cultivadas tienen un estereotipo y piensan que el señor presidente tiene que ser como una estatua, totalmente inerte", dijo en una entrevista. "No puede ser como cualquier otra persona. Pero yo soy un viejo de carne y hueso, con nervios y corazón. Sí, meto la pata muchas veces, pero siempre de buena fe".

"Pepe" Mujica fue calificado varias veces como "el presidente más pobre del mundo" y "el presidente que todos los demás países desearían tener". Pero él dijo que no era pobre, sino que vivía "con austeridad y renunciamiento", cuestionando constantemente el consumismo de la sociedad.

"Pobres no son los que tienen poco. Pobres son los que quieren mucho", dijo en una entrevista en 2012. "Yo no vivo con pobreza, vivo con austeridad, con renunciamiento. Preciso poco para vivir".

Mujica dijo que adquirió esa filosofía en los 14 años que estuvo preso, de los cuales la mayor parte los pasó en condiciones inhumanas como uno de los "rehenes" que tomó la dictadura militar.

"La noche que me ponían un colchón me sentía contento. Y logré sobrevivir", dijo. "Y me di cuenta que me había hecho problema por muchas bobadas. Ser libre es (...) gastar la mayor cantidad de tiempo de nuestra vida en aquello que nos gusta hacer. Pero para eso hay que tener tiempo. Y si entro a consumir demasiado tengo que gastarme la vida trabajando para todo eso que estoy consumiendo".

Tras su asunción presidencial en marzo de 2010, siguió viviendo en su chacra. Se trata de "una granja destartalada", dijo un periodista británico que la visitó. "La ropa está tendida en el exterior de la casa. El agua proviene de un pozo que hay en un patio cubierto de maleza. Sólo dos policías y Manuela, una perrita de tres patas, vigilan el exterior".

"No preciso más, porque con lo que tengo me sobra y cuando me vaya de este mundo si puedo dejar una escuela, esa va a ser la herencia que voy a dejar. Pero es una actitud política de quererle transmitir a la gente no enajenes tu vida", sostuvo Mujica.

"El hombre tiene que trabajar para vivir pero no vivir para trabajar", decía. "Eso tan simple parece revolucionario. No tiene nada de revolucionario, los que están locos es esa manga de  viejos que se creen que precisan una vida complicada, llena de chirimbolos y necesitan un ejército de gente que los sirva. Inútil, todo eso espamento [aspaviento]. Eso es pagarle precio al feudalismo".

"La humanidad necesita trabajar menos y tener más tiempo libre y ser más sobria. ¿Para qué tanta basura? ¿Por qué hay que cambiar el auto? ¿Cambiar de heladera?", señaló en 2024- "Porque la vida es una y se va. Hay que darle sentido a la vida. Hay que luchar por la felicidad humana. No solo por la riqueza".

Ateo y anarquista, despreció toda la vida el "pacifismo beatífico" y se negó a expresar remordimiento por su propio pasado violento, aunque siempre insistió en que intentó mantener la violencia al mínimo. "Lo único que lamento es lo que pude haber hecho y no hice", decía.

Cuando durante su época como ministro de Agricultura fue interpelado para pronunciarse sobre la violencia política de los años 60 y 70, Mujica respondió: "No me dedico a cultivar el olvido ni a cultivar la memoria. He decidido estar empeñado con lo que me parece que va a ser el mundo de mis nietos, en el cual yo no voy a estar".

Dos años después, en 2007, expresó su pesar por su trayectoria guerrillera de esta forma: "Estoy profundamente arrepentido de haber tomado las armas con poco oficio y no haberle evitado así una dictadura al Uruguay (…) porque cuando el pueblo uruguayo quiso poner la pata, [yo] no estaba en la calle para pelear con el pueblo uruguayo, y de eso me voy a arrepentir toda la vida".

Estuvo preso durante 14 años como uno de los "rehenes" de la dictadura uruguaya

Mujica fue uno de los fundadores del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) en 1965, un grupo clandestino inspirado en la revolución cubana que buscaba desmontar por la vía armada al Estado "burgués" y al sistema capitalista. 

La revista Time los apodó "los guerrilleros de Robin Hood", pero los constantes secuestros, atentados con bombas y ejecuciones a sangre fría hicieron trizas la reputación romántica que se tenía de los Tupamaros. En menos de un año, las "fuerzas conjuntas" (policías y militares) derrotaron al aparato militar tupamaro.

Mujica, que recibió nueve balazos en un enfrentamiento, estuvo en la clandestinidad desde 1969, y fue uno de los últimos en ser capturado en 1970. En septiembre del año siguiente, participó en la masiva fuga de la cárcel de Punta Carretas en septiembre de 1971, en la que escaparon 111 reclusos, 106 de ellos tupamaros.

En agosto de 1972, Mujica fue recapturado mientras dormía a la intemperie con una ametralladora Uzi y una granada bajo su abrigo y pasó a ser uno de los denominados "rehenes" de la dictadura (1973-1985), que estuvieron presos en diferentes cuarteles del país en condiciones infrahumanas.

"Estuve preso en régimen de aislamiento, así que el día que me pusieron en un sofá me sentí cómodo", dijo en una entrevista con la BBC en 2015.

"No tengo ninguna duda de que si no hubiera vivido eso no sería quien soy hoy. La prisión, el aislamiento, tuvieron una gran influencia en mí. Tuve que encontrar una fuerza interior. No pude ni leer un libro durante siete u ocho años, ¡imagínate!"

"Sufrí, pero no se puede aferrar al odio. No sería la persona que soy si no hubiera vivido esos años", dijo en otra ocasión.

Los "rehenes" fueron sometidos a un trato particularmente duro en pozos de distintos cuarteles del país, hasta su liberación en 1985, en el marco de una gran amnistía firmada por el presidente Julio Sanguinetti tras la apertura democrática.

"Encarcelado, casi me vuelvo loco", dijo a The Guardian. "Ahora soy prisionero de mi propia libertad de pensar y decidir como quiero. Cultivo esa libertad y lucho por ella. Puedo cometer errores, algunos garrafales, pero una de mis pocas virtudes es que digo lo que pienso".

Mujica se incorporó al Frente Amplio (FA) en las elecciones de 1989 como parte del Movimiento de Participación Popular (MPP). A principios de los 90, y pese a su incorporación al FA, la utilización de la violencia aún no había sido descartada por completo como vía de acción por los tupamaros.

Un punto caliente fue la asonada que se produjo en agosto de 1994 frente al Hospital Filtro, cuando convocaron una manifestación para evitar la extradición de cuatro vascos requeridos por España por presuntos delitos de la organización separatista ETA, con saldo de un muerto y varios heridos.

El ex tupamaro Jorge Zabalza narró en el libro "Cero a la izquierda", de Federico Leicht, que en esa ocasión los tupamaros tenían una furgoneta con 5.000 miguelitos (para pinchar neumáticos) y bombas Molotov, así como "una banda de jóvenes radicales deseosos de entrar en acción", aunque pronto desistieron.

Como líder del Movimiento de Participación Popular-MPP, en el que además de ex guerrilleros militan disidentes de partidos tradicionales y otros grupos de izquierda, Mujica fue el primer dirigente tupamaro en llegar a la Cámara de Representantes en 1995.

Desde entonces, Mujica se moderó y dijo estar dispuesto a "abrazar culebras" para lograr acuerdos. También demostró ser un negociador entre los distintos sectores del Frente Amplio cuando formaron parte del gabinete del presidente Tabaré Vázquez.

En las elecciones legislativas de 1999, Mujica obtuvo una banca en el Senado junto con su compañero guerrillero Eleuterio Fernández Huidobro y llegó al Congreso en una vieja moto para tomar posesión del escaño.

Por ese entonces, Mujica se retrató a sí mismo como "un veterano, un viejo que tiene unos cuantos años de cárcel, de tiros en el lomo, un tipo que se equivocó mucho, como toda su generación, y que trata, hasta donde puede, de ser coherente con lo que piensa, todos los días del año y todos los años de la vida. Y que se siente muy feliz, entre otras razones, por poder contribuir para representar a aquellos que no están y que deberían estar".

En 2005 el senador fue designado como ministro de Ganadería y Pesca cuando el FA asumió el primer gobierno de izquierda de la historia del país, liderado por el presidente Tabaré Vázquez.

Con un lenguaje llano, popular, poco medido, y muchas veces polémico, Mujica fue objeto de críticas incluso de Tabaré Vázquez, quien calificó de "estupideces" polémicas declaraciones de su ministro. En una ocasión dijo que el Mercosur "no sirve para un carajo" y que lo que había que hacer era "negociar con Estados Unidos, con Irán, con Libia y con el que se ponga".

Mujica ejerció el cargo de ministro hasta marzo de 2008. Ese año, se convirtió en el primer senador de la lista más votada de la coalición de izquierda Frente Amplio-Encuentro Progresista-Nueva Mayoría después de las elecciones del 31 de octubre.

Como presidente, Pepe Mujica siempre dijo lo que pensó: “Debo aprender a callarme la boca un poco más”

En 2008 Mujica lanzó su candidatura presidencial con la propuesta de impulsar "acuerdos políticos nacionales e interpartidarios" para políticas de Estado, porque sin ellos "no hay ningún impulso de transformación estructural que pueda sostenerse por décadas", según dijo.

Durante su campaña, también le dio la espalda a los sindicatos al proponer que algunas empresas públicas pudieran cotizar en bolsa. Y para darle garantías a los mercados financieros, prometió dejar la gestión de la economía al equipo de su compañero de fórmula y vicepresidente electo, Danilo Astori, quien fuera ministro de Economía entre 2005 y 2009.

También durante su campaña protagonizó sus primeros roces con Argentina, cuando afirmó que Néstor y Cristina Kirchner eran como "una patota" y definió a los argentinos como "un pueblo de tarados".

"No se puede creer que la Argentina es un pueblo de tarados, tienen una intelectualidad potente, pensadores importantes" y "un grado importante de desarrollo", dijo. Y agregó: "Los Kirchner son de izquierda, pero una izquierda que, ‘mamma mia’, una patota".

"Lo más curioso es que este gobierno es de lo mejor que ha tenido Argentina, como gobierno de izquierda. Ahora, son peronistas, patoteros. Dios me libre", sentenció Mujica.

En el libro "Pepe Coloquios", basado en entrevistas con el periodista Alfredo García, Mujica sostuvo que la Argentina "tiene reacciones de histérico, de loco, de paranoico" y que "su problema es político".

También se refirió al ex presidente Carlos Menem como un "mafioso" y "ladrón" y sostuvo que "los radicales son tipos muy buenos, pero son unos nabos".

Su nueva posición como presidente no impidió que vertiera, más tarde, más comentarios sobre Argentina, que derivaron en grandes altercados diplomáticos, como cuando en 2013 dijo sobre 

Cristina Kirchner sin saber que los micrófonos estaban prendidos: "Esta vieja es peor que el tuerto". Más tarde aseguró que fue malinterpretado. "Sí, soy medio terca, y además estoy vieja", le respondió la entonces presidenta argentina.

"En estos días estoy tomando dos cursos acelerados: el primero es para aprender a callarme la boca un poco más y el otro para aprender a no ser tan nabo", admitió Mujica después de que sus declaraciones fueran tachadas de problemáticas por el gobierno.

En noviembre de 2009, Mujica ganó la presidencia con casi el 53 por ciento de los votos y su facción MPP, liderada por su esposa Lucía Topolansky, se convirtió en el componente más grande del Frente Amplio en el Congreso. 

Al asumir el cargo, en marzo de 2010, se definió como un "agricultor y campesino del alma" y filosóficamente "socialista" y prometió destinar el 87 por ciento de su salario (equivalente a 12.000 dólares) al financiamiento de "inversiones productivas de la gente que quiere arrancar con algún proyectito" simplemente porque "no lo necesitaba". 

Mujica también rechazó vivir en la residencia presidencial, en el elegante barrio de Prado, y condujo un viejo VW Fusca, por el cual millonarios árabes ofrecieron un millón de dólares

"Todo lo que hago es vivir como la mayoría de mi pueblo, no como la minoría. Llevo una vida normal y los dirigentes italianos y españoles también deberían vivir como lo hace su pueblo. No deberían aspirar a imitar a una minoría rica", explicaba.

En sus cinco años de gobierno, Mujica captó la atención del mundo por su estilo austero de vida, que incluso lo llevó a ser calificado por medios internacionales como el "presidente más pobre del mundo", así como por su discurso anticonsumista y sus reflexiones sobre el rumbo de la humanidad.

A muchos les sorprendió que el antiguo guerrillero, admirador del Che Guevara, ahora ofreciera exenciones impositivas a los empresarios y prometiera que no iba a expropiar sus fábricas.

"Necesito que el capitalismo funcione, porque tengo que recaudar impuestos para atender los graves problemas que tenemos", explicó. "Algunos viejos compañeros no lo entenderán. No ven nuestra batalla contra los problemas cotidianos de la gente, que la vida no es una utopía".

La legalización del cannabis fue una de las políticas más controvertidas de su gobierno. "La marihuana es otra plaga, otra adicción. Algunos dicen que es buena, pero no, eso es mentira. Ni la marihuana, ni el tabaco, ni el alcohol: ¡la única adicción buena es el amor!", explicó. "Pero 150.000 personas fuman aquí [marihuana] y no podía dejarlas a merced de los narcotraficantes. Es más fácil controlar algo si es legal y por eso lo hemos hecho".

Durante su presidencia, el congreso uruguayo también aprobó un proyecto de ley que legalizaba el aborto en embarazos de hasta 12 semanas y, a diferencia de su predecesor, Mujica no lo vetó. Acusó a la sociedad de "cinismo" al prohibir el aborto "como por si tenerlo prohibido lo vamos a evitar". 

Meses después se aprobó una ley que autorizaba los matrimonios entre personas del mismo sexo. "Lo que estamos haciendo es reconocer algo tan antiguo como la humanidad", dijo Mujica. "Lo mejor es que la gente pueda vivir como quiera".

Mujica explicó que los uruguayos tienen "un espíritu innovador". "Somos un país de inmigrantes, anarquistas y perseguidos de todo el mundo. El resultado es el país más laico de América Latina, con una clara distinción entre Iglesia y Estado. Por mi parte, soy presidente, pero no creo en Dios".

"Creo que el reconocimiento del matrimonio homosexual, el aborto y la ley sobre la marihuana son avances. Pero realmente conseguirán algo cuando haya menos brecha entre los pobres, los indigentes y los muy ricos", dijo en los años siguientes.

En foros internacionales, Mujica ganó fama como portavoz de la verdad y sus discursos en los que criticó el consumismo desenfrenado dieron la vuelta al mundo. 

En la ONU, pidió a los delegados que dejaran de asistir a cumbres costosas que no logran nada y acusó a la mayoría de los líderes mundiales de arruinar el planeta por su "obsesión ciega por lograr crecimiento con consumo, como si lo contrario significara el fin del mundo".

"¿En qué estamos pensando? ¿Queremos el modelo de desarrollo y consumo de los países ricos? Os pregunto ahora: ¿qué pasaría con este planeta si los indios tuvieran la misma proporción de coches por hogar que los alemanes? ¿Cuánto oxígeno nos quedaría?", dijo en la cumbre climática de 2012 en Río de Janeiro.

"¿Tiene este planeta suficientes recursos para que siete u ocho mil millones de personas puedan tener el mismo nivel de consumo y derroche que hoy se observa en las sociedades ricas? Es este nivel de hiperconsumo el que está dañando nuestro planeta", cuestionó.

"Incluso durante las cumbres con los líderes mundiales, los líderes me dicen que tengo razón. Pero no pasa nada. Por eso sigo repitiendo las mismas cosas. Hay que persistir y tratar de convencer a la gente", dijo después.

Cuando terminó su gobierno, en 2015, los medios internacionales lo describieron como "el político más increíble", "el mejor líder del mundo" o incluso "el Nelson Mandela de América Latina". La revista estadounidense Foreign Policy lo incluyó entre los principales pensadores globales en 2013 y algunos sugirieron que debía recibir el premio Nobel de la Paz. 

"Al cabo de tanto trajín supimos que la lucha que se pierde es la que se abandona", expresó en su último discurso público. "No hay ningún final sino el camino mismo al que muchos otros arrimarán lo suyo para continuar la lucha".

A "Pepe" Mujica solo le alcanzó un mandato y siempre se manifestó en contra de los personalismos y los sueños de eternidad de los políticos. Pero al finalizar su presidencia dijo que "de ninguna manera" pensaba retirarse de la política.

"No tengo ninguna intención de convertirme en un viejo jubilado, sentado en un rincón escribiendo mis memorias. ¡De ninguna manera!", dijo. "Estoy cansado, por supuesto, pero no estoy dispuesto a parar. Mi viaje está llegando a su fin y cada día estoy un poco más cerca de la tumba".